Cien d¨ªas del euro
M¨¢s o menos coincidiendo con los primeros cien d¨ªas de la moneda ¨²nica, el Banco Central Europeo (BCE) ha bajado por primera vez en su historia los tipos de inter¨¦s nada menos que medio punto (del 3% al 2,5%). La ¨²ltima ocasi¨®n en que hubo una rebaja -en diciembre, hasta situar la tasa de inter¨¦s de los 11 pa¨ªses que conforman el ¨¢rea del euro en el 3%- la decisi¨®n fue tomada a¨²n por cada uno de los bancos centrales nacionales.La determinaci¨®n del BCE para bajar los tipos en este momento demuestra que esta instituci¨®n ha sido mucho m¨¢s celosa en aparentar su independencia ante el mundo de los pol¨ªticos que en adecuar la pol¨ªtica monetaria a la coyuntura, aun a riesgo de poner en peligro su eficacia. No hab¨ªa sido s¨®lo el dimitido Oskar Lafontaine (que, como el Cid, ha ganado esta batalla despu¨¦s de muerto) el que demandaba la bajada de tipos como primera medida para estimular la econom¨ªa europea, sino organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, publicaciones como la muy liberal The Economist, o pol¨ªticos no menos liberales como el franc¨¦s Raymond Barre, etc¨¦tera. Pero el BCE s¨®lo se sinti¨® herido cuando Lafontaine pidi¨® un relajamiento de la pol¨ªtica monetaria.
Desde que el 11 de marzo dimiti¨® el socialdem¨®crata alem¨¢n se han acentuado a¨²n m¨¢s los s¨ªntomas de desaceleraci¨®n econ¨®mica en Europa y, por tanto, de reducci¨®n del ritmo de creaci¨®n de puestos de trabajo. La Comisi¨®n Europea, en sus previsiones de primavera, ha anunciado un exiguo crecimiento de la econom¨ªa de la zona euro de poco m¨¢s del 2%, con una inflaci¨®n no superior al 1,5%. Durante el a?o 1998, los Once crecieron a un ritmo medio del 2,4%, pero la tasa interanual del cuarto trimestre del ejercicio lo hizo s¨®lo al 0,8%, mientras que pa¨ªses como Alemania, Dinamarca o Italia ten¨ªan tasas negativas en su actividad. En los tres meses largos de funcionamiento de la moneda ¨²nica, el euro se ha depreciado alrededor de un 8% respecto al d¨®lar, motivado sobre todo por el distinto momento de las expectativas econ¨®micas europeas y norteamericanas.
La baja de los tipos de inter¨¦s permitir¨¢ estimular la econom¨ªa, exenta de problemas de subidas de precios, adem¨¢s de reducir los d¨¦ficit nacionales a trav¨¦s de la disminuci¨®n del servicio de las deudas p¨²blicas nacionales. En el env¨¦s de la medida se sit¨²an las dificultades para el ahorro, toda vez que su remuneraci¨®n real (descontada la inflaci¨®n) se aproxima, en muchos instrumentos, al cero, o incluso puede ser negativa.
La decisi¨®n del BCE sirve tambi¨¦n para actualizar la reflexi¨®n sobre la convergencia de las econom¨ªas de los pa¨ªses que forman el euro. Por un lado est¨¢n Alemania o Italia, en situaci¨®n muy d¨¦bil; por el otro, Espa?a o Francia, que crecen por encima de la media. La paradoja aparente es que el euro, en vez de acentuar la convergencia de las tasas de crecimiento que hab¨ªa caracterizado el periodo de transici¨®n, parece haber disparado su divergencia. La coyuntura est¨¢ desincronizada, y la reducci¨®n de los tipos tendr¨¢ consecuencias desiguales en una y otra Europa. El presidente del BCE, Wim Duisenberg, ha declarado que la baja de tipos es un paso convincente, no un primer pelda?o para otras reducciones posteriores.
En su Tratado del dinero, de 1930, Keynes reivindica una pol¨ªtica flexible de rebaja del precio del dinero para estimular la demanda. M¨¢s adelante, ante la intensidad de la crisis, el economista ingl¨¦s considerar¨ªa igualmente leg¨ªtimos otros dos instrumentos de regulaci¨®n de la coyuntura: el d¨¦ficit presupuestario y la elevaci¨®n de la propensi¨®n a consumir a trav¨¦s de subidas salariales. ?Podr¨ªa ocurrir que nuestros poskeynesianos de hoy no sean m¨¢s que keynesianos inmaduros y Lafontaine tambi¨¦n hubiera sido premonitorio en esto?
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