Fin de una etapa de triunfalismo en Sanidad
La sanidad catalana se ha convertido en una olla a presi¨®n y hace ya tiempo que viene dando pitidos de alarma. Cuando apenas han transcurrido ocho meses desde que CiU firmara con el Gobierno del PP un acuerdo de financiaci¨®n sanitaria, que supuestamente deb¨ªa resolver los problemas que ven¨ªa arrastrando, la situaci¨®n no s¨®lo no ha mejorado sino que est¨¢ a punto de estallar en una crisis de graves consecuencias. El sector tiene por primera vez conciencia de final de una etapa y la crisis de confianza que se vislumbra est¨¢ poniendo incluso en cuesti¨®n el llamado modelo sanitario catal¨¢n. Porque las perspectivas no son nada complacientes. El Servicio Catal¨¢n de la Salud acumular¨¢ a final de este a?o una deuda de m¨¢s de 300.000 millones de pesetas, a los que habr¨¢ que sumar otros 104.000 de la red concertada. Pero ni la Generalitat puede seguir recurriendo al endeudamiento para afrontar sus desviaciones presupuestarias, ni los hospitales concertados pueden afrontar severas restricciones presupuesarias. El Departamento de Sanidad les impone una reducci¨®n de ingresos justo cuando tienen que comenzar a pagar la enorme deuda atrasada. De los 104.000 millones acumulados, unos 96.000 corresponden a deudas con Hacienda y la Seguridad Social. Esta deuda se ha beneficiado ya de dos moratorias, una aprobada en 1993 para dos a?os y otra aprobada en 1996 que termina en diciembre de 1999. La Ley de la Seguridad Social no permite ya m¨¢s moratorias, de modo que, o se negocia una condonaci¨®n de la deuda, o estos hospitales han de recibir un presupuesto extra para poder afrontarla. La mayor¨ªa de los gestores consultados descarta la posibilidad de un presupuesto adicional cuando lo que ya les han anunciado es una restricci¨®n, y la condonaci¨®n parece cuando menos problem¨¢tica. La raz¨®n es sencilla: ?se puede perdonar a los hospitales catalanes su deuda sin perdonar la de los hospitales del resto de Espa?a? ?Y la condonaci¨®n general ser¨ªa compatible con el cumplimiento de los requisitos de Maastricht en un momento de reducci¨®n de la recaudaci¨®n fiscal? Final de etapa ?ste es, pues, el escenario, y la obra que se representa es un drama: llanto por el modelo sanitario catal¨¢n. Porque en los 16 a?os transcurridos desde que el Gobierno catal¨¢n asumi¨® las competencias en materia sanitaria, la mayor parte se han desarrollado con presupuestos expansivos, que han llegado a tener crecimientos anuales superiores al 12%. Y en esa bonanza econ¨®mica ha nacido el llamado modelo sanitario catal¨¢n, que ha tenido una enorme inercia de crecimiento que ahora tendr¨¢ que frenar bruscamente. El sector tiene conciencia de que una etapa ha llegado a su fin y otra nueva, de inciertos contornos, est¨¢ comenzando. Visto en perspectiva, muchos consideran que, aunque se haya visualizado ahora, la etapa termin¨® en realidad cuando Xavier Trias, que hab¨ªa pilotado la nave durante la mayor parte de ese tiempo, la abandon¨® para asumir la cartera de Presidencia. La conciencia de que se hab¨ªa llegado a un final de etapa la tuvieron muchos gestores sanitarios hace unas semanas, al leer el titular de ELPA?S en el que el consejero de Econom¨ªa y Hacienda, Artur Mas, reconoc¨ªa en una entrevista que el Departamento de Sanidad acumulaba a 31 de diciembre de 1997 un d¨¦ficit de 288.000 millones de pesetas. Mas lo reconoc¨ªa cuando todav¨ªa estaban calientes unas contundentes declaraciones tanto del consejero de Sanidad, Eduard Rius, como de Trias, negando, incluso en el Parlamento, que tal d¨¦ficit existiera. El reconocimiento de Mas era, en realidad, un aviso y los gestores sanitarios tienen claro a estas alturas que Econom¨ªa es quien manda. Rius se encuentra prisionero de una herencia que no ha resultado