"La consolidaci¨®n del euro se conseguir¨¢ en dos a?os"
Director del Institute for International Economics -conocido en Washington como el "think tank" m¨¢s influyente del planeta- ex n¨²mero dos del Departamento del Tesoro norteamericano, subsecretario de Asuntos Monetarios de la Administraci¨®n de Carter, se vanagloria de ser quien ense?¨® a Henry Kissinger todo lo que el antiguo secretario de Estado sab¨ªa sobre econom¨ªa, y el mismo Kissinger lo confirma.Pregunta. Hace exactamente un a?o alarm¨® a parte de la clase pol¨ªtica norteamericana con su art¨ªculo El d¨®lar y el euro (publicado en la revista Foreign Affairs), donde advert¨ªa del gran reto que iba a plantear la uni¨®n monetaria europea para la moneda y la econom¨ªa norteamericanas. ?C¨®mo ve el arranque del euro un a?o despu¨¦s?
Respuesta. Mantengo todas las cifras y previsiones que hice hace un a?o. Fui de los pocos economistas norteamericanos que augur¨® entonces que el euro ser¨ªa una realidad y se convertir¨ªa en una moneda fuerte, y ahora cada vez hay m¨¢s gente que comparte conmigo esta opini¨®n. El ¨²nico interrogante que queda abierto es con qu¨¦ rapidez el euro se convertir¨¢ en una moneda internacional cre¨ªble, y c¨®mo evolucionar¨¢n las econom¨ªas, tanto en Europa como en EEUU. La nueva relaci¨®n entre el d¨®lar y el euro ser¨¢ tan importante que EEUU y Europa deber¨¢n crear nuevos mecanismos para evitar una volatilidad excesiva de los tipos de cambio respectivos o grandes desalineamientos.
P. ?Qu¨¦ tipo de mecanismos?
R. Creo que se precisan dos elementos: como m¨ªnimo se necesita un mecanismo de consultas muy estrecho, donde las autoridades monetarias est¨¦n permanentemente en contacto para seguir de cerca las fluctuaciones entre el d¨®lar y el euro, su efecto en los mercados y en las econom¨ªas de las dos regiones. Esta estrecha cooperaci¨®n deber¨ªa ponerse en marcha incluso antes de la entrada en vigor del euro, en enero de 1999. El segundo requisito es ir hacia el establecimiento de una banda fija de fluctuaci¨®n para el tipo de cambio entre el d¨®lar y el euro. El problema es cu¨¢ndo establecer esa banda durante la transici¨®n, mientras el euro se consolida como moneda internacional, porque no sabemos cu¨¢l ser¨¢ exactamente el ajuste de cartera entre el d¨®lar y el euro, y por consiguiente no sabemos con seguridad d¨®nde se situar¨¢ el equilibrio en el tipo de cambio. Un estudio que hemos hecho recientemente sugiere que el euro deber¨ªa apreciar su valor en un 15% o 20% cuando empiece su singladura. Cuando se llegue a un nivel de equilibrio deseable, cuando el euro haya consolidado su fortaleza y capacidad de atracci¨®n de capitales, se deber¨ªa fijar una banda de fluctuaci¨®n basada en ese equilibrio, con un margen amplio, que podr¨ªa situarse alrededor del 10%.
P. ?Pero cree que hay realmente una voluntad pol¨ªtica en esa l¨ªnea?
R. Hay un gran debate sobre ello. La mayor¨ªa de los Gobiernos actuales, tanto en Europa como en EEUU, tienen miedo de hacer cualquier tipo de comentario en relaci¨®n a los tipos de cambio entre el d¨®lar y las monedas europeas. Temen una reacci¨®n desproporcionada de los mercados, que su intervenci¨®n sea poco efectiva, no quieren cambiar las pol¨ªticas nacionales de intervenci¨®n para defender sus objetivos de tipo de cambio, etc¨¦tera. Esa actitud es incorrecta. Deber¨ªa hacerse un juicio anal¨ªtico sobre las posibilidades que ofrecen los diferentes tipos de cambio. He hablado de este tema con Wim Duisemberg, Tietmeyer, Trichet y otros gobernadores de los bancos centrales europeos, y todos reconocen que ser¨ªa deseable un mecanismo para garantizar una mayor estabilidad de los tipos de cambio, pero no est¨¢n seguros de que eso sea pol¨ªticamente posible. El Gobierno norteamericano est¨¢ en contra porque tiene miedo de adquirir cualquier compromiso sobre los niveles de los tipos de cambio, y est¨¢ maniatado por el Congreso, reticente a hacer grandes cambios a nivel legislativo interno. Creo que se equivocan. La verdad de todo ello es que los Gobiernos actuales realmente quieren tipos de cambio flexibles porque as¨ª tienen una excusa. Cada vez que cometen un error echan la culpa a los mercados, aunque son conscientes de su parte de responsabilidad. Es una excusa pol¨ªtica, y en este sentido s¨ª se puede decir que hay una falta de voluntad pol¨ªtica.
