M¨²sica y bondad
La m¨²sica no se acababa para Yehudi Menuhin en el virtuosismo de un viol¨ªn o la paleta de un director de orquesta. La m¨²sica, para Menuhin, era una excusa para la bondad, una fuente de deseos compartidos, una invitaci¨®n a la solidaridad. Menuhin reflejaba la dimensi¨®n m¨¢s transparente de una conciencia moral de la m¨²sica. A trav¨¦s de la fundaci¨®n que lleva su nombre, canaliz¨® numerosos programas. No hab¨ªa fronteras para este hombre bueno y generoso.Su proyecto social posiblemente m¨¢s querido, el MUS-E, una introducci¨®n del arte en las escuelas de barrios marginales como forma de estimular la tolerancia y prevenir la violencia, el racismo y la exclusi¨®n social, comenz¨® en Suiza en 1988-89, y ahora se extiende a escuelas p¨²blicas de 12 pa¨ªses. En Espa?a son varios los colegios que se incorporaron al proyecto, en lugares como San Fernando de Henares, Rivas-Vaciamadrid, Vic¨¢lvaro o Avil¨¦s.
Menuhin ha perseguido con tenacidad e idealismo otro tipo de proyectos y actividades socioculturales como el Fondo Mozart, consistente en destinar un porcentaje de los derechos de autor de dominio p¨²blico para prevenir contra cat¨¢strofes naturales y sociol¨®gicas, o la Asamblea de las Culturas, un foro de debate para las minor¨ªas culturales.
Promovi¨® Menuhin tambi¨¦n el concierto de las voces para la paz celebrado el 19 de noviembre de 1997 en Bruselas, con siete mujeres de culturas marginales, entre las que se encontraba la gitana sevillana Esperanza Fern¨¢ndez.
La bondad de Menuhin se sent¨ªa al instante en su sonrisa comprensiva, dialogadora, sabia. Era un hombre pac¨ªfico cuyos ojos se iluminaban de luz cuando en la conversaci¨®n surg¨ªan temas que trataban de la m¨²sica como consuelo, como compa?¨ªa espiritual, como amor solidario. Se ha ido tras los Kubrick, Bioy Casares y Guayasam¨ªn. Faltaba solamente un m¨²sico para redondear una semana negra para la cultura.
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