La igualdad real
La autora sostiene que la evidencia cotidiana muestra que la equiparaci¨®n de hombres y mujeres a¨²n est¨¢ lejos
En 1908, 129 mujeres trabajadoras en una f¨¢brica textil de Nueva York murieron abrasadas por reivindicar unos derechos laborales m¨ªnimos que hoy nos parecer¨ªan rid¨ªculos. Dos a?os m¨¢s tarde, en 1910 y en conmemoraci¨®n de este suceso, la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague y a propuesta de Clara Zetkin, proclam¨® el 8 de marzo como D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora. Casi un siglo m¨¢s tarde, las mujeres conmemoramos aquel crimen conscientes de los logros obtenidos desde entonces, pero sin olvidar la cantidad de retos todav¨ªa pendientes para que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad cotidiana.Si alguien se pregunta: "?Siguen teniendo sentido las reivindicaciones feministas el 8 de marzo?", la respuesta es un rotundo "s¨ª", porque lo cierto es que la igualdad legal conseguida en estos a?os no se corresponde con la igualdad real entre los dos sexos.
Las mujeres espa?olas hemos avanzado en los ¨²ltimos 20 a?os m¨¢s que en toda nuestra historia. Y eso gracias, entre otras cosas, a las acciones de los Gobiernos socialistas que de manera directa, a trav¨¦s de la creaci¨®n del Instituto de la Mujer en el a?o 1983, los Planes de Igualdad de Oportunidades y las acciones positivas, y de manera indirecta con la universalizaci¨®n de los derechos a la educaci¨®n, la sanidad y el desarrollo de los servicios sociales, fueron consiguiendo que las mujeres se incorporaran a la educaci¨®n, el empleo remunerado y a la participaci¨®n social y pol¨ªtica.
Pero a pesar de los avances, la realidad es que nuestra sociedad sigue sin ofrecer las mismas oportunidades a hombres y mujeres y hay datos que evidencian que la situaci¨®n de muchas mujeres en diferentes ¨¢mbitos es escandalosamente desigual. En la vida privada siguen siendo las mujeres, incluso las que trabajan fuera de casa, las que prioritariamente se encargan de la familia y del hogar. La violencia dom¨¦stica sigue cobr¨¢ndose m¨¢s y m¨¢s v¨ªctimas cada a?o, 167 s¨®lo en los ¨²ltimos 12 meses, y ¨¦sa es una violencia ideol¨®gica basada en relaciones de poder. El n¨²mero de mujeres en paro es el doble que el de hombres, y adem¨¢s las que trabajan se ocupan de los empleos m¨¢s precarios. S¨®lo hay una mujer en el Tribunal Constitucional y ninguna en el Tribunal Supremo y m¨¢s de las tres cuartas partes de los parlamentarios siguen siendo varones.
La realidad cotidiana evidencia, pues, que la igualdad entre hombres y mujeres est¨¢ a¨²n muy lejos de ser una realidad. Para alcanzarla son necesarias acciones pol¨ªticas decididas que garanticen la igualdad de oportunidades y mejoren la situaci¨®n de subordinaci¨®n en la que todav¨ªa viven la mayor¨ªa de las mujeres. Frente a esa realidad de discriminaci¨®n y actual falta de proyectos, hemos recibido una agria sorpresa: descubrir el "pseudofeminismo" de la derecha, capaz de oponerse a las acciones positivas de promoci¨®n de la mujer, o a una ley que despenalice la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Conocemos tambi¨¦n cu¨¢l es la posici¨®n de los conservadores espa?oles en el Parlamento Europeo: fueron capaces de alinearse con la extrema derecha francesa en un asunto de tanta importancia para las mujeres como la sentencia del llamado caso Kalanke, y tambi¨¦n conocemos la gesti¨®n que en temas que nos afectan est¨¢n haciendo en estos tres a?os de gobierno. Tras la participaci¨®n de las mujeres conservadoras en la Conferencia de Pek¨ªn, el PP se dio cuenta de la importancia real que a nivel internacional hab¨ªan alcanzado las pol¨ªticas para la igualdad de oportunidades de la mujer. Parece que eso les convenci¨® de que no pod¨ªan ir a contracorriente si quer¨ªan aparentar ser un partido moderno de centro-derecha capaz de ganar las elecciones. Por eso, sus planteamientos superficiales no parecen especialmente contrarios a la mujer, y lejos de eliminar, como en un primer momento prometieron al Instituto de la Mujer, contin¨²an manteniendo las estructuras de las pol¨ªticas de igualdad; pero, por supuesto, no han avanzado un paso en la resoluci¨®n de los problemas pendientes. La acci¨®n del Gobierno en los ¨²ltimos tres a?os se ha limitado a anunciar a bombo y platillo medidas puestas ya en marcha por los Gobiernos socialistas, al tiempo que practica una defensa de las pol¨ªticas de natalidad propias de los Gobiernos de la derecha cl¨¢sica.
