Los cien d¨ªas de la coalici¨®n rojiverde
Por vez primera, como resultado de unas elecciones, ha cambiado en Bonn un Gobierno completo, y no como hab¨ªa ocurrido hasta ahora, y en un solo caso excepcional, ¨²nicamente la coalici¨®n. Se comprenden los temores y esperanzas que levanta este Gobierno, si adem¨¢s se tiene en cuenta lo que en el imaginario colectivo ha significado esta nueva coalici¨®n, y recordamos que hace tan s¨®lo cuatro a?os la democracia cristiana pod¨ªa ganar unas elecciones atemorizando al electorado con una posible coalici¨®n rojiverde, de la que entonces tambi¨¦n se distanciaba el SPD. Cuando las expectativas son altas, tambi¨¦n lo son las frustraciones. A que hayan dominado los tonos cr¨ªticos en el enjuiciamiento de los primeros 100 d¨ªas tambi¨¦n ha contribuido de manera muy decisiva el que acudiera a las elecciones un SPD dividido entre los que quer¨ªan una verdadera alternativa de izquierda, con una coalici¨®n rojiverde como bandera electoral, que capitaneaba el presidente y hombre fuerte del partido, Oskar Lafontaine, y los que en ning¨²n caso la quer¨ªan, no tanto por razones ideol¨®gicas, que cada vez cuentan menos, sino por considerar que un posicionamiento claramente a la izquierda restaba votos, y de la mano del candidato Gerhard Schr?der se agarraban a un populismo que se autodenomina modernizador, etiqueta com¨²n que se colocan todos los partidos que se quieren de centro. Nadie pod¨ªa imaginar un deslizamiento tan claro del electorado hacia la izquierda, como el que luego se produjo, aunque sin duda inducido m¨¢s por el rechazo a que continuara el mismo canciller, que por un deseo de cambiar las cosas.
El resultado electoral, una sorpresa para todos, impuso la coalici¨®n considerada m¨¢s improbable y, por tanto, peor preparada con ideas y trabajos previos. Y de ello se han resentido los primeros 100 d¨ªas: el pacto de Gobierno no encaja en la pol¨ªtica propuesta por el canciller y, aunque se haya logrado un acuerdo en los objetivos, siempre lo m¨¢s f¨¢cil, no ha habido tiempo para concretar la forma de llevarlos a la pr¨¢ctica. Los que se consideran los dos pilares de la pol¨ªtica del nuevo Gobierno, la lucha contra el desempleo y la renovaci¨®n ecol¨®gica, hasta ahora se han desvanecido en declaraciones de buena voluntad, sin que se perciba la menor capacidad operativa. Cuando el Gobierno a¨²n no sabe c¨®mo armar el "pacto social por el trabajo", al que atribuye facultades milagrosas para reducir el paro, el empresariado, m¨¢s que a los pactos, se inclina a dar la batalla con una oferta de aumento salarial de un 2% que los sindicatos consideran una provocaci¨®n, mientras que la coalici¨®n se enreda en una cuesti¨®n tan secundaria como es el salario de 630 marcos (53.595 pesetas)mensuales para trabajos marginales.
En la pol¨ªtica ecol¨®gica, la actitud esperada y harto comprensible de Francia y Reino Unido han echado por tierra los planes de acabar con la energ¨ªa nuclear en un plazo previsible, y el llamado impuesto ecol¨®gico se ha convertido en una caricatura de s¨ª mismo, sin otro objetivo que salvar la cara de Los Verdes, tambi¨¦n divididos entre realistas pragm¨¢ticos, sin otro objetivo que permanecer en el poder, que se saben muy fr¨¢giles al ser intercambiables con los liberales, y los que quieren salvar por lo menos algunas se?as de identidad como movimiento ecol¨®gico antinuclear, que en el Gobierno representa el ministro J¨¹rgen Trittin, sobre el que, naturalmente, caen todas las cr¨ªticas.
El Gobierno que de verdad quiera cambiar algo no tiene otro remedio que hacerlo al comienzo de la legislatura, todav¨ªa con tiempo para aplacar a los perdedores, ya que los beneficiados suelen mostrarse bastante olvidadizos. Los agravios necesarios -la peor pol¨ªtica es aquella que quiere contentar a todo el mundo- hacerlos con prontitud y de una sola estocada, como sabiamente aconsejaba Maquiavelo. En una larga entrevista publicada en el prestigioso semanario Die Zeit, el ministro de Asuntos Exteriores afirma que "el mayor cambio es que nada cambia en los fundamentos de la pol¨ªtica exterior", f¨®rmula que podr¨ªa aplicarse a todo el Gobierno rojiverde, el mayor cambio es que nada cambia, tal como anunciase Schr?der en la campa?a: haremos lo mismo, pero mejor. Hasta ahora s¨®lo han puesto de manifiesto lo primero.
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