Europa va bien, pero...
Europa va bien. Sortea las oleadas turbulentas que agitan la econom¨ªa mundial, en buena parte gracias a que el euro act¨²a como catalizador de estabilidad y confianza. Pero el ritmo del crecimiento econ¨®mico se ha atenuado por culpa de las crisis ajenas. Eso disminuye los ingresos p¨²blicos, lo que imprime menor velocidad a la reducci¨®n de los d¨¦ficit de los Quince y plantea dudas sobre el cumplimiento del Pacto de Estabilidad. Lo advierte la Comisi¨®n, clamando en el desierto ante los Gobiernos.Los principales pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE) est¨¢n rebajando las previsiones de crecimiento de sus respectivos PIB para este a?o o el pr¨®ximo. Francia calcula que recortar¨¢ una d¨¦cima el 2,8% calculado para 1999. Italia se quedar¨¢ en 1998 muy por debajo de lo anunciado, el 1,8% en lugar del 2,5%. En Alemania el crecimiento se estanc¨® entre abril y junio... Pero todav¨ªa nadie saca consecuencias en¨¦rgicas sobre este fen¨®meno.
Arrinconado el canciller Helmut Kohl y con el campe¨®n de la ortodoxia, Hans Tietmeyer -presidente del banco central alem¨¢n (Bundesbank)- a menos de un a?o de su jubilaci¨®n, s¨®lo queda un ¨²nico aguafiestas o profeta, el comisario de Asuntos Monetarios Yves-Thibault de Silguy. Silguy clama en el desierto desde hace tres meses. En cada Ecofin recuerda a los ministros de Econom¨ªa de la Uni¨®n Europea (UE) la f¨¢bula de la cigarra y la hormiga: en tiempos de bonanza hay que hacer ahorros adicionales de los que echar mano cuando llegue el invierno. Le escuchan, corteses, y se olvidan.
El primer envite fue el recordatorio, el pasado 6 de junio (ver gr¨¢fico adjunto), que de los Once del club del euro, s¨®lo Irlanda, Finlandia y Luxemburgo estaban reduciendo su "d¨¦ficit estructural", el desequilibrio entre ingresos y gastos presupuestarios calculado independientemente de si el ciclo est¨¢n en fase alta o baja. Los dem¨¢s manten¨ªan o aumentaban ese d¨¦ficit, pues no reduc¨ªan los gastos m¨¢s estructurales (militares o sociales o sanitarios, a elegir). La comparaci¨®n de ese desequilibrio con el d¨¦ficit a palo seco demostraba que ambas l¨ªneas se encontrar¨ªan en 1999.
O lo que es lo mismo: el esfuerzo de austeridad presupuestaria realizado en los ¨²ltimos a?os quedar¨¢ absorbido el ejercicio pr¨®ximo, cuando coincidan las trayectorias de ambas l¨ªneas. Entonces, si vienen las vacas flacas, los d¨¦ficit nominales se disparar¨¢n o habr¨¢ que pegar tijeretazos aprisa y corriendo a los gastos p¨²blicos m¨¢s esenciales.
Para evitar esas emergencias, la Comisi¨®n propon¨ªa que los Once se autoimpusieran un objetivo de d¨¦ficit del 1,5% en vez del previsto del 2%, creando as¨ª un margen con que absorber el impacto de un baj¨®n en los ingresos causado por una mala coyuntura. Todos se negaron, porque la sugerencia (inspirada en la l¨ªnea del alem¨¢n Theo Waigel) hab¨ªa sido lanzada un poco brutalmente, al encarecerse que todos (y no s¨®lo parte) de los ingresos adicionales generados por un mayor crecimiento se dedicasen a la reducci¨®n del desequilibrio presupuestario.
Pero luego vinieron vientos g¨¦lidos de Jap¨®n y de Rusia, y algo fr¨ªos de EEUU y Am¨¦rica Latina. La demanda exterior flaque¨®, dejando a la interna las riendas del crecimiento. ?Compensar¨¢ el consumo y la inversi¨®n la ca¨ªda de las exportaciones? ?Caer¨¢ m¨¢s el crecimiento, con los peligros consiguientes para la trayectoria reductora del d¨¦ficit?
Silguy volvi¨® a la carga, criticando que la reducci¨®n media prevista del d¨¦ficit de los Once desde el 2,4% en 1998 al 2% en 1999 "resulta menos del esfuerzo voluntario de reducci¨®n del gasto p¨²blico que de un simple efecto mec¨¢nico de aceleraci¨®n del crecimiento sobre los ingresos fiscales", lament¨® hace una semana ante el Parlamento Europeo. Portugal, Alemania, Francia, Espa?a y Austria deber¨¢n emprender una mayor consolidaci¨®n presupuestaria, so pena de que una inversi¨®n de la coyuntura dispare sus d¨¦ficit, "cercanos al tope del 3% sobre el PIB, coloc¨¢ndolos en el grupo de riesgo", concret¨®.
El comisario de Asuntos Monetarios insisti¨® el pasado fin de semana, en Viena. Aleg¨® que 1998 no ha reducido el d¨¦ficit estructural respecto a 1997, sigue en el 2%. "Temo que se mantenga en esa cifra para 1999, por lo que si cambia el ciclo, volver¨¢ a aumentar y ser¨¢ imposible respetar los objetivos del Pacto de Estabilidad".
Mentaba as¨ª la bicha del compromiso rigorista adoptado de mala gana en la cumbre de Amsterdam, a instancias de Bonn. Y lanzaba un serio aviso a navegantes, como los dirigentes italianos, que susurran quedamente la necesidad de aflojar su rigor presupuestario ahora que ya han entrado en el club del euro.
El Pacto impone que los Once presenten sendos "programas de estabilidad" para el periodo 1999-2002 especificando las previsiones, actuaciones y medidas adecuadas para acercarse escalonadamente a presupuestos "pr¨®ximos al equilibrio" (d¨¦ficit cero o super¨¢vit). Y establece sanciones dinerarias (multas de hasta el 0,5% del PIB, unos 400.000 millones de pesetas en el caso de Espa?a) contra quienes desborden su d¨¦ficit por encima del tope del 3%.
Hasta ahora tan s¨®lo Finlandia ha presentado a Bruselas su programa plurianual. Los dem¨¢s lo har¨¢n a medida que publiquen sus presupuestos, aunque tienen plazo hasta el 1 de marzo de 1999. ?se ser¨¢, para los mercados financieros, el nuevo gran term¨®metro de la credibilidad del euro.
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