Negociar en Europa
Cuando llegu¨¦ a Bruselas por primera vez como ministra de Agricultura encontr¨¦ sobre la mesa una propuesta para la reforma de la Organizaci¨®n Com¨²n de Mercado (OCM) del aceite de oliva, redactada por el comisario de Agricultura, Franz Fischler, como es de sobra conocido por el ciudadano espa?ol, en la cual se cambiaba revolucionariamente el sistema de ayudas a la producci¨®n hasta entonces vigente, por una ayuda al ¨¢rbol, y se adjudicaba a nuestro pa¨ªs asistencia presupuestaria de la Comunidad s¨®lo por un total equivalente a 500.000 toneladas m¨¦tricas, lo que traducido en pesetas equival¨ªa a 125.000 millones.Se han repetido muchas veces estas cifras y esta realidad, que son el aut¨¦ntico punto de partida de una larga negociaci¨®n de dos a?os, pero como ahora existen ciertos desmemoriados dispuestos a olvidarlas, parece indispensable recordarlas, porque mal se entender¨ªa el largo proceso abierto en el verano de 1996 y acabado de cerrar en el verano de 1998, sin tener en cuenta cu¨¢l fue lo que bien podr¨ªamos llamar el "kil¨®metro cero" de un dif¨ªcil debate diplom¨¢tico.
Cualquiera que tenga la m¨¢s elemental idea sobre las dificultades que encierra una negociaci¨®n en Bruselas, sobre todo cuando se trata de cuestiones agr¨ªcolas, podr¨¢ comprender si tiene objetividad para analizar los hechos, que partiendo de 125.000 millones de pesetas como propuesta inicial de la comisi¨®n y, al final alcanzar 169.000 millones, la diferencia de los 45.000, s¨®lo puede ser consecuencia de un largo trabajo, casi siempre ignorado, porque se compone de episodios muchas veces voluntariamente realizados con discreci¨®n, sin cuya existencia hubiera sido imposible semejante cambio positivo para Espa?a, en una Uni¨®n Europea cuyos presupuestos se pretenden recortar cada d¨ªa en nombre de una rigurosa pol¨ªtica de ahorro.
Pensar que en Europa los millones caen en la cuenta de un Estado miembro por generaci¨®n espont¨¢nea, entra de lleno en el terreno del retraso mental y, en consecuencia, quien pretenda minimizar el esfuerzo realizado por Espa?a para defender los intereses de nuestro aceite de oliva, puesto que no puede ser tan tonto, s¨®lo cabe pensar que es manipulador de mala fe.
El desenlace de este proceso ha sido de sobra tratado en los medios informativos durante estas dos ¨²ltimas semanas. Todo el mundo sabe que Espa?a consigui¨® sustituir la inicial propuesta de ayuda al ¨¢rbol por una vuelta a la ayuda a la producci¨®n, para defender los 46 millones de jornales-a?o generados por el sector y, as¨ª, al final, conseguimos que en marzo de 1998 la comisi¨®n redactase una propuesta de ayuda a la producci¨®n real, aprobada a finales del mes de junio con un aumento sustancial de las ayudas a Espa?a, justamente cuando acababa la presidencia semestral de Gran Breta?a.
Para llegar hasta aqu¨ª merece la pena recordar un largo itinerario diplom¨¢tico, perfectamente planificado, capaz de explicar que los maltratados intereses espa?oles por el proyecto original de reforma se haya transformado en un Reglamento que podemos considerar objetivamente como bueno para el olivar.
Los objetivos eran en primer lugar retirar el proyecto inicial de la ayuda al ¨¢rbol y mantener la ayuda a la producci¨®n real s¨®lo, suprimiendo las ayudas a tanto alzado origen del fraude en el sector; clarificar las cifras de la producci¨®n europea, y conseguir ganar tiempo para incorporar la realidad productiva espa?ola, y obtener una cuota para Espa?a acorde con ¨¦sta. Para ello se dise?aron una serie de acciones en todos los frentes, incorporando a esta tarea incluso a nuestros embajadores en las 14 capitales de la uni¨®n.
Naturalmente se ha trabajado a fondo en todos los Consejos de Ministros de Agricultura formales o informales celebrados durante estos dos a?os, as¨ª como en el Comit¨¦ Especial de Agricultura y en los diversos Comit¨¦s de Gesti¨®n, donde siempre se defendieron con toda rotundidad los argumentos espa?oles. Si fue dif¨ªcil rechazar la primera propuesta de la comisi¨®n de ayuda al ¨¢rbol, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa result¨® encontrar el dinero suficiente para aumentar la Cantidad Nacional Garantizada de Espa?a, m¨¢ximo productor comunitario, v¨ªctima de unos datos estad¨ªsticos perjudiciales como consecuencia de una prolongada sequ¨ªa.