P. En su opini¨®n, ?cu¨¢nto tiempo se necesita para esa transici¨®n hacia la consolidaci¨®n del euro como moneda internacional?
R. Es una buena pregunta, pero la respuesta es muy dif¨ªcil. Depende de nuestra propia econom¨ªa, de la reacci¨®n de los mercados a la puesta en marcha del euro, de c¨®mo opera el Banco Central Europeo, etc¨¦tera. En mi art¨ªculo original hice la previsi¨®n de que ser¨ªa una transici¨®n de entre tres y cinco a?os. Ahora creo que incluso puede ser en menos tiempo, quiz¨¢ se conseguir¨¢ en unos dos a?os. Tambi¨¦n me reafirmo sobre el dato de que en un periodo de entre 3 y 10 a?os se producir¨¢ una diversificaci¨®n de inversiones de entre 500.000 millones y un trill¨®n en beneficio del euro, y la mayor parte proceder¨¢ del d¨®lar.
P. ?Depende tambi¨¦n de cu¨¢nto tarde el Reino Unido en incorporarse a la uni¨®n monetaria?
R. ?ste es un factor importante, porque el equilibrio entre el d¨®lar y el euro no ser¨¢ el mismo con el Reino Unido en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria o fuera de ella. La entrada del Reino Unido aportar¨ªa un mercado de capital mucho m¨¢s fuerte, que atraer¨ªa m¨¢s inversiones y, por tanto, el euro tendr¨ªa un tipo de cambio m¨¢s fuerte en relaci¨®n con el d¨®lar. Pero, por otro lado, la libra esterlina tendr¨¢ que depreciarse de manera importante antes de formar parte del euro, y quiz¨¢ su influencia en el tipo de cambio de la moneda europea no ser¨¢ tan grande. Probablemente habr¨¢ dos fases: un equilibrio inicial con los 11 pa¨ªses que formar¨¢n parte del euro desde su lanzamiento, y una segunda fase, cuando se incorpore el Reino Unido, en la que habr¨¢ que redefinir la banda de fluctuaci¨®n entre el d¨®lar y el euro.
P. ?La UEM va a acelerar la reforma pendiente de instituciones como el G-7 o el FMI?
R. El efecto institucional m¨¢s importante del euro es que el G-7 pasar¨¢ de facto a ser un G-2, donde EEUU y Europa, como representantes de las dos monedas internacionales por excelencia, establecer¨¢n un proceso de consultas bilaterales que dominar¨¢ al resto de pa¨ªses o ¨¢reas regionales. Se habla de un G-3, del papel de Jap¨®n, porque el yen ser¨¢ la tercera moneda internacional, pero realmente creo que ir¨¢ perdiendo importancia relativa a medida que el euro se desarrolle. Sin duda, los jefes de Gobierno seguir¨¢n reuni¨¦ndose en cumbres de G-7, G-8 o G-10, pero la acci¨®n real, a nivel de ministro de econom¨ªa y muy especialmente de los gobernadores de los bancos centrales, quedar¨¢ centrada en el G-2.
P. Una de las principales cr¨ªticas que se hace a Europa desde Estados Unidos es el haberse arriesgado a hacer una uni¨®n monetaria antes de conseguir una uni¨®n o m¨¢s completa armonizaci¨®n fiscal y un mercado laboral m¨¢s homog¨¦neo. ?Es ¨¦ste un riesgo demasiado grande con el que convivir?
