Conexi¨®n con "Nexos"
Una revista cultural es un lugar com¨²n. No lo digo con sentido parad¨®jico ni peyorativo. Hablo de "lugar com¨²n" como sitio de reuni¨®n, plaza p¨²blica. Z¨®calo en el que se vierten diversas avenidas. Las dos arterias principales son la tradici¨®n y la creaci¨®n. Una revista de cultura mantiene vivo el pasado de una comunidad en cuanto memoria, pues sin memoria la comunidad carecer¨ªa de tradici¨®n, y sin tradici¨®n, no tendr¨ªa sustento para nuevas creaciones.La creaci¨®n es el porvenir que avizora una publicaci¨®n cultural. Es el horizonte de las posibilidades de una sociedad. Al abrirlo, una revista de cultura no s¨®lo anticipa metas y proyectos de la comunidad, sino que identifica el o los deseos, personales y colectivos, de la misma.
Todo ello ocurre hoy, en el presente, en el centro del "z¨®calo", el "lugar com¨²n", del espacio compartido. Es en el presente donde recordamos. La historia, al fin y al cabo, ocurre hoy en la memoria y se proyecta, como deseo, hacia el porvenir. Una revista cultural es censo permanente del pasado, pero no puede ser consenso unitario acerca del porvenir.
No lo es en ning¨²n sitio, pero mucho menos puede serlo en M¨¦xico. ?Qu¨¦ hemos ganado en el siglo XX, despu¨¦s de cuatro siglos de formaci¨®n y deformaci¨®n, inquisici¨®n, debate, exaltaciones chovinistas y depreciaciones malinchistas? La respuesta me parece clara. M¨¦xico ha obtenido una identidad. El florecimiento y destrucci¨®n de las culturas abor¨ªgenes, el trauma de la conquista europea, el mestizaje y el sincretismo, el barroco y el neocl¨¢sico, la imitaci¨®n extral¨®gica de Europa y los Estado Unidos, el hispanismo y el antihispanismo, la naturaleza de la modernidad, todos estos grandes debates nacionales, que en mi propia juventud alcanzaron grados ¨¢lgidos de disputa en las obras de Jos¨¦ Vasconcelos, Alfonso Reyes, Samuel Ramos, Octavio y el Grupo Hiperi¨®n, acabaron por resolverse en una clara conciencia de la identidad mexicana.
Somos indios, somos ib¨¦ricos, pero somos, sobre todo, mestizos. Nuestra cultura est¨¢ rayada, lopezvelardianamente, de moro y azteca, de espa?ol y jud¨ªo, de negro, de griego y de romano... Somos, como memorablemente dijo nuestro m¨¢s grande escritor del siglo XX, Reyes, generosamente universales y provechosamente nacionales. La Revoluci¨®n Mexicana fue un ¨¦xito cultural: corri¨® los velos del pasado, mostr¨® al zapatista de cara rajada tomando caf¨¦ en Sanborns y mostr¨® a los modernistas traduciendo a Eliot y St. John Perse sin perder su nacionalidad. El estallido seguido del abrazo fraternal, memorablemente descritos en El laberinto de la soledad, concluyeron, efectivamente, en ser contempor¨¢neos de todos los hombres. Paradojas de la m¨¢scara; los muralistas fueron, acaso, los artistas m¨¢s celebrados del siglo XX mexicano y parte de su celebridad era su "natividad". Eran mexicanos puros. S¨®lo que Rivera sin Ucello y sin Guagu¨ªn, Orozco sin los expresionistas alemanes, Siqueiros sin Boccioni, Carr¨¢, Severini y todo el futurismo italiano, simplemente no existir¨ªan.
Qu¨¦ bueno. Hoy podemos apreciarlos como artistas m¨¢s universales, m¨¢s modernos, de lo que ellos mismos dijeron ser.
La lista de las grandes aportaciones literarias, musicales, pl¨¢sticas, filos¨®ficas, a la concreci¨®n de la identidad mexicana es demasiado larga. Y es que cada avenida que desemboca en el z¨®calo de la comunidad viene alimentada por m¨²ltiples calles, callejones y cerradas de nuestro propio pasado, pero tambi¨¦n del pasado universal que es nuestro por derecho propio. Nuestra identidad puede ser tan chusca como la identificaci¨®n que de nosotros hacen (o hac¨ªan) los suramericanos: somos "los manitos", los "pum-pum-te-llamabas". Somos los ¨²nicos que pedimos whiskey con "Tehuac¨¢n" o gritamos "?c¨¢caro!" en los cines. Pero ya pas¨® la ¨¦poca en que Siqueiros pod¨ªa decir que "en Europa los Tamayos se dan como sand¨ªas". Hoy, la poes¨ªa de Jos¨¦ Emilio Pacheco es universalmente le¨ªda y comprendida, como lo son las novelas de Sergio Pitol y ?ngeles Mastretta, la pintura de Jos¨¦ Luis Cuevas y de Toledo, las pel¨ªculas de Ripstein o la arquitectura de Legorreta. Hablo de "lectura" en el sentido profundo de receptividad, prolongaci¨®n y respuesta.
