Los ¨²ltimos colonos, al fin propietarios
A Ram¨®n Gonz¨¢lez le expropiaron su vida cuando apenas ten¨ªa 30 a?os. Tuvo que coger a su familia y decir adi¨®s a su cortijo de El Aguaderico, en lo m¨¢s agreste de las sierras de Segura y Cazorla (Ja¨¦n). All¨ª hab¨ªa nacido, all¨ª ten¨ªa su huerta y all¨ª perviv¨ªan las huellas de sus antepasados. Era la d¨¦cada de los 50 y, como Ram¨®n, otras decenas de familias se vieron forzadas a asentarse en el poblado de Coto R¨ªos, creado por el Instituto Nacional de Colonizaci¨®n a ra¨ªz de la puesta en marcha del Plan Ja¨¦n, un invento con el que Franco, que frecuentaba estas sierras para cazar, quiso llenar de contenido su c¨¦lebre frase de "Ja¨¦n me quita el sue?o".A Ram¨®n y a todos los que llegaron a Coto R¨ªos le proporcionaron tambi¨¦n una peque?a parcela para su explotaci¨®n. Esa pol¨ªtica de colonizaci¨®n agr¨ªcola tuvo continuidad despu¨¦s en otra semejante en materia forestal. De alguna manera, el Estado quiso hacer de estos vecinos los mejores guardas de unas sierras que poco despu¨¦s ser¨ªan declaradas coto nacional. A ellos poco les importaba, pues fueron los a?os donde m¨¢s jornales se generaban por la limpieza y protecci¨®n de los montes.
Sin embargo, medio siglo despu¨¦s, todav¨ªa pagan las consecuencias de una pol¨ªtica colonizadora llena de paradojas. Ram¨®n, de 80 a?os, ha vivido estos 50 a?os en una casa sobre la que no ten¨ªa derecho alguno. Es m¨¢s, incluso ha tenido que pagar un canon anual. Como Ram¨®n, ning¨²n vecino de Coto R¨ªos ha podido alterar la superficie de su vivienda en este medio siglo, y eso a pesar de las necesidades por el crecimiento de las familias. Primero el Icona y despu¨¦s Medio Ambiente han sido inflexibles en sus principios colonizadores. Y es que, como dicen los hermanos Manuel y Amador Punzano, dos de los primeros colonos, "aqu¨ª los guardas han tenido m¨¢s poder que los alcaldes".
El colmo de las incongruencias que han padecido estos vecinos lleg¨® cuando empezaron a recibir multas por las peque?as obras en el interior de sus habit¨¢culos para paliar el hacinamiento. Manuel Punzano recuerda que los guardas que les autorizaron a estas obras fueron los que luego les dieron las sanciones. Casi nadie ha pagado esas multas, pero los colonos de Coto R¨ªos, con m¨¢s de 500 habitantes en la actualidad, llevan medio siglo esperando poder contar con una escritura de sus casas y de sus peque?as huertas.
Hoy, casi ning¨²n vecino ha recibido noticia de que la Junta vaya a proceder a la enajenaci¨®n de las viviendas a los vecinos, que podr¨¢n adquirir el t¨ªtulo de propiedad de sus casas por cantidades que oscilan entre 400.000 y 700.000 pesetas. "Ya era hora", exclama Francisca Nieto, de 77 a?os, otra de las primeras colonas.
Su vecina Adela Castillo alerta de que ese acuerdo seguir¨¢ siendo incompleto hasta que se incluya en la enajenaci¨®n a las peque?as parcelas agr¨ªcolas. "Tendremos que seguir pagando un canon", dice resignada Adela.
Mucho ha tenido que ver en la soluci¨®n final de este conflicto el alcalde de Santiago-Pontones, el municipio al que pertenece Coto R¨ªos, a pesar de que sus vecinos orientan toda su vida econ¨®mica y sanitaria hacia Cazorla, mucho m¨¢s pr¨®xima. Luis Parra ha salido mareado de recorrer tantos organismos y de visitar a pol¨ªticos para convencerles de que se pusiera fin a una situaci¨®n tan at¨ªpica como absurda. Hoy, a pesar de que teme que sus vecinos tampoco le crean en esta ocasi¨®n, ha conseguido no s¨®lo la enajenaci¨®n de las viviendas, sino tambi¨¦n el compromiso de la Junta de destinar el dinero procedente de esa venta a obras de urbanizaci¨®n y equipamiento del poblado.
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