Francisco Pino JOS? MAR?A GUELBENZU
A Francisco Pino acaban de entregarle el pasado martes la medalla de oro del C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. Hoy en d¨ªa, la entrega de una distinci¨®n ya casi no es noticia ni sorprende a nadie porque las distinciones rezuman por todo el mundo de la cultura espa?ola. No se trata tanto de que haya artistas que la merezcan cuanto de entidades que las otorguen. Hoy en d¨ªa, si no tienes distinci¨®n que otorgar, eres una instituci¨®n de medio pelo. De este modo, entre donantes ¨¢vidos de donar y artistas que trabajan m¨¢s para obtener las distinciones que en su propio oficio, se puede decir que la vistosidad y el colorido del florero cultural espa?ol est¨¢ que luce como nunca antes.
Pero a Francisco Pino acaban de entregarle la medalla de oro del C¨ªrculo de Bellas Artes y eso s¨ª que es un acontecimiento que lo trastoca todo por una vez (y ojal¨¢ que sirva de precedente).
?Sabe el lector qui¨¦n es Francisco Pino? Es un poeta nacido en 1910 que vive en Pinar de Antequera, Valladolid, desde el final de nuestra guerra civil. Un poeta al margen, que edita sus libros en tiradas muy cortas y locales y s¨®lo a partir del a?o 1978 comienza a publicar en una editorial, Hiperi¨®n, de ¨¢mbito y prestigio nacional.
El lector se preguntar¨¢: qu¨¦ tipo tan raro ?no?, pensando en un hombre huidizo y hura?o. Y Francisco Pino le contestar¨¢, por ejemplo: "Me han mirado los ojos del ni?o, qu¨¦ sabor he sentido de cueva/tan peque?o, tan prieto, tan ¨ªntimo". Y el lector se quedar¨¢ pensando que alguien que sabe mirar y ordenar las palabras tan bien que es capaz de mostrar el misterio de lo que nombran no puede ser un asocial ni un escondido. Y as¨ª es en verdad.
Lo que sucede es que, apartadas desde hace mucho tiempo la poes¨ªa oral y la poes¨ªa dram¨¢tica, la poes¨ªa se ocupa de lo que se llama "un di¨¢logo silencioso entre el hombre y el universo" y la literatura en general ha seguido cada vez m¨¢s por tal camino.
El verdadero poeta se ha quedado con la sustancia de ese di¨¢logo en forma de l¨ªrica personal; el circunstancial, de l¨ªrica efusiva; el primero es el poeta que se adentra en la experiencia po¨¦tica; el segundo, en cambio, se repantinga en la experiencia previsible. El primero posee la cualidad suprema: el misterio; el segundo cuenta casos y cosas de las costumbres de su tiempo. No necesito decir que yo aprecio al primero por encima de todo.
Dec¨ªa Robert Graves que, antiguamente, los poetas cantaban la armon¨ªa que reinaba en la casa de la Diosa y que hoy en d¨ªa, despu¨¦s de entrar en la casa y descolocarlo todo, ya s¨®lo pueden cantar el destrozo ocasionado en la casa de la Diosa. Si nos apartamos del tono de nostalgia un punto reaccionaria que tiene esa hermosa imagen, convendremos en que hay muchos m¨¢s poetas testimoniales que arm¨®nicos en el mundo.
Francisco Pino, que es un poeta dif¨ªcil, es arm¨®nico. ?No lo va a ser un poeta que ve a la Muerte como una ni?a a la que interroga? ?No lo va a ser quien dice: "S¨®lo te basta/ pasar los ojos como pasa el agua?". F¨ªjense en estas palabras, acabadas de decir el otro d¨ªa en el peri¨®dico: "La noche no es la oscuridad, es una luz m¨¢s fuerte que ilumina el mundo de los vac¨ªos. El d¨ªa ciega, a la luz del sol no vemos las estrellas, todo ese abismo encubierto. Por eso la noche es la gran palabra, la palabra abismal".
La noche en el Pinar de Antequera debe ser muy bella y enigm¨¢tica; me pregunto si ser¨¢ como la poes¨ªa de Francisco Pino. En todo caso, la ha sugerido y bajo ella ha cumplido 90 a?os. Entonces el C¨ªrculo, en un gesto que le honra, se ha distinguido reconociendo a un poeta que sostiene como virtudes de su poes¨ªa, entre otras, la clandestinidad y la efimeridad. No me extra?a: son virtudes de la sustancia po¨¦tica, de la experiencia po¨¦tica.
Honor al maestro Francisco Pino. ?sta s¨ª que es una distinci¨®n distinta.
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