tan buena como parec¨ªa cuando Trias hizo testamento. Rius no ha podido cumplir ninguno de los objetivos que se marc¨® p¨²blicamente al ser nombrado consejero y por no cumplir, ni siquiera ha cumplido varias de las leyes que le obligaban a aplicar una serie de reformas cuyo retraso est¨¢ da?ando gravemente la calidad asistencial. La m¨¢s escandalosa es la de la asistencia primaria, que se considera un elemento clave, pues de ella depende el acceso al sistema sanitario. Cuando se inici¨® en 1985 se anunci¨® que estar¨ªa completa al cabo de diez a?os. La Ley de Ordenaci¨®n Sanitaria estableci¨® luego que la reforma deb¨ªa completarse antes del 31 de julio de 1996. Dos a?os despu¨¦s, la reforma s¨®lo cubre al 66,7% de la poblaci¨®n, y lo que queda por reformar se concentra fundamentalmente en la ciudad de Barcelona y otras capitales, por la resistencia de un sector minoritario de m¨¦dicos. En el resto de Espa?a la reforma est¨¢ casi completa porque se ha aplicado un modelo que obliga a los m¨¦dicos a pactar las nuevas condiciones de trabajo. En Catalu?a no s¨®lo se permiti¨® que la adscripci¨®n fuera voluntaria, sino que se regul¨® un sistema de incompatibilidades diferente al del resto de Espa?a, que permite que miles de m¨¦dicos puedan compatibilizar una plaza de cupo en el seguro, una plaza en un hospital concertado o una mutua y una consulta privada, de modo que nunca tendr¨¢n inter¨¦s en sumarse a la reforma si tienen que renunciar a alguno de sus puestos de trabajo. Pero pueden compatibilizar todas estas plazas porque el ICS no les exige tampoco el cumplimiento efectivo de su actual contrato de trabajo, que les obliga no s¨®lo a atender dos horas de consulta en el ambulatorio, sino tambi¨¦n a atender las visitas domiciliarias. La desatenci¨®n de las visitas domiciliarias es una de las carencias m¨¢s graves del sistema sanitario, especialmente en la ciudad de Barcelona, y la causa de que el 061 se haya colapsado tan r¨¢pidamente. Derechos enfrentados Diferentes estudios han demostrado que los centros reformados ofrecen una mayor calidad asistencial, que se reduce la incidencia de determinadas patolog¨ªas prevenibles, que derivan menos a los hospitales, y que el uso de los medicamentos es mucho m¨¢s racional y por tanto, menos costoso. (Ver cuadro adjunto). Eso significa que en estos momentos se est¨¢ perjudicando gravemente a una parte de la poblaci¨®n, la que no se beneficia de la reforma, pues se la condena a recibir una atenci¨®n muy deficiente. Sanidad alega que debe respetar los derechos laborales de los m¨¦dicos, pero la situaci¨®n ha llegado a un punto de deterioro en el que estos supuestos derechos entran en colisi¨®n con otro derecho no menos importante: la salud de los ciudadanos. El Parlamento catal¨¢n aprob¨® esta misma semana una moci¨®n, en la que CiU qued¨® en minor¨ªa, que obliga al Gobierno catal¨¢n a completar la reforma. Otra reforma, largamente anunciada y tambi¨¦n incompleta, es la de los especialistas de primaria. Por las mismas razones. La existencia de esta red paralela de especialistas de primaria con un baj¨ªsimo nivel de resoluci¨®n, provoca dos efectos muy negativos: un alto porcentaje de duplicidad en pruebas y exploraciones, que encarece el proceso, y una demora en el diagn¨®stico, puesto que la mayor parte de los pacientes acaban siendo derivados a un hospital. La adscripci¨®n a los hospitales apenas alcanza al 60% de estos especialistas, y de nuevo la ciudad de Barcelona es la m¨¢s atrasada. Otras medidas est¨¢n igualmente pendientes. Por ejemplo, la experiencia de los hospitales de Matar¨® y Viladecans ha demostrado que la cirug¨ªa ambulatoria reduce un 40% los ingresos quir¨²rgicos, pero su implantaci¨®n est¨¢ lejos de ser la ¨®ptima.
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