Matices
En referencia a la carta publicada por su diario el pasado d¨ªa 16 de febrero bajo el t¨ªtulo Intolerancia y suscrita por don Francisco Cort¨¦s Mart¨ªnez, la direcci¨®n del Centro Cultural Miguel Hern¨¢ndez quiere matizar los siguientes aspectos:Primero: es absolutamente falso que la direcci¨®n del Centro Cultural se haya propuesto erradicar ninguna actividad en el Miguel Hern¨¢ndez. Prueba de ello es que, en los seis meses que la nueva direcci¨®n lleva al frente de este centro, el n¨²mero de alumnos matriculados ha aumentado m¨¢s de un 30%, pasando de 800 en marzo de 1999 a 1.083 en febrero de 2000. Asimismo, mientras que en el primer trimestre del pasado curso hab¨ªa matriculados 850 alumnos, la cifra ascendi¨® a 1.175 en el mismo periodo de este curso. En el caso de la actividad de bailes regionales y sevillanas a la que hacen referencia los firmantes, hemos de se?alar que no s¨®lo no se ha suprimido, sino que se acaba de abrir un grupo m¨¢s.
Segundo: la direcci¨®n de este centro no autoriz¨® en su d¨ªa el comienzo de esta actividad debido a que no hab¨ªa matriculados en los diferentes grupos el m¨ªnimo de 15 alumnos requerido para iniciarla, y no porque se ocultaran las listas (de hecho, hab¨ªa personas apuntadas), sino porque hasta este curso un gran n¨²mero de alumnos asistentes a estas clases no estaban dados de alta en el centro, sino que eran "gestionados" directamente por la profesora sin el conocimiento de esta direcci¨®n, lo cual incumple la normativa que regula el funcionamiento de estas actividades en los centros culturales del distrito de Latina. A todos los alumnos matriculados se les inform¨® de esta situaci¨®n y de que en el momento en que se cumpliera el cupo m¨ªnimo exigido podr¨ªan iniciar sus clases. Hay que se?alar que, en cualquier caso, la monitora de este taller decidi¨® a t¨ªtulo personal, sin consentimiento de la direcci¨®n, impartir sus clases en un aula ocupada por alumnos de otras actividades, a los que no dud¨® en desalojar de las instalaciones. Una vez normalizada esta situaci¨®n y cubiertos los cupos, se iniciaron las clases mencionadas.
Tercero: los firmantes de la carta demuestran un profundo desconocimiento de la gesti¨®n de los centros culturales. La empresa encargada de las actividades docentes en estos centros, que, seg¨²n ellos, es "nueva", lleva 12 a?os gestionando estas actividades, pero en ning¨²n caso ejerce la gesti¨®n de actos culturales ni de los propios centros. Dadas las circunstancias expuestas, la mencionada empresa decidi¨® en enero de 2000 rescindir el contrato con la monitora aludida.
Cuarto: en cuanto a la acusaci¨®n de que las clases se imparten en el colegio p¨²blico Jovellanos hay que rese?ar que fue la propia monitora quien eligi¨® esta ubicaci¨®n cuando se le comunic¨® que el aula donde se impart¨ªan sus clases se hab¨ªa transformado en una sala de lectura para estudiantes, dada la fuerte demanda que este servicio tiene en el barrio.
Quinto: no es cierto que a los firmantes de la carta se les hayan ofrecido plazas en cursos de inform¨¢tica, puesto que en el centro Miguel Hern¨¢ndez no se imparte, por el momento, este tipo de cursos.- . Directora del Centro Cultural Miguel Hern¨¢ndez.
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