Yugoslavia acusa a la Alianza de "querer continuar la guerra"
Si Slobodan Milosevic pens¨® que la liberaci¨®n de los tres soldados norteamericanos pod¨ªa traer un respiro al pa¨ªs, sometido a 40 d¨ªas de bombardeo, claramente cometi¨® otro error de c¨¢lculo. Mientras el tr¨ªo militar viajaba en autob¨²s hacia Zagreb, acompa?ado por la delegaci¨®n presidida por el reverendo Jesse Jackson, escuadrones de bombarderos aliados atacaron ferozmente la refiner¨ªa de Novi Sad y varios objetivos causando da?os materiales. Adem¨¢s, ayer hubo ataques contra Kosovska Mitrovica y otras ciudades de Kosovo.La intensidad de los bombardeos reflej¨® fielmente lo prometido por Washington, Londres y Bruselas: la campa?a contin¨²a y es sin cuartel. El Gobierno yugoslavo le rest¨® importancia a la escalada de la OTAN. "Lo que hicimos fue un gesto de buena voluntad. Que los otros hagan lo que quieran. Pero queda claro qui¨¦n quiere abrir negociaciones y qui¨¦n quiere continuar con la guerra", seg¨²n Nebojsa Vujovic, portavoz del Ministerio federal de Exteriores.
Vujovic insisti¨® en que a estas alturas del conflicto el establecimiento de un mecanismo de un di¨¢logo patrocinado por Rusia resulta prioritario, "a pesar de los intentos por torpedearlo". Fue una referencia al anunciado viaje a Washington del mediador del Kremlin, V¨ªktor Chernomirdin, una misi¨®n que en Belgrado abre algunas esperanzas de tregua.
Eso, por cierto, no llev¨® alivio a las poblaciones serbias de Krusevac, Kursumlija y Cacak, que otra vez pasaron la noche en refugios ante el recio bombardeo entre la noche del s¨¢bado y la madrugada de ayer contra lo que queda de las instalaciones militares e industriales en sus per¨ªmetros.
Como todas las guerras, la de Yugoslavia comienza a ser una cruel realidad de la vida que es aceptada con una mezcla de resignaci¨®n y esperanza por todos. En el bello parque que rodea a la fortaleza Kalemegdan, la jornada dominical transcurri¨® sin sobresaltos a pesar de las sirenas de alarma y el rugir de aviones en alto vuelo. Como en todos los parques del mundo, los enamorados se besaban, los padres estaban preocupados de que sus hijos no se cayeran de las bicicletas y los vendedores de palomitas estaban haciendo su agosto. Nadie parec¨ªa preocupado por la posibilidad, no muy descartable a juzgar por la experiencia, de que un nuevo error de la OTAN podr¨ªa en cualquier instante transformar aquel pintoresco sitio hist¨®rico en escenario de una nueva carnicer¨ªa accidental de Occidente. Al fin y al cabo, la fortaleza desde la cual los serbios resistieron los embates de los otomanos desde hace siglos hoy tiene un museo militar con viejos e inutilizados tanques, obuses y bater¨ªas antia¨¦reas de la II Guerra Mundial, alrededor de los cuales resonaban las risas de ni?os belgradenses correteando entre gorgoritos detr¨¢s de los heladeros.
Sus padres le¨ªan peri¨®dicos. Pero con la desventaja de que los peri¨®dicos de Belgrado no dicen mucho. Por ejemplo, Politika, el principal diario de la capital, abri¨® ayer su edici¨®n con la noticia de los contactos pol¨ªticos entre Milosevic y Jackson y las gestiones de Chernomirdin en Mosc¨². Pero, al igual que la mayor¨ªa de los diarios de la Yugoslavia de Milosevic, no expresaban opiniones. Como varias veces en las ¨²ltimas semanas, por ejemplo, Politika reprodujo un reciente editorial de EL PA?S en la p¨¢gina 4. Sin embargo, un funcionario del Centro Militar de Prensa inform¨® a este corresponsal que su acreditaci¨®n no ser¨ªa renovada. Otra fuente del mismo despacho dijo que el asunto ser¨ªa resuelto.
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