El violinista en el cielo
En Berl¨ªn, la ciudad testigo de sus triunfos musicales de adolescente y su valiente presencia en 1945, ha fallecido Yehudi Menuhin. Su coraz¨®n no ha resistido -¨¦l dec¨ªa de s¨ª mismo que hab¨ªa nacido viejo y ahora empezaba a ser ni?o- a una actividad incesante: director de orquesta, presidente de la Fundaci¨®n Menuhin y, sobre todo, hombre comprometido con la causa de la dignidad humana en su dimensi¨®n universal.El Maestro, como le llam¨¢bamos en confianza, era un hombre verdaderamente excepcional. Nacido en Nueva York, de padres jud¨ªos ruso-t¨¢rtaros, criado en California y Par¨ªs, lord brit¨¢nico, ciudadano suizo, era un europeo de opci¨®n, lo que no le imped¨ªa apreciar con enorme atenci¨®n y ternura todas las culturas, de la hind¨² a la boliviana, pasando por las africanas, como pusieron de manifiesto los conciertos que organiz¨® en Bruselas en los ¨²ltimos a?os.
Pero, adem¨¢s de un genial violinista, Menuhin fue un esp¨ªritu libre, creativo y alegre, una persona dotada con ese carisma de la gracia tan dif¨ªcil de encontrar, que le llevaba a formular con su eterna sonrisa las propuestas m¨¢s aparentemente descabelladas, que, en el fondo, respond¨ªan a una l¨®gica implacable. As¨ª ocurri¨® con su compromiso durante la Guerra Mundial, en donde dio m¨¢s de 300 conciertos para los aliados, su gesto de defensa y amistad hacia el pueblo alem¨¢n en 1945, al tiempo que tocaba en los campos de concentraci¨®n en los que tantos hermanos suyos hab¨ªan perecido, su intervenci¨®n en los actos inaugurales de la ONU en San Francisco (1945) y la Unesco (1948), su enfrentamiento con los bur¨®cratas sovi¨¦ticos para defender a Oistrakh y Rostrop¨®vich, su actitud valiente en la Knesset de Israel, cuando al recibir el Premio Wolf en 1991 propuso una confederaci¨®n israel¨ª-palestina, y, m¨¢s recientemente, su empe?o en conseguir que la Uni¨®n Europea se declarara guardiana de las culturas, que consigui¨® plasmar en el texto del Tratado de Amsterdam.
Cuando le conoc¨ª en 1990, algunas de sus tesis sobre la responsabilidad de Europa en el campo cultural me parecieron ut¨®picas, acostumbrado como estaba al obligado ejercicio de pragmatismo y prudencia. Sin embargo, tras haber disfrutado del honor de ser patrono de la Fundaci¨®n y vicepresidente de la misma a petici¨®n suya, pudimos crear el programa MUS-E activo en 12 pa¨ªses de la Uni¨®n, gracias al cual muchos ni?os de barrios marginados, dif¨ªciles y excluidos pueden fomentar su creatividad y su dimensi¨®n humana a trav¨¦s de la m¨²sica, el canto, el mimo o la expresi¨®n corporal.
Tambi¨¦n ha perdido un gran amigo Espa?a. Desde su primer triunfo con la Sinfon¨ªa espa?ola de Lal¨° retornaba peri¨®dicamente a nuestro pa¨ªs, del que amaba la cultura, el folclor, la gastronom¨ªa y las gentes.
En su autobiograf¨ªa, Viaje inacabado, conclu¨ªa: "S¨¦ que no soy eterno... Pero en el momento en que escribo, los compromisos en torno a los que he organizado alegremente mi vida tienen mucho camino por delante... Espero que los senderos que he abierto puedan ser continuados por muchas generaciones venideras". Es de esperar que, como los violinistas que vuelan en el cielo pintados por su paisano Chagall, su esp¨ªritu siga vivo en la obra que ¨¦l inici¨®.
Enrique Bar¨®n es vicepresidente de la Fundaci¨®n Internacional Yehudi Menuhin.
Babelia
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