R. Ciertamente, ¨¦ste es el riesgo m¨¢s grande que el experimento de la uni¨®n monetaria europea ha asumido. Pero soy bastante optimista. A corto plazo, es verdad que los gobiernos con problemas como altos ¨ªndices de desempleo no tendr¨¢n la herramienta de jugar con los tipos de cambio o la inflaci¨®n como hac¨ªan hasta ahora. As¨ª que la ¨²nica salida -y es lo que creo que suceder¨¢- es una interpretaci¨®n flexible del Pacto de Estabilidad en relaci¨®n a las pol¨ªticas fiscales nacionales. Si, por ejemplo, Espa?a, en un momento dado, tiene una econom¨ªa m¨¢s d¨¦bil que el resto de pa¨ªses europeos, o la pol¨ªtica del Banco Central Europeo es demasiado restrictiva para Espa?a, se dejar¨¢ al Gobierno espa?ol hacer una pol¨ªtica fiscal m¨¢s expansiva para amortiguar el ajuste. A largo plazo, creo que se crear¨¢ una din¨¢mica de flexibilizaci¨®n del mercado laboral, de los mercados de capitales, y quiz¨¢ se vaya a un sistema de transferencias fiscales basado en el desarrollo asim¨¦trico de los diferentes pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Las transferencias fiscales se amoldar¨¢n m¨¢s a la situaci¨®n c¨ªclica de cada pa¨ªs y no a la situaci¨®n estructural, y el euro empujar¨¢ las pol¨ªticas de la Uni¨®n Europea en esa direcci¨®n. Creo que en un periodo de 10 a?os la Uni¨®n Europea se habr¨¢ dotado de los instrumentos necesarios para resolver los problemas del ajuste.
"En Asia odian la analog¨ªa con Europa"
Pregunta. Si la ausencia de una armonizaci¨®n fiscal y laboral en la Uni¨®n Europea es el mayor riesgo interno para los primeros a?os de vida de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, ?cu¨¢l ser¨ªa en su opini¨®n el factor externo que puede ponerla en peligro? Respuesta. No veo ahora mismo ninguna amenaza externa que pueda poner en peligro al euro, a no ser que ocurriera una crisis del petr¨®leo, o algo as¨ª. Al contrario, la crisis asi¨¢tica hubiera tenido muchos m¨¢s efectos en Europa si no hubiera existido una estrecha coordinaci¨®n monetaria, as¨ª que se puede decir que la uni¨®n monetaria europea ya ha tenido los primeros efectos positivos. El gran riesgo externo ser¨ªa el caso de una crisis que tuviese efectos asim¨¦tricos en la Uni¨®n Europea, porque eso crear¨ªa tensiones sobre cu¨¢l es la pol¨ªtica monetaria a seguir para ajustarse a esa nueva situaci¨®n, mientras que las econom¨ªas de los diferentes pa¨ªses requerir¨ªan pol¨ªticas distintas, quiz¨¢s opuestas.P. En el contexto de la crisis asi¨¢tica, y analizando las razones por las que no se pudo atajar a tiempo en su momento, ?cree que la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria podr¨ªa servir como ejemplo para institucionalizar una coordinaci¨®n monetaria m¨¢s estrecha de la que existe en el sureste asi¨¢tico?
R. He trabajado intensamente con los asi¨¢ticos durante los ¨²ltimos cinco a?os, como presidente del grupo de economistas designado por [el presidente de EEUU] Bill Clinton para desarrollar el Foro de Cooperaci¨®n para Asia y el Pac¨ªfico (APEC), y siempre he usado el modelo europeo de forma muy expl¨ªcita para promover la idea de la liberalizaci¨®n comercial y la integraci¨®n regional. El problema es que los asi¨¢ticos odian la analog¨ªa con Europa, porque consideran que todos los europeos son culturalmente muy parecidos, y en cambio los asi¨¢ticos tienen grandes diferencias entre ellos. Tambi¨¦n rechazan la idea de una cooperaci¨®n econ¨®mica institucionalizada, y se ven unos a otros como los grandes competidores. Est¨¢n todav¨ªa muy lejos de un sistema monetario, de una coordinaci¨®n de sus tipos de cambio, pero espero que hayan aprendido la lecci¨®n de la crisis asi¨¢tica, y quiz¨¢s en un futuro estar¨¢n dispuestos a avanzar en ese sentido. En mi opini¨®n, ser¨ªa importante establecer en la regi¨®n del sureste asi¨¢tico un tipo de mecanismo de vigilancia regional que fuera capaz de advertir en el futuro sobre la posibilidad de nuevas crisis financieras y responder a las mismas con celeridad, sumando de esta forma esfuerzos a lo que hace el Fondo Monetario Internacional.
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