La revista mexicana Nexos ha contribuido, en estos pasados 20 a?os, a radicar esa identidad en su doble dimensi¨®n alfonsina, nacional y universal. Ha sido una revista fiel a sus opiniones pol¨ªticas y, por qu¨¦ no, a sus lealtades personales. Para nadie es un misterio la amistad de H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn, director de Nexos entre 1983 y 1995, y el presidente Carlos Salinas de Gortari. Leg¨ªtima relaci¨®n pero ins¨®lita decencia p¨²blica cuando Salinas se convierte en "el hombre que usted ama odiar" (nuestro Erich von Stroheim de Agualeguas) y Nexos no le quita la palabra. Se la da y se la da para debatirla y ofrecerla a la disidencia p¨²blica, como ocurri¨® durante la ejemplar discusi¨®n entre Salinas y el colaborador de Nexos Jorge G. Casta?eda. Otros, que recibieron grandes favores del salinato, hoy se apuran en sus ataques al exmandatario.
Pero ¨¦sta es, en cierto modo, "la peque?a historia". La "gran historia" es no s¨®lo la perseverancia de Nexos en discutir, ofrecer puntos de vista dis¨ªmiles, darle cabida a voces que no son, estrictamente, las de sus directores. Lo importante es que este conjunto de actitudes facilita nuestro acercamiento al gran tema que, adquirida la "identidad nacional", nos propone el nuevo siglo.
Este tema es el de la diversidad. Ganada la identidad nos hace falta -tremenda falta- promover y proteger la diversidad. Diversidad ideol¨®gica: sepultada la guerra fr¨ªa, no hay satanizaciones ideol¨®gicas que valgan. Marx, como en la espl¨¦ndida novela de Juan Goytisolo, sale del subterr¨¢neo de Par¨ªs y se encuentra a s¨ª mismo en todas las librer¨ªas del Boulevard St. Germain. Hitler tambi¨¦n, como si celebrara su aniversario n¨²mero ciento once, reaparece con los perfiles de Haider en Austria, Le Pen en Francia, David Duke en los EEUU, pero tambi¨¦n en los totalitarismos de la izquierda cavernaria. Releamos a Marx. Rechacemos a Hitler. Marx es un pensador; Hitler, un criminal.
Diversidad sexual: respetar la identidad y los derechos del g¨¦nero femenino sobre su propio cuerpo y su propio trabajo. Diversidad social: promover las organizaciones que den cuenta de la pluralidad de los intereses profesionales, laborales, educativos, urbanos y rurales del pa¨ªs. Diversidad ¨¦tnica: proteger las identidades minoritarias y el concepto que ellas tienen de su propia actualidad y de su propia tradici¨®n. Diversidad pol¨ªtica: admitir la gama entera de la representatividad ciudadana y elevar su debate del ataque personal a la soluci¨®n propositiva. Diversidad intelectual: ensanchar el campo de las ideas en un mundo de veloces transformaciones que, por un lado, pueden dejarnos atr¨¢s pero, por el otro, requieren los ancorajes de lo local.
Y diversidad literaria. Veo desde la altura -o ser¨¢ el abismo- de mis setenta a?os la lista de colaboradores en el aniversario de Nexos y me encuentro con una mayor¨ªa de cuarentones o cincuentones -que cuando yo ten¨ªa cuarenta a?os, eran "chavos" de veinte-. Est¨¢ muy bien. La lista es impresionante por la calidad de la obra que respalda estos nombres.
Sin embargo, es indispensable mantenerse alerta. Toda una nueva generaci¨®n de escritores mexicanos, de treinta a?os o menos, ha hecho su aparici¨®n y se ha impuesto, notablemente, con premios y reconocimientos internacionales. Pienso en escritores como Jorge Volpi, Ignacio Padilla y Gonzalo V¨¦lez, todos ellos recipientes de premios internacionales, todos ellos mexicanos, aunque (o precisamente porque) tratan temas universales. Y pienso, desde luego, en el argentino Gonzalo Garc¨¦s, nacido en 1974, y vencedor del Seix Barral del a?o 2000, quien, al contrario, explora en su Buenos Aires todo un universo.
Conf¨ªo en que Nexos se abra muy particularmente a esta nueva ola, con todo y sus inevitables impulsos parricidas. Una literatura no la hace un solo escritor o un reducido grupo de escritores; la hacemos entre todos, y mientras m¨¢s, mejor. The more, the merrier.
Asimismo, fuera del ¨¢mbito mexicano y latinoamericano, quiero que Nexos refleje cada vez m¨¢s eso que he llamado "la nueva geograf¨ªa de la novela". Jam¨¢s en la historia ha sido m¨¢s universal la literatura, en el sentido de ser m¨¢s nacionalmente plural y de incorporar nuevos espacios geogr¨¢ficos que hace apenas medio siglo parec¨ªan excluidos: el ?frica negra, el Magreb, Canad¨¢, Australia, Nueva Zelanda, ?frica del Sur, el Caribe que escribe en espa?ol, franc¨¦s, ingl¨¦s, holand¨¦s y papimento. Turqu¨ªa, la India, Jap¨®n...
Identidad nacional, diversidad nacional, tradiciones propias (hasta cuando sean lejanas), pol¨ªtica propositiva, posturas de debate, generosidad y apertura hacia los nuevos. Salud en su aniversario a Nexos, a sus anteriores directores Enrique Florescano y H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn, y a los actuales, Luis Miguel Aguilar y Rafael P¨¦rez Gay.
Babelia
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