La fr¨ªa noche de Brujas
La selecci¨®n abandon¨® a toda prisa la Eurocopa y regres¨® de madrugada a Espa?a
En un instante la selecci¨®n abandon¨® el hotel, Brujas, B¨¦lgica, la Eurocopa. Apenas hubo tiempo para cenar. Cena en silencio. Los jugadores entraban y sal¨ªan del comedor con gesto triste, de uno en uno, rumiando su decepci¨®n. S¨®lo quedaban ganas para hacer la maleta y dirigirse al autob¨²s que esperaba a la expedici¨®n en la puerta del hotel. Con gesto serio, Carcel¨¦n fue uno de los primeros en abandonar el sal¨®n donde se serv¨ªa el buf¨¦. No se escuchaba un comentario, una conversaci¨®n. Los jugadores sub¨ªan a las habitaciones, recog¨ªan la maleta y bajaban al recibidor. En el gesto de Hierro se apreciaba toda la decepci¨®n de un jugador que no hab¨ªa podido disputar otro partido crucial. No jug¨® como titular en la final de la Copa de Europa y tampoco pudo hacerlo contra Francia. "Me dol¨ªa demasiado como para intentarlo", coment¨®. Con 32 a?os, es probable que Hierro pensara en la traici¨®n que gasta el tiempo a los jugadores veteranos. Qui¨¦n sabe si jugar¨¢ el pr¨®ximo Mundial, qui¨¦n sabe los pensamientos del capit¨¢n espa?ol en la fr¨ªa noche de Brujas.Ra¨²l tampoco habl¨® con nadie. Su abatimiento no encontraba consuelo. Hab¨ªa desperdiciado la oportunidad de empatar el partido en el ¨²ltimo minuto. Tantas veces decisivo, Ra¨²l se encontraba de frente con la vertiente que menos conoce del f¨²tbol: la decepci¨®n. El ¨²ltimo en dejar el comedor fue Guardiola. Al fondo de una larga mesa, Guardiola dirig¨ªa su mirada extraviada a alg¨²n punto inconcreto de la pared. En la mano ten¨ªa una botella de cerveza. Beb¨ªa a sorbos lentos. Su soledad impresionaba. Hab¨ªa jugado un formidable partido ante un gran equipo. Hab¨ªa intentado transmitir toda su sabidur¨ªa a un equipo que se resisti¨® desesperadamente a la eliminaci¨®n. Para el medio centro espa?ol, el partido conten¨ªa todos los elementos que despertaban su apetito de jugador. Enfrente estaba el campe¨®n del mundo y el jugador que m¨¢s admira: Zidane.
El pensamiento de Guardiola se dirig¨ªa hacia el futuro. "Es mi ¨²ltima Eurocopa, qu¨¦ pena", coment¨®. ?l quer¨ªa tener un papel protagonista en la semifinal y, por qu¨¦ no, en la final, quer¨ªa que el f¨²tbol le diera una nueva ocasi¨®n para disfrutar de un gran acontecimiento. No esta vez. Hab¨ªa vivido el partido con la m¨¢xima intensidad, hab¨ªa ofrecido lo mejor de su juego, pero no ten¨ªa nada entre las manos. Quiz¨¢ por primera vez sinti¨® lo que se escapa a los jugadores veteranos. Estaba tan abstra¨ªdo en sus pensamientos que se olvid¨® de la hora. El autob¨²s esperaba a todo el equipo. "A qu¨¦ hora salimos", dijo. "Ya", le contestaron. Todo el mundo quer¨ªa salir de all¨ª. Nadie quer¨ªa pechar con tanta tristeza. Guardiola baj¨® y se subi¨® al autob¨²s.
"Por lo menos he confirmado lo que ya sab¨ªa, que Zidane es el mejor jugador del mundo". El consuelo de Guardiola es que tuvo tiempo suficiente para expresarle a Zidane toda la admiraci¨®n que siente por ¨¦l."Ha sido un placer jugar contra ti, espero volver a hacerlo pronto", le dijo al concluir el partido. Luego se retir¨® al vestuario con toda la derrota encima.
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