VIH, un virus que se resiste
Mientras esperamos los resultados de varias estrategias en experimentaci¨®n para hacer del VIH (el retrovirus que causa el sida) una condici¨®n "cr¨®nica" pero no fatal, los especialistas, las personas seropositivas y los activistas de tratamientos debemos afrontar cada vez con mayor frecuencia e inquietud el fracaso de las terapias antirretrovirales actualmente disponibles. En el origen de este fracaso se encuentra la capacidad del VIH para mutarse y hacerse as¨ª resistente a la presi¨®n del f¨¢rmaco, un proceso que generalmente desemboca en un nuevo aumento de la actividad replicativa del virus y probablemente de su acci¨®n inmunosupresora. Los nuevos productos farmac¨¦uticos que est¨¢n pendientes de autorizaci¨®n no van a solucionar a corto plazo este problema, dado que pertenecen a las mismas familias a las que ahora el VIH se est¨¢ haciendo resistente.El problema se acent¨²a si tenemos en cuenta que varios estudios indican que entre las personas recientemente diagnosticadas en nuestro pa¨ªs, en torno a un 15% se ha infectado con una cepa f¨¢rmacorresistente (un dato que tambi¨¦n nos deber¨ªa hacer reflexionar sobre la validez del abordaje actual de la prevenci¨®n de la transmisi¨®n del VIH).
Si el VIH hace una mutaci¨®n de resistencia farmacol¨®gica, uno o varios de los medicamentos que la persona est¨¦ tomando dejan de ser efectivos. La cuesti¨®n estriba en saber cu¨¢ntos y cu¨¢les de esos compuestos est¨¢n fracasando. Los nuevos tests de resistencias genot¨ªpica y fenot¨ªpica, a¨²n en desarrollo, intentan dar respuesta a estos interrogantes. Grosso modo, una prueba de resistencia genot¨ªpica puede indicar por qu¨¦ mutaciones ha pasado el virus que se asocien a resistencia a determinados f¨¢rmacos; una prueba fenot¨ªpica se?alar¨ªa a qu¨¦ otros f¨¢rmacos ser¨ªa sensible a¨²n el VIH. Podr¨ªamos as¨ª descartar unos medicamentos y apostar por otros.
Los tests de resistencia, aunque sin duda valiosos, presentan importantes dificultades para ser trasladados a la pr¨¢ctica cl¨ªnica. La primera es la complejidad de su comprensi¨®n: exige formaci¨®n continuada por parte del especialista del VIH as¨ª como empezar a contar con la figura del vir¨®logo dentro del equipo terap¨¦utico, si es que tal equipo existe. S¨®lo de esta manera podr¨¢ discernir la validez de la informaci¨®n leg¨ªtima pero interesada que sobre el tema le proporcionar¨¢ cada empresa farmac¨¦utica.
La segunda es el no dejar de lado s¨²bitamente otros factores como el recuento de CD4 (las defensas), la medici¨®n de la carga viral o sobre todo una buena interpretaci¨®n de la historia de tratamientos del usuario. Ser¨ªa un error que la presi¨®n sobre el m¨¦dico para encontrar una terapia que rescate a la persona del fracaso virol¨®gico, por describir uno de los escenarios en los que estas pruebas ser¨ªan m¨¢s ¨²tiles, le hiciera confiar ciegamente en uno solo de los elementos a tener en cuenta.
La tercera dificultad radica en las reticencias de las autoridades sanitarias a generalizar el uso de un nuevo instrumento de diagn¨®stico debido a su coste. Sin embargo, los an¨¢lisis farmacoecon¨®micos provisionales sobre la aplicaci¨®n de los tests de resistencia genot¨ªpica, los m¨¢s ensayados hasta el momento, demuestran que tal aplicaci¨®n permite una optimizaci¨®n individualizada del tratamiento, lo que supone no s¨®lo una mejora en la calidad y la expectativa de vida de las personas tratadas, sino tambi¨¦n un ahorro del coste en medicamentos ineficaces y en la asistencia sanitaria (hospitalizaci¨®n, prescripci¨®n de otros f¨¢rmacos para afrontar enfermedades oportunistas) que derivar¨ªa de un eventual empeoramiento de las condiciones de salud.
Urge, pues, un di¨¢logo entre todos los agentes implicados, sin hurtar la participaci¨®n de los propios afectados, que permita consensuar directrices de uso de los tests de resistencia farmacol¨®gica en la pr¨¢ctica cl¨ªnica y no perder un tiempo precioso, como lamentablemente sucedi¨® en su momento con las pruebas de medici¨®n de la carga viral. Todos saldremos ganando.
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