La lluvia y el viento endurecen el final del marat¨®n
El d¨ªa amaneci¨® con la climatolog¨ªa id¨®nea para disputar la XXIII edici¨®n del Marat¨®n de Madrid: estaba nublado, no hab¨ªa aire y hac¨ªa una temperatura fresca pero no fr¨ªa. A mediod¨ªa comenz¨® a llover y se levant¨® un viento moderado que endureci¨® el final de la prueba. Los corredores llegaron a meta reventados por el esfuerzo y ateridos de fr¨ªo. La carrera de ayer bati¨® las marcas de la edici¨®n anterior, con 8.883 corredores, unos 600 m¨¢s. Los fisioterapeutas tuvieron que instalar mesas de masaje fuera de las tiendas de campa?a para atender a los atletas.
"Ha sido muy duro porque no me he entrenado para ello; me arrepiento y no volver¨¦ a participar en un marat¨®n as¨ª, sin entrenar". Saidi Lakhdar, un atleta franc¨¦s discapacitado que corr¨ªa en silla de ruedas, fue el primero en cruzar la l¨ªnea de meta. Y era el peor preparado, porque no le hab¨ªa dedicado ni diez minutos de entrenamiento espec¨ªfico a la prueba. Lakhdar lleg¨® al final tras dos horas, cuatro minutos y 40 segundos de mover con sus manos las ruedas de su silla. Lakhdar dejaba caer los brazos, muertos, hacia el suelo. "Soy jugador de baloncesto en un equipo de la Breta?a, pero esto es mucho m¨¢s duro, ha sido muy duro, muy duro", repet¨ªa. "Han sido muchas cuestas hacia arriba y no estaba entrenado, no vuelvo a hacerlo", afirm¨®.El segundo en cruzar la l¨ªnea de llegada fue el keniano John Miaka. "?Ashanti ieso! ?Ashanti ieso!". Dio gracias a Dios por dos veces en su idioma. "Soy cristiano y doy gracias por haber sido el primer corredor en llegar", afirm¨®. Miaka lleg¨® al kil¨®metro 40 de la prueba con dos corredores por delante, el belga Tesfaye Eticha y el mexicano Rafael Mu?oz. "Nos pas¨® el keniano como una bala, puso un ritmo muy fuerte y no pude resistirlo", explic¨® Mu?oz, que ayer disputaba su segundo marat¨®n. El que s¨ª aguant¨® el tir¨®n fue el Eticha, que apenas cedi¨® 16 segundos con respecto a Miaka.
El primer espa?ol en cruzar la meta fue el madrile?o Jes¨²s de Grado. "Estoy muy mal, muy mal, ha sido muy duro. Me he hecho toda la segunda mitad del recorrido solo y ha sido tremendo, s¨®lo el buen ambiente y la gente del Marat¨®n de Madrid me han hecho llegar a la meta". As¨ª resumi¨® De Grado su sensaci¨®n de agotamiento tras cruzar la l¨ªnea de meta.
La llegada de la primera mujer, la deportista rusa Marina Piliavina, coincidi¨® con el comienzo de la lluvia y el viento. A partir de entonces la carrera se torci¨®, se hizo m¨¢s dura para el resto de los corredores que quedaban por llegar, la mayor¨ªa de los participantes.
Fr¨ªo en la Casa de Campo
Fernando Garc¨ªa Herreros, un corredor de San Sebasti¨¢n de los Reyes, con el dorsal 66, (2.25.10), se quejaba del tramo de la Casa de Campo, uno de los m¨¢s duros de la carrera, seg¨²n coincid¨ªan casi todos los corredores. "Entr¨¦ solo a la Casa de Campo y me top¨¦ con un fuerte viento de cara que me dej¨® helado", explicaba con la piel de gallina en brazos y piernas y tratando de abrigarse con un pl¨¢stico para no enfriarse.
El atleta que dio la nota al llegar fue Jos¨¦ Cort¨¦s, que cruz¨® cantando, micr¨®fono en mano. Por la megafon¨ªa se escuchaba su voz: "Atleta, ya es tuya la meta y no olvidar¨¢s nunca este gran marat¨®n". De los 23 maratones disputados en Madrid, Jos¨¦ Cort¨¦s asegura que s¨®lo se ha perdido el primero.
Para Gerardo de Diego, otro corredor, el marat¨®n fue una penitencia a partir del kil¨®metro 30. "Tuve que ir parando cada 500 metros porque me daban calambres en las piernas y ten¨ªa que estirar los m¨²sculos", explic¨® con el rostro desencajado del dolor al pasar la meta.
"Corres con la cabeza"
Sonia L¨®pez, de 28 a?os, directora de recursos humanos en una empresa de telecomunicaciones, era la corredora que m¨¢s abrigada entr¨® en meta. Llevaba un pantal¨®n largo y dos camisetas, una de manga larga. "He acertado al vernir as¨ª de abrigada porque no he pasado nada de fr¨ªo en carrera. Soy muy friolera, y si no llego a venir as¨ª me hubiera tenido que retirar por el viento y la lluvia", explic¨®. "A partir del kil¨®metro 38 me fallaban las piernas, pero aguant¨¦ lo que quedaba. Los ¨²ltimos cinco kil¨®metros los corres con la cabeza, las piernas no responden", coment¨®.
Daniel Cuenca, un polic¨ªa local getafense de 33 a?os, ten¨ªa una tiritona que le sacud¨ªa de la cabeza a los pies. Estaba tumbado sobre una camilla, envuelto en una manta, en la tienda de campa?a donde 50 pod¨®logos, atend¨ªan a los corredores. Un psic¨®logo, de los 21 de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia que ayudaron a superar la ansiedad con la que llegaban los atletas, le susurraba: "Cierra los ojos y piensa en algo bonito". "Pensar¨¦ en mi hija -Noelia de un a?o-, a la que esta ma?ana, a las seis y media, le he cambiado de pa?ales. Luego la he dado un beso de despedida y me he venido a correr", explic¨® entre trago y trago de un caldo caliente, elaborado por soldados del Ej¨¦rcito. Y eso que no le gusta la sopa. El pr¨®ximo a?o volver¨¢, afirma.
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