Qui¨¦n me ha robado el mes de abril
El pasado mes de abril ha sido nefasto para los inversores en las bolsas de valores, sobre todo para aquellos que apostaron por las acciones tecnol¨®gicas. En ese periodo, la volatilidad de los mercados creci¨® y tendieron a la baja: un d¨ªa los accionistas pasaban de los valores de la nueva econom¨ªa a los de la vieja econom¨ªa; el siguiente ocurr¨ªa lo contrario. El p¨¦ndulo iba de uno a otro extremo, lo que generaba grados desconocidos en la inseguridad de los inversores, acostumbrados casi siempre a ganar.Desde esos d¨ªas, algo psicol¨®gico ha cambiado y los inversores comienzan a discriminar unas empresas de otras, aunque todas pertenezcan al planeta Internet. En este sentido, la severa correcci¨®n, la exuberancia irracional ha servido para hacer a los mercados m¨¢s maduros. Vuelve a tener sentido el concepto del beneficio. Las acciones tecnol¨®gicas parec¨ªan, antes del varapalo, escapar a cualquier entendimiento del sentido com¨²n y alcanzaban precios estratosf¨¦ricos independientemente de la solvencia de las compa?¨ªas a las que representaban; muchos de los precios de las acciones no reflejaban en absoluto la capacidad real de las empresas de generar beneficios e ingresos.
Los expertos, el propio presidente de la Reserva Federal o el gobernador del Banco de Espa?a advert¨ªan de que hab¨ªa que preocuparse por algunas valoraciones burs¨¢tiles. Ni caso: se hab¨ªa ganado tanto dinero, que muchos peque?os ahorradores invert¨ªan todo su dinero en cualquier compa?¨ªa que llevase el apellido de ".com" con la esperanza de poder vender las acciones much¨ªsimo m¨¢s caras apenas unas semanas m¨¢s tarde. La especulaci¨®n, la burbuja, estaba tan extendida que cualquier llamada a la prudencia era atribuida a los agoreros. Como ha afirmado alguien, las ideas, por muy abstractas que fueran, se valoraban tanto, que el capital riesgo acud¨ªa a proyectos que ni siquiera ten¨ªan plan de negocios, ya que las empresas tecnol¨®gicas evolucionaban tan r¨¢pidamente que no ten¨ªan ni tiempo para elaborarlos.
Eso es lo que ha variado en apenas unas semanas. Antes, los beneficios no contaban; lo importante era apropiarse de un nicho en Internet, de hacerse con un trozo del mercado. Lo peculiar era el fen¨®meno de empresas sin beneficios, ni posibilidades de tenerlos, con una elevad¨ªsima capitalizaci¨®n burs¨¢til. Ahora se discrimina entre empresas buenas y empresas menos buenas. Se ha acabado la era de las promesas futuras; es hora de los resultados.
Los mercados de financiaci¨®n han comenzado a resentirse: disminuyen las posibilidades de que el capital riesgo acuda con tanta alegr¨ªa como antes a proporcionar capital a quien no convenza de su rentabilidad. A veces, las sociedades de capital riesgo estaban prestando dinero para crear empresas que eran aventuras sin ninguna capacidad para sobrevivir a medio plazo, siempre relacionadas con Internet. El PER, la valoraci¨®n de una empresa (compara la capitalizaci¨®n burs¨¢til con los beneficios anuales), vuelve a tener significado en Bolsa. Es en ese sentido en el que hay un antes y un despu¨¦s de abril. Si no hay un desplome posterior indiscriminado, la purga ocurrida ese mes habr¨¢ sido buena para el sistema, aunque no para los peque?os inversores, que han perdido mucho dinero y que en algunos casos no sab¨ªan ni a qu¨¦ se dedicaban las empresas en las que pon¨ªan el dinero.
No hay nada nuevo bajo el sol. Galbraith ha demostrado que la euforia conduce a la aberraci¨®n mental extrema. Los desastres se olvidan r¨¢pidamente; cuando vuelven a darse las mismas circunstancias u otras muy parecidas, a veces con pocos a?os de diferencia, aqu¨¦llas son saludadas por una nueva generaci¨®n, a menudo plena de juventud y siempre con una enorme confianza en s¨ª misma, como un descubrimiento innovador en el sistema financiero. Debe haber pocos ¨¢mbitos de la actividad humana, dice el economista norteamericano, en los que la historia cuente tan poco como en el burs¨¢til. La experiencia pasada, en la medida en que forma parte de la memoria, es relegada a la condici¨®n de refugio de quienes carecen de la visi¨®n necesaria para apreciar las incre¨ªbles maravillas del presente.
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