Un gallo con muchas vidas

Con la fortaleza mental que reclamaba su entrenador, Francia sell¨® ayer un ciclo magn¨ªfico que le pone definitivamente al frente del pelot¨®n internacional. Con algo menos de brillantez que su secuela de los a?os ochenta (Platini, Giresse, Tigana, Tresor), el equipo del gallo se convirti¨® en el segundo pa¨ªs que logra encadenar un Mundial y una Eurocopa, algo que s¨®lo hab¨ªa conseguido la gran Alemania que encabezaba Franz Beckenbauer a principios de los setenta. Roger Lemerre, el t¨¦cnico franc¨¦s, ha mantenido el mismo envase que hace dos a?os conquist¨® el Mundial en Par¨ªs. En la convocatoria de ayer s¨®lo faltaron dos de los catorce futbolistas que se midieron a Brasil: Boghossian y Guivarc'h.Para la crecida del f¨²tbol franc¨¦s a¨²n hay grandes noticias. En su horizonte se vislumbran luces suficientes como para prolongar el ¨¦xito. Retirados Blanc -soberbio ayer- y Deschamps, que se despiden de la selecci¨®n, el resto tiene cuerda para rato. Con Zidane de ancla, la nueva generaci¨®n -Pires, Henry, Anelka, Trezeguet, Vieira...- hace sospechar que este gallo tiene muchas vidas. Por el gran futuro de sus jugadores, un grupo que adem¨¢s se ha curtido en este campeonato. Tres veces ha estado Francia a punto de recibir el tiro de gracia, pero ha ganado el campeonato con dos goles de oro en sendas pr¨®rrogas y con un rival, Espa?a, fallando un penalti en el ¨²ltimo suspiro.
Lo de Italia es otra cosa. Cambiar¨¢ de jugadores -el grueso de los actuales no tiene pedigr¨ª- y volver¨¢ alg¨²n a?o a complicarle la vida a cualquiera. Con Zoff al frente ha vuelto a desempolvar la teor¨ªa del desgaste. Una estrategia de aire b¨¦lico que le permite desarmar a la tropa enemiga de forma progresiva. El punto de partida para todo es la defensa, en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino. Puede defender sin recurrir al catenaccio, como ayer, pero el embri¨®n de su f¨²tbol es amargar la vida al contrario. No se trata de mostrarse superior, sino de rebajar al enemigo.
Los italianos dan la sensaci¨®n de no sentirse nunca un escal¨®n por encima y no les importa, porque tienen una fe enorme en que conseguir¨¢n que el rival sienta una extra?a mutaci¨®n que le impida reconocerse a s¨ª mismo. Con abundantes dosis de angustia y mentalizado para soportar una tarde ag¨®nica, el ej¨¦rcito italiano acude a la cita dispuesto a sembrar el campo de minas. Como hizo durante todo el primer tiempo con Zidane, al que anud¨® hasta lograr que la gran estrella del torneo se evaporara m¨¢s de la cuenta, por lo que Francia no fue Francia durante un largo tramo del encuentro.
El medio campo italiano hab¨ªa cumplido en parte con su misi¨®n. Restaba incordiar en otras zonas. Como hizo Delvecchio con los dos centrales, que le controlaron bien hasta el gol, pero pasaron la tarde con un mosc¨®n insoportable a su alrededor. Al igual que Henry y Djorkaeff, a los que Nesta y su pandilla les ense?aron las muelas. Muerden con todo, despejan de cualquier forma y meten la pierna como una cuchilla. Lo de construir y dar sentido al juego ya es otra cosa, porque la pelota les resulta molesta, salvo cuando se juntan Del Piero y Totti, que de la mano dibujaron lo mejor de Italia en este campeonato.
Pero no siempre el contrario tira de la cadena antes de tiempo. Acostumbrados a masticar cada semana partidos indigestos en el calcio, donde militan la gran mayor¨ªa de los franceses, el equipo de Lemerre logr¨® sacudirse el pegamento. Zidane peg¨® un estir¨®n en el momento oportuno, multiplic¨® su presencia y la orquesta mejor¨®. Al mejor solista se sumaron Wiltord y Pires, dos cambios muy acertados de Lemerre. Frente a tanto talento, Italia ya no sab¨ªa c¨®mo achicar agua. Se qued¨® sin munici¨®n y dos jugadas brillantes la metieron en el pozo. Un golpe duro para un equipo que termin¨® tan desgastado como pretend¨ªa hacer con su enemigo. Un rival que se ha instalado en el podio del f¨²tbol mundial y ser¨¢ dif¨ªcil que su cantera no le sostenga durante a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
