Los sindicatos agrarios de EE UU piden a sus asociados que dejen de sembrar transg¨¦nicos

Las multinacionales biotecnol¨®gicas estadounidenses, las creadoras y grandes impulsoras de los cultivos gen¨¦ticamente modificados, ya tienen el enemigo en casa. M¨¢s de 30 sindicatos agrarios de Estados Unidos han aconsejado a sus asociados que eviten plantar semillas transg¨¦nicas, por temor a que el creciente rechazo de los consumidores y las posibles acciones legales contra esos cultivos acaben por arruinarles. En Espa?a, las dos principales asociaciones agrarias -que representan en conjunto al 85% de los agricultores- mantienen posiciones opuestas sobre los alimentos transg¨¦nicos.

Las asociaciones agrarias estadounidenses opuestas a los transg¨¦nicos incluyen a las influyentes National Family Farm Coalition, American Corn Growers Association, y otras que representan a decenas de miles de agricultores, seg¨²n informaba ayer The Washington Post. Su principal preocupaci¨®n es que una avalancha de litigios provocados por la diseminaci¨®n de polen transg¨¦nico a los campos vecinos acabe por asfixiar sus econom¨ªas. Con cierto retraso respecto a Europa, la opini¨®n p¨²blica estadounidense ha empezado a desconfiar -con raz¨®n cient¨ªfica o sin ella- de la seguridad sanitaria y medioambiental de los alimentos gen¨¦ticamente modificados.Los sindicatos agrarios han hecho ya un llamamiento a las grandes empresas productoras de transg¨¦nicos para que, en la temporada que viene, den prioridad a la venta de semillas "tradicionales" -libres de modificaciones gen¨¦ticas-, y que mantengan esa actitud hasta que el pa¨ªs disponga de un estudio cient¨ªfico "independiente" de los posibles riesgos para la salud o el medio ambiente asociados a los cultivos transg¨¦nicos. Hasta ahora, las garant¨ªas cient¨ªficas sobre la seguridad de estas plantas han estado financiadas por las propias industrias que los comercializan, como Monsanto y Novartis.

Las semillas transg¨¦nicas de ma¨ªz, soja y otras plantas de cultivo han sido modificadas en el laboratorio para incorporarles genes de bacterias o de virus que las hacen resistentes a ciertas plagas o a las bajas temperaturas, o a los da?os que provoca su transporte y almacenamiento.

En Espa?a no hay cifras oficiales sobre la implantaci¨®n de los cultivos transg¨¦nicos, pero todas las fuentes coinciden en que hay sembradas entre 20.000 y 30.000 hect¨¢reas de ese tipo, casi todas en Arag¨®n y Catalu?a. Los agricultores espa?oles gastan entre 15.000 y 20.000 millones de pesetas anuales en semillas transg¨¦nicas. La variedad m¨¢s com¨²n es un ma¨ªz transg¨¦nico de la firma Novartis -llamado Bt, por la bacteria Bacillus turigiensis que le ha prestado uno de sus genes- que le confiere resistencia al taladro, una plaga destructora del ma¨ªz, muy com¨²n en Arag¨®n y Catalu?a.

En Andaluc¨ªa y Extremadura existen adem¨¢s los llamados multiplicadores, o explotaciones agrarias que plantan ma¨ªz y otras plantas no para venderlas al sector alimentario, sino para reproducir las semillas y suministr¨¢rselas a las mismas multinacionales que se las han cedido en primer lugar, una actividad bastante rentable en comparaci¨®n con las pr¨¢cticas habituales.

Los agricultores espa?oles est¨¢n divididos sobre la conveniencia de adoptar estos cultivos. En t¨¦rminos generales, Asaja (Asociaci¨®n de J¨®venes Agricultores, pr¨®xima a la derecha pol¨ªtica y que representa al 35% del sector) se muestra a favor de los transg¨¦nicos mientras no se demuestre que son da?inos; y Coag (Coordinadora de Agricultores y Ganaderos, pr¨®xima a la izquierda y que representa al 49% de los agricultores) se opone a ellos mientras no se demuestre que son seguros.

Jos¨¦ Ram¨®n D¨ªaz, coordinador del sector de tecnolog¨ªa e investigaci¨®n de Asaja, afirma que su asociaci¨®n desea mantener un equilibrio entre los reparos sanitarios y medioambientales que suscitan los transg¨¦nicos, y las ventajas econ¨®micas que la resistencia a las plagas supone para los agricultores.

Sin embargo, Jos¨¦ Manuel de las Heras, secretario general de Coag, exige al Gobierno una moratoria en las importaciones de transg¨¦nicos mientras no haya garant¨ªas cient¨ªficas sobre su seguridad, y sostiene que las supuestas ventajas econ¨®micas que aportan a los agricultores son, como m¨ªnimo, discutibles.