Un volapi¨¦ de Canales Rivera
Canales Rivera cobr¨® un estoconazo sensacional marcando los tiempos del volapi¨¦. El toro qued¨® herido de muerte, buscando errabundo el abrigo de las tablas, y en cuanto lleg¨® a su proximidad rindi¨® all¨ª la vida.La estampa repet¨ªa la escultura de Mariano Benlliure llamada "La estocada de la tarde" que ha quedado como paradigma del efecto letal de la suerte suprema. La diferencia -si se quiere sutil- estrib¨® en que estocadas de aquellas se produc¨ªan, efectivamente cada tarde (m¨¢s o menos) mientras que estocadas al estilo de la de Canales Rivera son dif¨ªciles de ver.
Lo que cobr¨® Canales Rivera fue la estocada de la feria y a¨²n falta mucho para que discurran las dem¨¢s ferias pero no se desde?a que vaya a ser tambi¨¦n el volapi¨¦ de la temporada. Mientras lo usual es que los toreros maten al asalto, ech¨¢ndole al toro la muleta sobre los ojos, clavando a cap¨®n , casi siempre por los blandos y escapando de la suerte en la modalidad de "s¨¢lvese quien pueda", Canales Rivera cit¨® en cort¨® y por derecho; ech¨® la pa?osa a la pezu?as, se volc¨® sobre el morrillo mientras el toro humillaba, hundi¨® el acero por el hoyo de las agujas y vaciado el embroque sali¨® tan recio y galano al hilo del costillar.
Pe?a / Jim¨¦nez, Puerto, Canales Toros de Fernando Pe?a, decorosos de presencia, flojos, manejables, de poca casta, excepto 1? y tambi¨¦n 4?, que tuvo trap¨ªo y derrib¨®
Pep¨ªn Jim¨¦nez: pinchazo hondo bajo, pinchazo, otro hondo, rueda de peones y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos y estocada ca¨ªda perdiendo la muleta (silencio). V¨ªctor Puerto: pinchazo y estocada perdiendo la muleta (dos orejas); pinchazo descaradamente bajo perdiendo la muleta, pinchazo volvi¨¦ndola a perder y otro hondo; se le perdon¨® un aviso (silencio). Canales Rivera: estocada ca¨ªda y rueda de peones (insignificante petici¨®n y vuelta); estocada (dos orejas). Plaza de Valdemorillo, 6 de febrero. 3? corrida de feria. Lleno.
Le dieron dos orejas a Canales Rivera y a¨²n hab¨ªa quien porfiaba que constitu¨ªa excesivo premio por una simple estocada. Mas uno sostiene que cuando se ejecutan la suertes con semejante pureza, ni siquiera los trofeos pueden recompensar el m¨¦rito de la tarea realizada. De cualquier forma la estocada de Canales Rivera no tuvo parang¨®n. Y adem¨¢s no ven¨ªa de sorpresa pues la tarde entera estuvo torero. Torero fiel a los c¨¢nones, emple¨¢ndose con un rigor y un ajuste que no admit¨ªan concesiones a la galer¨ªa.
Ignora un servidor (no se puso a hacer encuestas por el tendido) si los aficionados se percataron de la manera de torear y de ligar que tuvo Canales Rivera. En vez de dar un muletazo y salir corriendo, que es el oropel del toreo, lo usual entre pegapases, no le perd¨ªa nunca terreno al toro; antes al contrario se lo ganaba, le retaba all¨ª, fronterizo y cruzado. Muchas veces el redondo o el natural acababan descompuestos, es cierto -pues hab¨ªa de salvar el pellejo-, pero esta es la evidencia del riesgo m¨¢ximo que genera el arte de torear si se ejecuta con ligaz¨®n cargando la suerte.
Tarde torera
Pep¨ªn Jim¨¦nez y V¨ªctor Puerto en algunos pasajes mostraron asimismo predisposici¨®n a torear por lo puro. La tarde valdemorillana -parece evidente-ven¨ªa reivindicativa y torera. Pep¨ªn Jim¨¦nez con mayores dificultades pues le correspondieron los dos toros de casta agresiva -uno de ellos poderoso, que lleg¨® a derribar con estr¨¦pito; otra sorprendente novedad- y entre dudas y alivios, tandas desiguales, detalles de pinturer¨ªa, mucho recurrir a la trincherilla, cuaj¨® al primero dos tandas de naturales con temple impecable de singular belleza.
V¨ªctor Puerto volvi¨® a ser el torero de t¨¦cnica y repertorio, sobrado en todos los tercios y todas las situaciones, decidido, valeroso para aguantar los parones, consentir y sacar los muletazos por delante o por detr¨¢s a distancias inveros¨ªmiles, con el aderezo de unos cuantos para la galer¨ªa, que en los pueblos siempre valen orejas. Y dio las largas cambiadas de rodillas...
Canales Rivera no le fue a la zaga en las largas cambiadas de rodillas (ser¨ªa por un prurito competidor) y algunos floridos capoteos, mientras en el manejo de la muleta tuvo la honradez de asumir los peligros toreando ortodoxo, as¨ª le menudearan lo arreones, y de cobrar al sexto de la tarde un estoconazo hasta la bola marcando lento y seguro, en corto y por derecho, los tiempos del volapi¨¦.
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