Las mujeres

Lo que ha quedado claro, despu¨¦s de leer muy atentamente su carta, publicada el 8 de junio, es que en el archivo sonoro de Canal Sur Radio no se dispone ni siquiera de una sola grabaci¨®n con que complacer a los oyentes del Officium Defunctorum, de T.L. de Victoria, la m¨¢s colosal obra del genial polifonista espa?ol. Y esto despu¨¦s de cuatro a?os de emisi¨®n de su programa, dedicado a la difusi¨®n de la m¨²sica culta en general y en particular a la de nuestra tierra (y que me parece muy de agradecer y salvaguardar, en medio de la deplorable programaci¨®n actual de Canal Sur). S¨ª dispone, en cambio, de los reducidos Oficios de Difuntos del maestro sevillano C. De Morales (m¨¢s conocido hoy, sin duda, por algunas misas, magnificat y motetes), que usted intercambia f¨¢cilmente por los m¨¢s c¨¦lebres y bastante representativos de Victoria. Parece un peque?o matiz -es verdad-, pero puede arrojar algo de luz sobre el fondo de nuestra discrepancia. Si este desencuentro, originado al parecer por un malentendido, surte el efecto de ampliar la discoteca de Cl¨¢sicos andaluces en beneficio, entre otras obras, de la anteriormente citada, dar¨¦ por bien empleadas esta carta y la anterior, que han nacido con el ¨¢nimo de llamar la atenci¨®n sobre la necesidad de mejorar la calidad de la programaci¨®n del principal medio p¨²blico andaluz. Finalmente, debo indicarle que, con las inevitables lagunas del com¨²n de los mortales, la falta de atenci¨®n que usted me achaca no es tanta que me haya impedido percibir su falta de precisi¨®n al identificar la transcripci¨®n para guitarra por Andr¨¦s Segovia de la gavotte de la Suite n? 6 para chelo BWV 1012 de Bach, que son¨® en su programa, simplemente como la gavota de la Suite en Re (??) .-

?ltimamente se viene repitiendo con insistencia que no hay por qu¨¦ enfrentar la ense?anza p¨²blica con la concertada. En realidad, el enfrentamiento es inevitable: desde el momento en que hay un tipo de ense?anza subvencionada p¨²blicamente que permite seleccionar a sus alumnos, la din¨¢mica de la adulteraci¨®n se pone en marcha: los padres buscan pedigr¨ª y mejores compa?¨ªas, mientras que los colegios p¨²blicos van quedando como "centros de refugiados sociales". Cada concierto concedido es as¨ª una "vuelta de tuerca" al cuello de la ense?anza p¨²blica. Por ello, la reivindicada homologaci¨®n de los profesores concertados, en tanto que implica la inversi¨®n de m¨¢s dinero p¨²blico para que la concertada afile mejor su guillotina clasista, contribuye poderosamente a profundizar, extender y malignizar la discriminaci¨®n. Como profesor de la p¨²blica, como ciudadano que no desea la institucionalizaci¨®n de las exclusiones sociales y, sobre todo, como padre, es esta discriminaci¨®n la que me lleva al rechazo y no ciertamente la etiolog¨ªa que se nos diagnostica ("insolidaridad", "frustraci¨®n", "resentimiento", entre otras lindezas).-