Jefes de la mafia rusa dirigen sus negocios en Mosc¨² desde lujosas villas de Marbella
La polic¨ªa sostiene que los 'capos' detenidos blanquean el dinero sucio en el sur de Espa?a
Un jefe de la mafia y un banquero investigados por la justicia rusa dirigen sus negocios desde Marbella, donde disfrutan -en compa?¨ªa de sus familias, guardaespaldas y testaferros- de mansiones de lujo, cuentas multimillonarias, un yate en Puerto Ban¨²s y un Rolls Royce con matr¨ªcula de Gibraltar. Seg¨²n el Grupo II contra el Crimen Organizado de la Polic¨ªa de M¨¢laga, Leonid Terekhov, de 44 a?os, organiza las actividades criminales de Medvedkovo, uno de los m¨¢s peligrosos clanes de Mosc¨². Sus ingresos proceden del control de casinos y el contrabando de armas, alcohol, gas¨®leo y caviar. Terekhov da protecci¨®n en Marbella a Alexander Sigarev, de 53, acusado de la quiebra intencionada de bancos y de blanqueo de dinero.
De pel¨ªcula. Pero de verdad. Nunca la polic¨ªa espa?ola -ni tampoco la de ning¨²n otro pa¨ªs- lleg¨® a saber tanto de un grupo mafioso ruso: sus nombres, sus planes secretos, los n¨²meros nunca rojos de sus cuentas bancarias; tambi¨¦n sus fobias, sus desconfianzas internas. Durante cinco meses, y gracias a una autorizaci¨®n judicial, los agentes contra el crimen organizado de M¨¢laga escucharon las conversaciones telef¨®nicas de Leonid Terekhov y de Alexander Sigarev, de sus esposas y de sus hombres de confianza. Y esto fue lo que oyeron. Todo empez¨® a principios de a?o. El jefe del Grupo II contra el Crimen Organizado de M¨¢laga recibi¨® una orden de sus superiores, tan apasionante como dif¨ªcil de cumplir con ¨¦xito: "Investigue a los rusos". As¨ª, en general. No hab¨ªa mucho por donde empezar. Justo un a?o antes, en febrero de 1998, Roman Frumson, un padrino de la mafia rusa, hab¨ªa sido encontrado muerto en su casa de Marbella. Asesinado de dos tiros. Se sospech¨® de su mujer, tambi¨¦n de su amante. ?Crimen pasional? Quiz¨¢, pero su pasado de estafas, falsificaci¨®n de documentos y tr¨¢fico ilegal de obras de arte agrandaron necesariamente el abanico de las sospechas.
Unos a?os antes, en 1995, tambi¨¦n en Marbella, un matrimonio ruso y su hija de siete a?os fueron asesinados brutalmente. El autor: un sicario de su misma nacionalidad. Nadie dudaba ya entonces de que las redes delictivas de la antigua URSS estaban siguiendo el ejemplo de las otras mafias internacionales y empezaban a instalarse en la Costa del Sol. Un buen lugar para descansar, disfrutar del dinero ilegalmente obtenido, blanquearlo; muy cerca de Marruecos, del para¨ªso fiscal de Gibraltar, de un aeropuerto con vuelos frecuentes a cualquier sitio; un lugar donde el dinero desorbitado nunca llam¨® la atenci¨®n; tampoco su procedencia.
En eso estaba el polic¨ªa encargado de investigar a los rusos cuando, la ma?ana del 10 de mayo, el fax le regal¨® un escrito de Interpol-Mosc¨². Los polic¨ªas rusos solicitaban de sus colegas de M¨¢laga ayuda para resolver el caso 91845, un asunto muy dif¨ªcil, un golpe limpio, de guante blanco. Sucedi¨® que entre 1996 y 1997, representantes de varias empresas rusas recibieron cuantiosos cr¨¦ditos del Novbisnessbank, ayudados al parecer desde dentro de la entidad por Alexander Sigarev. Utilizando contratos falsificados, los empresarios transfirieron el dinero obtenido a cuentas extranjeras. Evasi¨®n de impuestos. Seg¨²n un informe policial en poder del juez de Marbella, "se tiene conocimiento de que Sigarev particip¨® en la apropiaci¨®n de 73 millones de d¨®lares". O lo que es lo mismo: m¨¢s de 10.900 millones de pesetas.
La polic¨ªa rusa ped¨ªa pues a la espa?ola que indagase en el entorno del ex banquero -ahora convertido en flamante nuevo rico marbell¨ª, yate, Rolls, mansi¨®n y permiso de residencia-; que pusiera la oreja, que averiguase. El jefe del Grupo II, espoleado por algunos indicios m¨¢s, se puso manos a la obra.
La UDYCO de M¨¢laga (unidad contra la delincuencia y el crimen organizado) consigui¨® que un juzgado de Marbella autorizara la intervenci¨®n de algunos tel¨¦fonos y que un int¨¦rprete de ruso trabajase horas extras para traducir las conversaciones de los presuntos mafiosos. De la lectura de las primeras transcripciones, los agentes ya supieron que algo grande ten¨ªan entre manos.
Siguieron escuchando. Dedujeron, y as¨ª se lo contaron luego al juez, que Alexander Sigarev actuaba como un "mecenas" de Leonid Terekhov, aut¨¦ntico "l¨ªder y dirigente" de la organizaci¨®n Medvekovo. Que a cambio del mecenazgo -ayuda econ¨®mica para sus m¨²ltiples y turbios asuntos- obten¨ªa protecci¨®n. Si bien ni uno ni otro parec¨ªan sentir ninguna amenaza inmediata: ellos y sus esposas se mov¨ªan por Marbella con absoluta libertad: al yate, al casino, a los grandes almacenes. Siempre seguidos muy de cerca por Konstantin Bikov, amigo y guardaespaldas de Terekhov, un tipo duro, con cara de pocos amigos, acostumbrado a utilizar pasaporte falso y al que la polic¨ªa rusa est¨¢ deseando hacerle algunas preguntas sobre tres asesinatos cometidos en Mosc¨². "Participa", seg¨²n un documento policial, "en las acciones criminales del grupo mafioso como ejecutor...".
La polic¨ªa ya no s¨®lo escucha a Terekhov y a Sigarev. Pone la oreja a Bikov, y tambi¨¦n a Delian Grivitchki, quien se encarga de los tr¨¢mites bancarios, y a Alexander Zolotarsky, con antecedentes en Espa?a por falsificaci¨®n de pasaportes y actual testaferro de Terekhov.
Los tel¨¦fonos no callan. Tranquilos quiz¨¢ porque sus cr¨ªmenes no se cometen en Espa?a -si acaso pueden ser acusados de delitos relaciones con el blanqueo de dinero-, Terekhov y Sigarev charlan y charlan. Sus negocios van quedando al descubierto. El pasado mes de julio, la polic¨ªa decide detenerlos. No es aconsejable dejar en un cesto tan complicado como Marbella unas manzanas tan podridas. Y del registro de sus domicilios se obtienen nuevas y suculentas pruebas de la habilidad con la que maquillan el dinero, de su relaci¨®n con jueces, pol¨ªticos y polic¨ªas corruptos.
Ahora esperan en libertad -tienen que ir ante el juez cada semana- un vuelo forzoso a Mosc¨². All¨ª ya los esperan unas esposas distintas a las suyas.
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