La obsesi¨®n del crecimiento
Desde hace a?os la obsesi¨®n de los directivos de Repsol (Alfonso Cortina, el actual presidente, tuvo la virtud de no tocar pr¨¢cticamente nada ni a nadie del equipo que hered¨® de ?scar Fanjul) ha sido crecer, crear un grupo grande, de dimensiones internacionales. Ahora, si acaba cristalizando la oferta lanzada en la noche del jueves sobre YPF, la firma espa?ola habr¨¢ dado un paso fundamental para entrar en el club de los grandes. Es verdad que le queda mucho recorrido para parecerse a los gigantes Exxon-Mobil, Shell, BP-Amoco y compa?¨ªa -metidos, adem¨¢s, en procesos de fusiones que les hacen m¨¢s inalcanzables todav¨ªa-, pero tambi¨¦n lo es que ya se ha colocado entre los 10 primeros.Quedan para el recuerdo aquellos a?os de la construcci¨®n del grupo. Partiendo de una serie de empresas dependientes del Estado o que acabaron bajo el paraguas p¨²blico por una u otra raz¨®n -el monopolio distribuidor Campsa, la Empresa Nacional del Petr¨®leo (ENP), Petroliber, Repesa, las hermanas petroqu¨ªmicas Alcudia, Calatrava, Montoro y Paular...- se cre¨® primero, en tiempos de UCD, el Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH) y, posteriormente, ya con el PSOE, Repsol (nombre tomado de la marca de lubricantes de Repesa).
El proyecto fue ambicioso desde el principio. Bien provisto en capacidad de refino (una decena de plantas repartidas por toda Espa?a a las que se unir¨ªa la de Petronor) y en distribuci¨®n,suficientemente dotado en gas natural, la carencia tradicional ha sido la exploraci¨®n y producci¨®n. Por ello, comenz¨® a salir al exterior en busca de pozos y fue sumando posesiones y alianzas. Hasta sentar sus reales en Argentina, donde primero tom¨® el control de Astra (posee el 56% en la actualidad) y despu¨¦s se lanz¨® a por YPF, que tiene tres veces m¨¢s capacidad de producci¨®n que la propia Repsol.
Cabe la duda de la respuesta de los gestores de la firma argentina tras el rechazo mostrado en los intentos realizados por el equipo de Cortina; pero tras el silencio de ayer y el apoyo concedido por Menem, el camino parece allanado.
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