Los fabricantes del 'cintur¨®n aturdidor' dicen que es "m¨¢s humano" que las porras
Ronnie Hawkins, un ladr¨®n de poca monta acusado de robo, se convirti¨® el 30 de junio de 1998 en el primer norteamericano en sufrir los efectos del cintur¨®n aturdidor en pleno tribunal. Hawkins, seg¨²n los testigos presentes en la vista oral, no hab¨ªa intentando escaparse, no hab¨ªa atacado a un funcionario ni tampoco hab¨ªa insultado a un testigo cuando la juez Joan Comparet-Cassani orden¨® a los guardias que le dieran una buena descarga el¨¦ctrica. ?Cu¨¢l fue, pues, el pecado del acusado? Interrumpir reiteradamente a la magistrada.El informe presentado ayer en Washington por Amnist¨ªa Internacional, de 64 p¨¢ginas, da cuenta de que en la prisi¨®n Old Parish, de Nueva Orleans (Luisiana), los guardias colocan sistem¨¢ticamente el cintur¨®n aturdidor a los presos seropositivos durante el transporte hasta las instalaciones sanitarias. "Es una manera humillante de marcar su diferencia", seg¨²n William Schulz, director ejecutivo de Amnist¨ªa Internacional en EEUU.
El cintur¨®n aturdidor REACT comenz¨® a ser usado hace cinco a?os sobre presos incluidos en cadenas de trabajos forzados en las prisiones de Wisconsin y se ha ido generalizando en todo el pa¨ªs.
Seg¨²n la empresa fabricante del REACT, basada en Ohio, presenta pocos riesgos para la salud de los detenidos porque emplea un bajo nivel de amperios y es "m¨¢s humano" que los viejos m¨¦todos de control, como las porras.
Un portavoz de Stun Tech, una industria que Cleveland que fabrica un cintur¨®n semejante, afirma que no est¨¢ concebido como un "instrumento de castigo" y acepta que emplearlo en esta direcci¨®n constituye "una violaci¨®n de los derechos civiles".
El FBI emplea el cintur¨®n el¨¦ctrico desde 1994, pero, seg¨²n sus portavoces, tan s¨®lo para prevenir ataques a sus funcionarios o evasiones. Seg¨²n Todd Craig, portavoz del FBI, sus agentes no han activado jam¨¢s el mando a distancia, porque la mera colocaci¨®n del artefacto en un detenido le disuade de cualquier comportamiento violento.
Unos 20 Estados y varios organismos de seguridad federales permiten que ese artefacto sea usado por fuerzas policiales. Algunos Estados, no obstante, lo consideran repugnante, entre ellos Massachusetts, Michigan, New Jersey y Nueva York.
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