Empieza en el verano de 1996 un periodo de entrevistas y presiones espa?olas a todos los niveles que cumplen todos los ministros y, en especial, el titular de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, como conocedor sin igual del entramado comunitario secundado por todo su equipo europeo, y Javier Arenas a quien, como ministro de Trabajo, le afectaba la amenaza de un gigantesco desempleo en las zonas olivareras, si el sector se encajaba en el marco de esa prima a la pereza que era la ayuda al ¨¢rbol.
El presidente, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, intervino personalmente en la tarea de obtener una buena soluci¨®n del conflicto, y puede decirse que sus gestiones acerca de la comisi¨®n y de alguno de sus hom¨®logos resultaron decisivas a la hora final.
Por mi parte se proyectaron y cumplieron una red de encuentros bilaterales con casi todos los ministros de la Uni¨®n Europea, algunos realizados sin la menor publicidad, donde se incluyen varias visitas, muchas de ellas repetidas, a todos y cada uno de mis colegas, excepci¨®n hecha por razones circunstanciales de Dinamarca.
Me interesa resaltar las entrevistas con el ministro alem¨¢n J.Borchert, en el castillo de Petersberg, donde prometi¨® apoyar nuestras pretensiones, compromiso bien cumplido durante la larga noche del ¨²ltimo marat¨®n en Luxemburgo como tambi¨¦n los ministros franc¨¦s, austriaco y luxemburgu¨¦s.
Dejo para el final, a la hora de los agradecimientos, el m¨¢s vivo para el ministro brit¨¢nico J. Cunningham, que, como presidente en ejercicio del consejo, actu¨® de manera determinante para situar en su debido puesto a los intereses espa?oles, a trav¨¦s de las sucesivas ofertas que me fueron sometidas durante el largo consejo de junio, hasta alcanzar la cota de las 760.000 toneladas m¨¦tricas, como cantidad que Espa?a pod¨ªa razonablemente aceptar.
El caso de Italia merece l¨ªneas aparte, porque sinceramente creo que podemos decir -y al hablar as¨ª lo hago porque no he sido yo sola la participante en el di¨¢logo bilateral-, que hicimos todo lo posible por llegar a un entendimiento que deb¨ªa haberse materializado en la firma, por parte de los dos ministros, de dos cartas a la presidencia, con un texto id¨¦ntico previamente pactado en la ¨²ltima visita que hice a Roma. Una vez aceptado el texto, Italia consider¨® inoportuna su presentaci¨®n, y nada tengo que decir sobre su derecho soberano para defender de la mejor manera sus propios puntos de vista. Aunque me parezca interesante la informaci¨®n, para disipar de manera radical algunas cr¨ªticas hechas a la ligera.
?sta es la historia de una larga peregrinaci¨®n entre los ministros de Agricultura, pero tengo especial inter¨¦s en se?alar la actuaci¨®n leal del comisario Franz Fischler, para que al final de este interminable proceso los intereses espa?oles quedasen razonablemente protegidos. En este punto decir que, al margen de nuestros encuentros regulares en los consejos de ministros, el comisario Franz Fischler mantuvo conmigo seis entrevistas personales durante el periodo de negociaci¨®n y el favorable resultado de un buen entendimiento se refleja aritm¨¦ticamente en el documento definitivo.
Destaco con especial inter¨¦s estos detalles destinados a clarificar parte de los episodios de un largo y complejo proceso que ha dejado patente que se puede negociar duro entre dos interlocutores que, a fuerza de franqueza, pueden acabar poni¨¦ndose de acuerdo.
?ste es el relato de dos a?os de trabajo dif¨ªcil, pero que doy por muy bien empleados ya que ha permitido obtener un buen resultado para el olivar espa?ol. Se ha conseguido mantener la ayuda a la producci¨®n real, alargar dos a?os esta negociaci¨®n, con una prolongaci¨®n de tres a?os m¨¢s destinados a clarificar definitivamente los datos de producci¨®n de cada pa¨ªs, asign¨¢ndose a Espa?a, mientras tanto, un volumen que corresponde casi a la media de los ¨²ltimos tres a?os, evitando as¨ª discriminaciones inaceptables. Cualquier lector de esta rese?a comprender¨¢ que el Gobierno espa?ol ha sabido negociar con una estrategia bien meditada desde el principio que nos ha permitido no estar solos nunca y obtener un resultado final adecuado.
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