Obst¨¢culos, atajos y remedios
Francisco Jurado, el arquitecto que dirige la actuaci¨®n, destaca los condicionantes que ha tenido que sortear. "Ten¨ªamos que idear un proyecto para albergar las oficinas que fuera capaz de mantener la actividad de la parroquia, sus dependencias auxiliares para el culto, las salas de reuniones para catequesis, conferencias y actos culturales, m¨¢s los despachos. No pod¨ªamos abandonar el recinto" dice, "porque no era cuesti¨®n de que los sacerdotes entraran y abandonaran el templo vestidos de ceremonial cada vez que misaran, celebraran una boda o un funeral", matiza. "Adem¨¢s", a?ade, "no hemos necesitado acudir a otras instituciones para que nos cedan terrenos en los que realizar la edificaci¨®n provisional que ahora construimos". A la empresa Consultor¨ªa y Gesti¨®n de Servicios le han sido encomendas las obras del pabell¨®n, que ser¨¢n sufragadas por el Ministerio de Cultura. Costar¨¢n en torno a 25 millones de pesetas. "Diariamente frecuentan la iglesia centenares de personas, no s¨®lo las que acuden a los oficios religiosos, sino las que participan en las actividades religioso-culturales, los j¨®venes de las ONG o aquellas que tramitan ceremonias religiosas". Hasta el momento ese ala ahora intervenida era ocupada buena parte del d¨ªa como estacionamiento de los feligreses y las personas vinculadas a las actividades del templo. "Por ello hemos pedido al Ayuntamiento que cierre el tramo de calle de Academia existente entre Moreto y Ruiz de Alarc¨®n y lo ceda como estacionamiento para los usuarios de estos menesteres", agrega Jurado. Entretanto, el templo, que ocupa el lugar m¨¢s visible de los transitados por los turistas que visitan Espa?a, contin¨²a en un estado exterior lamentable. La mayor parte de sus pin¨¢culos, salvo los de las agujas restauradas en 1995, muestra sus remates desmochados. La balaustrada de acceso al p¨®rtico, agrietado, sufre una erosi¨®n que afecta a los pilotes de barandillas exteriores. Dada la duraci¨®n de todas las obras emprendidas en el Prado, la iglesia de los Jer¨®nimos, del siglo XV, puede resultar irreconocible durante un lustro.
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