"El centro-izquierda puede darse por satisfecho con mantener las cosas como est¨¢n"

Hay cantantes, escritores o directores de cine de culto, pero casi nadie hablaba de economistas de culto hasta que Robert Mundell logr¨® el a?o pasado el Premio Nobel de Econom¨ªa, y los alumnos (algunos de ellos espa?oles) que el profesor canadiense ha cultivado con mimo durante m¨¢s de tres d¨¦cadas revelaron su agradecimiento por la brillantez, la precisi¨®n y la originalidad de este pensador de 67 a?os.
El televisor de la habitaci¨®n del hotel en que se hospeda Robert Mundell en Madrid tiene sintonizada la CNN estadounidense, y justo al final de la entrevista, el martes por la tarde, la pantalla, todav¨ªa sin sonido para no dificultar la conversaci¨®n, comienza a difundir las duras im¨¢genes de lo que luego resultar¨¢ ser el atentado de ETA en Vitoria. El premio Nobel de Econom¨ªa de 1999 observa consternado.-?Es Espa?a?
-Eso parece.
Antes de que el ambiente se ensombrezca, Mundell pasa revista a los primeros meses de vida del euro. No en vano, sus estudios a principios de los a?os sesenta sobre "¨¢reas monetarias ¨®ptimas" sentaron las bases te¨®ricas de lo que hoy es la moneda ¨²nica de la Uni¨®n Europea.
El profesor Mundell, nacido en Kingston (Canad¨¢) hace 67 a?os, se encuentra en Madrid invitado por el Instituto de Empresa, en cuyo Foro del Liderazgo Empresarial imparti¨® la clase Qu¨¦ significa el euro para Espa?a: beneficios y nuevos retos, y tiene previsto entrevistarse hoy con el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en La Moncloa.
Pregunta. La primera pregunta a un Nobel de Econom¨ªa parece obligada: ?c¨®mo ha invertido el dinero del premio?
Respuesta. Bueno, le dir¨¦ s¨®lo lo que siempre cuento a todo el mundo (risas): voy a gastar parte de ese dinero en restaurar un castillo o palazzo o lo que sea que compr¨¦ hace un cierto tiempo en Italia.
P. Vaya, nada de inversiones.
R. Bueno, eso es una inversi¨®n de verdad (m¨¢s risas). Adem¨¢s, le voy a comprar un poney a mi hijo de dos a?os.
P. De un economista como usted, que dispone de casi un mill¨®n de d¨®lares (unos 166 millones de pesetas, el importe del premio) para invertir, uno esperar¨ªa una decisi¨®n un tanto m¨¢s diversificada.
R. Ciertamente. Lo normal ser¨ªa invertir gran parte de ese dinero en Bolsa. Pero pienso que ahora mismo no estamos en el momento adecuado. Hay un par de cosas que me producen inquietud: la tendencia al alza del precio del petr¨®leo y una cierta volatilidad de los tipos de cambio. En cualquier caso, soy optimista a largo plazo sobre el comportamiento de las Bolsas. Hay grandes oportunidades de hacer dinero r¨¢pidamente con la irrupci¨®n de Internet, las nuevas tecnolog¨ªas, telefon¨ªa sin cable...
P. Y para eso, ?prefiere las Bolsas europeas o la estadounidense?
R. Lo adecuado ser¨ªa repartir entre algunos mercados emergentes, EEUU, Jap¨®n, y Europa.
P. A prop¨®sito de Europa, ?est¨¢ satisfecho de c¨®mo se ha desarrollado el euro, usted que fue uno de los precursores de la idea?
R. Estoy muy satisfecho de c¨®mo ha arrancado la moneda ¨²nica, con once participantes. Muy pocos cre¨ªan que eso fuese posible incluso en 1997. S¨ª, estoy satisfecho.
P. ?A pesar del desplome frente al d¨®lar?
R. No, no. Me refiero a que fue sorprendente que tantos pa¨ªses pudiesen arrancar al mismo tiempo con el euro. En los primeros seis meses yo estaba bastante contento de que se desplomase frente al d¨®lar. Se tem¨ªa que resultase una moneda demasiado fuerte, a la sombra de la vieja tradici¨®n del Bundesbank, la cultura de la estabilidad. Ahora est¨¢ d¨¦bil. Pero en aquel momento nadie lo sospechaba. Y luego tuvimos a todos los pol¨ªticos europeos socavando la supuesta independencia del Banco Central Europeo (BCE), cuando ped¨ªan una pol¨ªtica monetaria m¨¢s laxa. No hay m¨¢s que recordar lo que entonces ped¨ªa Oskar Lafontaine [ministro de Finanzas alem¨¢n que acab¨® dimitiendo]
P. Luego el euro empez¨® a caer y se acabaron las cr¨ªticas.
R. Claro, la cuesti¨®n entonces fue si era demasiado peligroso tener un euro tan d¨¦bil. Creo que el BCE ten¨ªa que haber intervenido en los mercados, para fijar un m¨ªnimo por debajo del cual no estaba dispuesto a dejar caer el euro. No lo hizo, y eso le resta fuerza moral si la moneda ¨²nica acaba revaloriz¨¢ndose en exceso, digamos por encima de 1,10 d¨®lares, y resulta necesario recabar la intervenci¨®n de Estados Unidos en sentido contrario.
