La honda radicalidad de un maestro
Los interminables aplausos del p¨²blico puesto de pie saludaron ayer la presencia del director Bertrand Tavernier y de la actriz Maria Pitarresi, dos de los responsables de un filme excepcional, Hoy comienza todo, en la sala del Kursaal. Ha sido, hasta el momento, la mayor ovaci¨®n o¨ªda en el festival, y una de las m¨¢s intensas que este cronista recuerda en Donostia. Y tambi¨¦n, de las m¨¢s justas. Porque, conviene decirlo ya, Hoy comienza todo es no s¨®lo una obra maestra, sino la mejor pel¨ªcula jam¨¢s realizada por el director franc¨¦s en su ya larga, furct¨ªfera carrera. Y es tambi¨¦n, aunque la frase suene a sobada, una pel¨ªcula necesaria. Por justa, por honesta, por radical; por recordarnos lo que no funciona en esta Europa nuestra del mercado y el liberalismo econ¨®mico. Y por insistir, y nunca ser¨¢ demasiado, en que hay que pensar m¨¢s en qu¨¦ mundo legaremos a los ni?os que vienen detr¨¢s nuestro, y en qu¨¦ condiciones de formaci¨®n los largaremos al mundo.Dice Tavernier que ¨¦l comenz¨® a recorrer un camino de b¨²squeda sin mapas ni br¨²jula en pos de la realidad cuando se puso a escribir lo que fue su portentosa L627, y que ese camino le ha llevado hacia otros rumbos: lo que all¨ª era el d¨ªa a d¨ªa de unos polic¨ªas antidrogas, fue luego, en el documental De l? autre cot¨¦ du p¨¦riph, a¨²n in¨¦dito, y que aqu¨ª veremos en un par de d¨ªas dentro del ciclo que el festival dedica a quien este a?o es el presidente de su jurado, la respuesta en forma de pel¨ªcula a una ministra sobre las condiciones de vida de los inmigrantes. Ahora, con Hoy comienza todo, se adentra en la vida de un maestro de escuela (Philippe Torreton, en quien ha encontrado Tavernier la misma extraordinaria complicidad que obtuviera, en el comienzo de su carrera, de Philippe Noiret) en la Francia deprimida del norte, las minas cerradas, los obreros en paro, el aumento de los suicidios.
Por ah¨ª se mete el gran realizador franc¨¦s, y su filme es sencillamente mod¨¦lico. M¨¢s radical que Ken Loach, m¨¢s libre en las formas, menos atado a los mecanismos de los g¨¦neros, Tavernier recuerda qu¨¦ funciona y qu¨¦ no, en esta Francia de la izquierda plural, qu¨¦ significa no tener hoy un trabajo, cu¨¢l es la escuela en la que abren los ojos a la vida los ciudadanos del futuro.
L¨ªmpida en sus formas, la pel¨ªcula es la certificaci¨®n de una mirada enormemente sabia. Honesta, enfadada pero jam¨¢s sancionadora; copart¨ªcipe del destino de sus criaturas, que no es otro que el de sus contempor¨¢neos. Como Jean Renoir, que es en esto, como en tantas otras cosas, su indiscutible mentor, Tavernier construye un discurso recorrido por una vena humanista profunda y tolerante. Y nosotros, sus espectadores, estamos de enhorabuena.
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