Armstrong destroza el Tour
Extraordinario triunfo en Hautacam de Javier Otxoa, modesto gregario vizca¨ªno del Kelme
Fue Indur¨¢in en el Galibier; fue Pantani en el Galibier, Ullrich en Ordino Arcal¨ªs. No. Fue m¨¢s. Fue Armstrong en Hautacam. En un duro puerto por encima de la milagrosa Lourdes, en un lugar que hizo grande el Indur¨¢in de 1994, en el mismo sitio en el que sucedi¨® uno de los m¨¢s infaustos hechos de la historia del ciclismo (el desaforado ataque de Riis, plato grande en un tramo del 9%, Tour 96), Lance Armstrong destroz¨® el Tour 2000. El norteamericano que gan¨® en el 99 ya ha alcanzado el maillot amarillo, ya saca 4.14m a Ullrich, 6.21m a Jim¨¦nez, 6.59m a Virenque, 7.15m a Olano, 7.22m a Z¨¹lle, 7.34m a Escart¨ªn, 8.01m a Jalabert, 10.34m a Pantani. Una revoluci¨®n. Un terremoto que dur¨® s¨®lo 10 kil¨®metros, los ¨²ltimos de la etapa. Qu¨¦ 10 kil¨®metros. Y tambi¨¦n, qu¨¦ etapa. La ¨²nica etapa pirenaica, el choque brutal contra la monta?a, contra Marie-Blanque, Aubisque, Hautacam, fue, desde el primero hasta el 205 kil¨®metro y ¨²ltimo, una de las m¨¢s grandes de los ¨²ltimos a?os, y no s¨®lo del Tour. Fue el d¨ªa en que los cielos se abrieron, la lluvia y el fr¨ªo no pararon de azotar a los corredores, la niebla los envolvi¨®, el sufrimiento los gui¨®. Fue, tambi¨¦n, y pese a la devastaci¨®n producida por el cicl¨®n Armstrong a su paso, uno de los d¨ªas m¨¢s grandes del ciclismo espa?ol. A todos les puso el Tour a prueba: casi todos estuvieron a la altura, o m¨¢s alto. Llegaron los espa?oles, los temidos, y arrasaron. Fue tambi¨¦n un d¨ªa extraordinario para Javier Otxoa. Un ciclista vizca¨ªno y desconocido. Hasta ayer.La marcha incre¨ªble de Otxoa, siempre por delante de todos, fugado desde el kil¨®metro 50, primero en compa?¨ªa, luego, casi todo el tiempo, en solitario, fue la gu¨ªa por la que se midieron todos los dem¨¢s hechos notables, millones casi, que puntearon la marcha desde Dax hasta Hautacam. S¨®lo una vez entre 100, qu¨¦ 100, entre 1.000, entre un mill¨®n, un corredor modesto, un gregario trabajador que inicia una fuga t¨¢ctica en una etapa de las grandes logra culminar su esfuerzo en victoria. Ayer fue esa vez. Mientras ¨¦l marchaba, primero con Mattan, al que dej¨® subiendo Marie-Blanque, esper¨® para hacer el valle hasta el Aubisque y dej¨® definitivamente en el gran coloso pirenaico para seguir solo hasta Hautacam, por detr¨¢s, a casi 17 minutos de distancia m¨¢xima, se desarroll¨® la gran batalla t¨¢ctica y de desgaste que tanto iba a marcar los esp¨ªritus y las fuerzas en el momento definitivo.
Llegado el momento, la primera cuesta del Marie-Blanque, Odriozola lanz¨® el primer petardo. Su ataque desencaden¨® una cascada. Comenz¨® all¨ª el Tour del dolor. Los del Kelme tambi¨¦n mandaron a los suyos a reconocer el terreno, a Botero, que luego tirar¨ªa de Escart¨ªn y Heras; el Polti, que Virenque se ve¨ªa guapo, a Herv¨¦; el Banesto repiti¨® con Mancebo, llamado a ser desde la dureza del Marie-Blanque el otro h¨¦roe del d¨ªa. En el Marie-Blanque, tanteo; en el Aubisque, ataque; en Hautacam, a remachar. As¨ª lo hicieron ayer los ciclistas. All¨ª, en el primer puerto, todos los grandes juntos se estudiaron. Ullrich hac¨ªa demostraciones, subiendo sin moverse del sill¨ªn; a Armstrong se le ve¨ªa inquieto; Z¨¹lle andaba delante, tambi¨¦n Virenque, Escart¨ªn y Jim¨¦nez. Ya se empezaba a ver que no ser¨ªa el d¨ªa de Olano, tampoco el de Jalabert. A ritmo subieron y a ritmo empezaron a asaltar el Aubisque. Y ya de entrada ataca Bartoli, el clasic¨®mano italiano, Jim¨¦nez no espera m¨¢s. Comienza la segunda fase. Al Chava, que logr¨®, por un d¨ªa, reconciliar su genio con su capacidad de sufrimiento y su cabeza, se le unen Beloki, Beltr¨¢n, Heras, Escart¨ªn, y tambi¨¦n Virenque. El pelot¨®n se disgrega. Olano sufre. Tambi¨¦n Jalabert. Armstrong se queda sin compa?eros de equipo. Guerini, hombre de Ullrich en la monta?a, marca el ritmo. El clan de los espa?oles se une bajando el puerto con Mancebo y Botero. Olano, que hab¨ªa perdido contacto subiendo, empalma bajando. No as¨ª Jalabert.
Acto tercero. Lo m¨¢s grande. Por primera vez los tres ganadores en activo se vieron cara a cara en la monta?a. Ullrich gan¨® el Tour 97 contra Virenque y Pantani; en el 98, Pantani destroz¨® a Ullrich. En el 99 resucit¨® Armstrong, los otros dos no estaban. En 2000, los tres. La grandeza de Armstrong. Fueron 27.41 minutos. Los que van desde el ataque de Pantani que hace estallar todo hasta el paso por la meta de Armstrong, solo, detr¨¢s de Otxoa. A Pantani le responde Z¨¹lle, y detr¨¢s Armstrong y tambi¨¦n Ullrich. El alem¨¢n es el primero que sufre. Armstrong, no. Alegre, con su pedaleo ligero, como quien tricota que dicen, con un pi?¨®n m¨¢s que los dem¨¢s, pero movido a 10 revoluciones por minuto m¨¢s tambi¨¦n, Armstrong aprieta la tuerca. Cede Z¨¹lle. Aprieta un poco m¨¢s. Ciao, Pirata. Los tres pretendientes, machacados con un solo golpe. Los tres visitaron el infierno en 500 metros. Cada uno se reh¨ªzo como pudo y reemprendi¨® la marcha. Armstrong, siempre ligero, sigui¨® volando. Los pas¨® a todos. A Virenque, Heras, Escart¨ªn, Mancebo. S¨®lo Chava intent¨® seguirle. Hasta reventar. Felizmente para un ciclista modesto de Berango, a Armstrong no le dio tiempo a alcanzarle.
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