Condenados frente a la historia
Las grandes selecciones no se miden s¨®lo con el presente. Tambi¨¦n tienen un desaf¨ªo con la historia, que en el caso de alemanes e ingleses es larga y abundante. La prensa londinense celebr¨® con entusiasmo la victoria de su equipo frente a sus viejos rivales, equipo al que no venc¨ªan en un torneo oficial desde la final de la Copa del Mundo en 1966. Por satisfactorio que fuera el resultado, o insatisfactorio en la otra orilla, el partido fue decepcionante. Reflej¨® con precisi¨®n el estado de dos equipos que est¨¢n muchos cuerpos por debajo de selecciones anteriores. En el caso alem¨¢n, la comparaci¨®n resulta sangrante. Ninguno de los jugadores que se enfrentaron a los ingleses, hubiera entrado en la Alemania del 66, de la Eurocopa del 72, del Mundial del 74 o de la Eurocopa del 80, donde la presencia de Briegel dio que pensar sobre el camino que comenzaba a emprenderse.Hugh McIlvanney, el respetad¨ªsimo columnista del Sunday Times que ha cubierto varias d¨¦cadas de f¨²tbol, se lamentaba ayer de la escasez de jugadores de clase en el medio campo, y m¨¢s concretamente entre los directores de juego. Su comentario ven¨ªa de perillas porque durante los ¨²ltimos a?os no ha habido un futbolista m¨¢s festejado que Paul Ince, un mediocampista mediocre que ha hecho fortuna gracias a su inalterable gesto de cabreo. Dicen que transmite car¨¢cter. Quiz¨¢. Lo que no transmite es juego. Inglaterra jug¨® tan mal o peor que Alemania. Es verdad que les faltan jugadores de clase, pero en todas las l¨ªneas. En la defensa no hay nadie que se acerque ni de lejos a Bobby Moore, y lo mismo ocurre en el medio campo con respecto a Bobby Charlton y Martin Peters, y en la delantera con aquellos locos Stan Bowles o Rodney Marsh, que no tuvieron cabida en la selecci¨®n porque el f¨²tbol ingl¨¦s torci¨® para otro lado. Incluso selecciones tan discutidas como las de los 80 pod¨ªan presentar en el mismo equipo a Hoddle, Waddle, Barnes, Beardsley y el joven Gascoigne. Inglaterra jugaba mal, pero aquellos eran futbolistas de verdad. En estos d¨ªas, s¨®lo Beckham merece la comparaci¨®n, a pesar de su claudicante especializaci¨®n como tirador de centros. Eso s¨ª, los mejores del mundo.
Si Inglaterra ofrec¨ªa signos alarmantes hace muchos a?os, Alemania se ha creado un estereotipo que la ha llevado a la ruina. En su voluntad de confirmar el t¨®pico, el futbolista alem¨¢n es un tipo mec¨¢nico, vulgar en el uso del bal¨®n, cada vez con m¨¢s kilos y m¨¢s cent¨ªmetros. Por hablar medio bien de algunos, ahora se cita al joven Deisler o a Scholl, correctos jugadores pero en Segunda Divisi¨®n si se les compara con celebridades como Beckenbauer, Overath, Schuster o Rumenigge, o algunos menos c¨¦lebres pero estupendos jugadores como Haller, Netzer, Bonhoff o Magath. La lista ser¨ªa tan amplia que dejar¨ªa en muy mal lugar a un pa¨ªs con una poblaci¨®n de 80 millones de personas, con una fabulosa tradici¨®n en el deporte y con todas las condiciones para ser la locomotora del f¨²tbol. Pues no. Alemania ha entrado en ca¨ªda libre y no resiste un asalto con la historia.
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