La fortaleza del ex dictador, ya sin uniforme, se vino abajo
Cuando en julio de 1996 el juez de la Audiencia Nacional Manuel Garc¨ªa Castell¨®n admiti¨® a tr¨¢mite la denuncia por genocidio y terrorismo internacional contra Augusto Pinochet Ugarte, nadie pod¨ªa intuir la trascendencia de aquel paso. En aquella ¨¦poca el todav¨ªa general se sent¨ªa fuerte y confiado del inquebrantable respaldo de las Fuerzas Armadas chilenas. Dos a?os despu¨¦s, la fortaleza del exdictador sin uniforme convertido en senador se ha venido abajo. La inmunidad diplom¨¢tica de la que se sent¨ªa provisto le ha valido de poco en Londres, donde en la recta final de su existencia ha sido detenido. Nunca Pinochet hab¨ªa sentido tan cerca el aliento de la Justicia.
El paciente trabajo de los abogados de la acusaci¨®n particular desde la presentaci¨®n de la querella ha conseguido presentar una lista de m¨¢s 4.000 asesinados o desaparecidos de una decena de nacionalidades durante la dictadura pinochetista. Entre las v¨ªctimas hay varios ciudadanos espa?oles cuyo paradero se desconoce, como el funcionario de las Naciones Unidas Carmelo Soria o el sacerdote Antonio Llid¨®, alicantino, quien fue visto por ¨²ltima vez por la testigo Mar¨ªa Paz Rojas en octubre de 1974 en un centro de tortura de Santiago. Michele Pe?a Herrera, secuestrada cuando estaba embarazada de ocho meses, y Antonio Eliozondo Ormanechea permanecieron detenidos en Villa Grimaldi, seg¨²n varios testimonios, y de all¨ª desaparecieron. Junto a la labor de la acusaci¨®n, dos jueces, Manuel Garc¨ªa Castell¨®n primero, y Baltasar Garz¨®n despu¨¦s, han exhibido una perseverancia poco com¨²n en la instrucci¨®n de un proceso criticado desde diversos sectores, con la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional y el Gobierno chileno a la cabeza. Para el abogado de la acusaci¨®n particular Joan Garc¨¦s, ayer fue "un d¨ªa de alegr¨ªa para la humanidad".
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