Engorda y engorda la leyenda
El Madrid de las once finales, de los ocho t¨ªtulos, de los tres goles que ti?eron de blanco Par¨ªs
El milenio futbol¨ªstico acaba como empez¨®: con el Madrid en la c¨²spide. En Par¨ªs, donde naci¨® su leyenda un 13 de junio de 1956. En la noche m¨¢s deslumbrante que se recuerda al f¨²tbol espa?ol. En el estadio de Saint Denis, el m¨¢s moderno del mundo. Y en Francia, el pa¨ªs que ha alumbrado las citas deportivas m¨¢s rutilantes del continente (la Copa de Europa, el Mundial de F¨²tbol, Roland Garros, el Tour de Francia...). Una jornada reverencial para una entidad que ha establecido una comuni¨®n m¨ªstica con el gran torneo europeo. Un bot¨ªn al que parece encadenado. Basta rastrear su DNI en esta competici¨®n: se ha asomado a once de las 45 finales disputadas, ha jugado 214 partidos y ha ganado 126. N¨²meros siderales para cualquier otro ilustre europeo, se llame Milan, Liverpool, Ajax o Bayern. Una cifras de gloria que engordan y engordan con el paso del tiempo.Ya tienen t¨ªtulos en blanco y negro y en color. Y sus futbolistas tambi¨¦n cambian, caso de Helguera, el t¨ªmido chico c¨¢ntabro que no triunf¨® en su tierra y luego maltrataron los italianos. Como ocurrir¨ªa con McManaman en Inglaterra. Aquel ni?o que en el ¨²ltimo viaje europeo del Madrid a Par¨ªs (1981) se dej¨® la garganta animando desde su casa a los blancos frente al Liverpool. ?l era de Liverpool e ingl¨¦s, pero seguidor del Everton.
Tambi¨¦n est¨¢n los chicos de la periferia madrile?a, como Casillas, al que no se le advirti¨® ni una mueca de asombro en toda la noche. Lo del otro chico de barrio, Ra¨²l, es otra dimensi¨®n. Su carrera apenas ha empezado y ya tiene un podio en los genes del madridismo. Su voracidad no tiene l¨ªmites. Por eso su actitud cuando 90 minutos antes de empezar el duelo, enfundado en un traje que todav¨ªa le cuelga, cumpli¨® con el rito de pisar el c¨¦sped junto a sus compa?eros. Estaba inquieto, obsesionado con mirar el reloj, cuyas manecillas repas¨® cientos de veces. Le queda un mes para cumplir 23 a?os, pero no tiene tiempo que perder.
Todos se besaban: Ca?izares a la copa y repiti¨® con Mendieta, al que dese¨® suerte con la moneda al aire. Karanka bes¨® la calva de Roberto Carlos, como Blanc bendec¨ªa a su portero Barthez en el Mundial de 1998. Y Morientes acariciaba en la cara a Ra¨²l, todo un amuleto en el mundo del f¨²tbol. As¨ª se comprob¨® con el primer gol, aquel remate limpio de cabeza del propio Morientes, que corri¨® desbocado a enfundarse con Hierro, anoche en el banquillo.
Goles que ti?eron de blanco Saint Denis y aplazaron el sue?o valencianista, sumidos sus jugadores en una marea de ri?as, desolados. Farin¨®s contra el mundo y el mundo contra Farin¨®s. Todo ante la mirada perdida de C¨²per, afligido bajo la cristalera del banquillo tras una hora de gritos y advertencias, sobre todo al m¨¢s novato, Gerardo, repescado hace unos meses de la Segunda Divisi¨®n.
Mientras, Del Bosque, a pie de campo, ten¨ªa otro gesto que engrandece su alma: su primera reacci¨®n fue saludar efusivamente uno a uno a los chicos que no se hab¨ªan vestido: Ognjenovic, Dorado, Bizarri y Guti, sentados tras los banquillos en unas sillas de pl¨¢stico.
Y con todo el se?or¨ªo que permiten ocho copas de Europa, la afici¨®n del Madrid cerr¨® la noche a gritos de "Valencia, Valencia, Valencia", "Madrid, Madrid" y "illa, illa, illa, Juanito Maravillas". Con silbatina incluida para los que vociferaban ultra Sur, ultra Sur. Con la plantilla de ganadores a pie de campo reclamando una ovaci¨®n para el compatriota, Sanchis, al borde de la retirada, elev¨® la copa al cielo. Un trofeo de 62 cent¨ªmetros y 7,5 kilos que cost¨® 10.000 francos suizos. Un galard¨®n hecho a la medida del Madrid por dos suizos: Hans Stadelman y su hijo J¨¹rg cumplieron con el encargo de la UEFA en s¨®lo 340 horas. J¨¹rg se casaba aquellos d¨ªas y con tantas prisas no hizo ninguna obra de arte: "Es un dise?o sin pies ni cabeza, y no es ninguna maravilla, pero todo el mundo quiere tenerla entre sus manos". Y que lo diga.
Al Madrid le espera la siguiente estaci¨®n continental: el estadio Luis II de M¨®naco, el 25 de agosto, fecha de la Supercopa frente al Galatasaray. Ese d¨ªa volver¨¢n a sonar los 45 segundos de la Royal Phillarmonic Orchestra y el coro de Saint Martin in the Fields. El himno de la Champions que ha inmortalizado una fiesta que bendice Queen con We are the champions: el vinilo de cabecera del Madrid.
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