El PP asume que las mujeres quieren trabajar e intervenir en la sociedad, pero, por encima de esas pretensiones, la realidad es que el Gobierno Aznar sigue considerando a la familia como la estructura b¨¢sica para el mantenimiento de la cohesi¨®n social. Es decir, que apoya a la mujer como pilar b¨¢sico de la familia, y adem¨¢s potencia un ¨²nico modelo tradicional, dejando a un lado las nuevas formas de familia y convivencia.
La prioridad del Gobierno Aznar est¨¢ en la protecci¨®n social, jur¨ªdica y econ¨®mica de la familia, pero desarrollada en detrimento de la protecci¨®n del Estado del bienestar, que es justamente el que de verdad garantiza la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos y ciudadanas ante la vida, independientemente de su origen familiar.
Pero, adem¨¢s de los recortes del Estado del bienestar que de manera directa favorec¨ªa la emancipaci¨®n de las mujeres, el Gobierno popular ha reducido los presupuestos destinados a la educaci¨®n de adultos y la educaci¨®n especial que tanto beneficiaron a muchas mujeres.
En el trasfondo de todas sus propuestas no se vislumbran avances para las mujeres, sino retrocesos; porque, adem¨¢s de llevar a cabo los recortes enunciados, no se asumen los cambios estructurales necesarios para desarrollar unas nuevas formas de relaci¨®n y de convivencia en la que hombres y mujeres compartan tareas, responsabilidades y espacios. Sin tratar de establecer paralelismos, no conviene olvidar que la derecha franquista en la posguerra comenz¨® incidiendo, si bien de manera brutal, en la educaci¨®n, en la familia y en el mundo laboral, echando atr¨¢s los avances conseguidos para la mujer durante la Rep¨²blica.
Es cierto que la sociedad se ha modificado en los ¨²ltimos 20 a?os, que el alto nivel educativo de las mujeres y la conciencia de sus derechos est¨¢n ah¨ª para frenar el retroceso conservador. Sin embargo, las transformaciones sociales profundas son lentas, no ocurren de un d¨ªa para otro, al contrario de lo que les ocurre a los Gobiernos. Los frutos de determinados tipos de pol¨ªticas maduran con el paso de los a?os. Y adem¨¢s no existe conducta social alguna que no requiera cuidados para su consolidaci¨®n y ampliaci¨®n. Por eso es fundamental trabajar activamente para desenmascarar el mensaje conservador camuflado bajo im¨¢genes modernizantes y lenguajes huecos: hay que poner en evidencia todas aquellas pol¨ªticas que de manera directa e indirecta est¨¢n debilitando la igualdad real. Hay que desenmascarar las trampas que se esconden tras expresiones como ¨¦se "mujer, mujer" con el que Aznar se refer¨ªa a sus preferencias y hay que denunciar la promoci¨®n de la familia patriarcal tradicional que la derecha propugna. ?sos son hoy asuntos prioritarios para todas las mujeres feministas.
Micaela Navarro es secretaria federal de Participaci¨®n de la Mujer y portavoz socialista en la Comisi¨®n Mixta Congreso-Senado de los Derechos de la Mujer.
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