P. Total, que no est¨¢ satisfecho con la manera con que el BCE se ha manejado todo este tiempo.
R. Bueno, tambi¨¦n hay que contar con un peque?o impedimento. Recuerde que el BCE no tiene mandato legal para ocuparse del tipo de cambio. S¨®lo de la inflaci¨®n. Pero yo creo que el tipo de cambio, una depreciaci¨®n, es uno de los primeros y buenos indicadores de inflaci¨®n futura. En Europa, s¨®lo el Ecofin [Consejo de Ministros de Econom¨ªa de los Quince] puede ocuparse del tipo de cambio. Wim Duisenberg [presidente del BCE] no puede decir de repente: mire, vamos a arreglar el tipo de cambio. Eso representa una debilidad institucional para Europa. No hay un equivalente europeo a Larry Summers, secretario del Tesoro de Estados Unidos.
P. Efectivamente, es un problema. Para los m¨¢s cr¨ªticos con la uni¨®n monetaria, sin embargo, el problema mayor es que no parece haber espacio para una pol¨ªtica econ¨®mica de centroizquierda.
R. No, no hay.
P. ?Y qu¨¦ les queda entonces a los votantes de centroizquierda?
R. Bueno, algo les queda. Los Gobiernos europeos [socialistas o con participaci¨®n socialista la mayor¨ªa] est¨¢n haciendo lo mejor que se puede hacer por los votantes de centroizquierda...
P. ?Una pol¨ªtica de centroderecha?
R. Estabilidad monetaria, b¨¢sicamente. La inflaci¨®n est¨¢ bien para los otros, para el enemigo. El centroizquierda puede darse por satisfecho con mantener las cosas como est¨¢n. No podr¨¢ conseguir mucho m¨¢s en el terreno social, por la presi¨®n demogr¨¢fica en los pr¨®ximos a?os.
P. O sea, que el objetivo m¨¢ximo es que los actuales sistemas de protecci¨®n social se queden como est¨¢n.
R. Eso es todo lo m¨¢s que se podr¨¢ conseguir, y ya ser¨ªa importante. Hace poco habl¨¦ con los socialdem¨®cratas en Suecia, en el Gobierno, y su preocupaci¨®n sobre una posible entrada del pa¨ªs en el euro no era el euro en s¨ª mismo, sino la consecuente necesidad de recortar el gasto social.
P. ?Qu¨¦ problemas le esperan a Espa?a a la vuelta de la esquina?
R. No creo que Espa?a vaya a tener problemas espec¨ªficos. Cualquier shock futuro en Europa tendr¨¢ lugar en varios pa¨ªses a la vez. Hasta ahora, los ¨²nicos problemas derivados de un shock asim¨¦trico en Espa?a han sido los que se han derivado de una gran devaluaci¨®n o de una fuerte apreciaci¨®n de la moneda. Ahora mismo, la econom¨ªa espa?ola es el orgullo de Europa, se est¨¢ beneficiando much¨ªsimo de la entrada en el euro y de las exitosas pol¨ªticas econ¨®micas.
P. La econom¨ªa estadounidense est¨¢ dando signos de una vitalidad sin precedentes y Europa parece no poder ir m¨¢s que a la zaga. ?Realmente estamos los europeos tan retrasados?
R. Yo dir¨ªa que unos cinco o seis a?os. Excepto un corto periodo a principios de los noventa, la econom¨ªa de Estados Unidos lleva creciendo desde los famosos recortes fiscales de Ronald Reagan a principios de los ochenta, que contribuyeron a hacer la econom¨ªa estadounidense la m¨¢s eficiente del mundo.
P. ?Atribuye entonces el actual ¨¦xito estadounidense m¨¢s a Reagan que a Clinton?
R. Bueno, a los dos. El recorte fiscal de Reagan sirvi¨® de preparaci¨®n. Luego vino una corta recesi¨®n, que casi casi fue necesaria, ya que se logr¨® una gran reestructuraci¨®n que sane¨® toda la econom¨ªa y le dio un tremendo impulso luego. Fue casi una buena recesi¨®n.
P. En Europa no solemos tener recesiones tan buenas.
R. Le cost¨® la presidencia a George Bush [frente a Clinton en 1992], pero fue una buena recesi¨®n. Ah¨ª se prepar¨® toda la revoluci¨®n posterior de la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n, que ha transformado absolutamente toda la vida de Estados Unidos, en empresas, en Organizaciones No Gubernamentales ONG), en el propio Gobierno.
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