Los mensajeros de mi aldea
GERARDO MARKULETA
"No hay pueblo en el mundo que haya logrado su libertad tras haber puesto su suerte en manos de los militares". Sensatas y oportunas palabras de Piarres Xarriton, acad¨¦mico de la lengua vasca, ante el final del alto el fuego anunciado por ETA. Revelan a las claras que los nacionalistas vascos no violentos en absoluto est¨¢n "desconcertados", como afirmaba recientemente un editorial firmado en Madrid, sino hartos de que unos y otros, absolutamente insensibles ante seg¨²n qu¨¦ clamores populares, hablen en su nombre sin tener en cuenta su opini¨®n; hartos de presuntos bomberos que se conducen como pir¨®manos: "bakezale asko, eta bakegile gutxi" (muchos pacifistas, pocos pacificadores), denuncia Joseba Sarrionandia en su at¨ªpico diccionario Hitzen ondoeza (El malestar de las palabras).
Como afirmaba hace unos a?os nuestro escritor Bernardo Atxaga, "quienes no est¨¢n ni con unos ni con otros, no est¨¢n en medio, sino en todas partes". Y cansados, adem¨¢s, de recibir desde uno y otro lado rabiosas e interesadas solicitudes de adhesi¨®n incondicional y acr¨ªtica, de aguantar apelativos como "melifluos equidistantes" por el simple hecho de no olvidar la tortura o la crueldad de la pol¨ªtica penitenciaria al tiempo que denuncian la barbarie de la "lucha armada".
"ETA no ha fechado con absoluta precisi¨®n su anuncio de ruptura de la tregua", se arrancaba Jon Juaristi el pasado lunes, en un apresurado art¨ªculo que reveladoramente titul¨® El tiempo de la berza. Lamento tener que recordar que lo que ETA s¨ª fech¨® con absoluta precisi¨®n, profesor Juaristi, fue la fecha de la ruptura de la tregua. Y, ante la -para todos- l¨²gubre noticia, resulta lamentable comprobar que "los mensajeros de mi aldea" no han necesitado m¨¢s que el anuncio para ponerse a agitar la pancarta del "ya te lo dec¨ªa yo". Llamo "mensajeros de mi aldea" a ciertos analistas socio-pol¨ªtico-culturales vascos a los que la tregua pill¨® no s¨®lo a contrapi¨¦, sino paladinamente instalados en una beligerancia parcialmente sorda y ciega, y a menudo visceral, que durante largos a?os -en algunos casos por puro desconocimiento, en otros con plena constancia de las realidades culturales, sociales y pol¨ªticas que se ocultaban, despreciaban o menospreciaban- no ha hecho sino aflorar, crear y fomentar el autismo informativo y cultural binario que, lamentablemente, ha campado a sus anchas por estos lares medi¨¢ticos hasta hace bien poco tiempo.
Dec¨ªa del t¨ªtulo del art¨ªculo aludido que era revelador porque sirve perfectamente como ejemplo de cierta actitud de un nutrido grupo de colaboradores que han proliferado en la prensa en lengua castellana de nuestro entorno. El erudito profesor y estimable poeta utiliza su conocimiento de la lengua sociolingu¨ªstica y culturalmente d¨¦bil -la no elegida por ¨¦l para su propia creaci¨®n literaria- ¨²nicamente para ridiculizarla. Y aderezar as¨ª, con color local de entendido, un a?ejo discurso que persiste tercamente en obviar el discurso -la realidad vital, cultural, social- de su adversario pol¨ªtico ("el paranoico es el otro", que dir¨ªa el poeta).
Un discurso sospechosamente monocorde y machaconamente repetido en plumas diversas, substanciado en un diagn¨®stico que olvida datos fundamentales como -por dar el ejemplo m¨¢s breve, el m¨¢s gr¨¢fico- los informes de la prestigiosa organizaci¨®n Amnist¨ªa Internacional en cuanto a Espa?a se refiere. Un discurso que no propone sino el encastillamiento furibundo en el desconocimiento del otro, en la demonizaci¨®n del otro. Un discurso que, a la postre, no propone otra cosa que la persistencia del largo conflicto.
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