"As¨ª sufrimos en los Pirineos"
La 'pel¨ªcula' de la etapa contada por los propios corredores
La ¨²nica etapa pirenaica del Tour arroja dos grandes alegr¨ªas (Armstrong y Otxoa), unas pocas sonrisas (Virenque, Beltr¨¢n, Beloki, Banesto, Kelme), un contradictorio resoplido (Ullrich) y una inmensa tristeza (el ONCE, tanto con Olano como con Jalabert). 205 kil¨®metros con muchas peque?as historias y pel¨ªculas de la etapa particulares.El coprotagonista Javier Otxoa fue el m¨¢s madrugador. ?l empez¨® a vivir la etapa desde el kil¨®metro 50, con toda una eternidad por delante. Se uni¨® a Nico Mattan (Cofidis) y caz¨® al inevitable Jacky Durand (Lotto). "He atacado para endurecer la carrera. Hasta ahora nos acusaban de estar muy pasivos, de que no intent¨¢bamos fugas. Pero nuestro terreno es ¨¦ste". Primero se le solt¨® Durand. Luego, en la subida a Hautacam, se qued¨® Mattan. El resto lo termin¨® solo. "Todo me ha salido perfecto, ni so?¨¢ndolo. Los ¨²ltimos kil¨®metros se me han hecho muy largos". Viendo los ritmos de pedaleo de Otxoa y el de Armstrong parec¨ªa imposible, pero lleg¨® con 42 segundos de ventaja.
Lejos de Otxoa, el resto de corredores empez¨® la aut¨¦ntica etapa m¨¢s tarde. En el Marie- Blanque, los tanteos. En el Aubisque, los cortes. Y en Hautacam, la sentencia de Armstrong. "Ha sido una gran victoria", resum¨ªa el ciclista americano. Su referencia fue Pantani. Esper¨® el ataque del italiano para contrarrestarle. "S¨®lo ten¨ªa una posibilidad. Lo mejor era que cogieran tiempo los escaladores y entonces ¨¦l pod¨ªa salir", coment¨® m¨¢s tarde el director del US Postal, Johan Bruyneel.
La caza de Otxoa
Hautacam fue la prueba definitiva. All¨ª nadie enga?¨®. Cada uno dio de s¨ª lo que pudo. Armstrong ya hab¨ªa quemado a Pantani, se hab¨ªa desprendido de los siete corredores del grupo intermedio y hab¨ªa iniciado la caza de Otxoa. S¨®lo le aguant¨® Jim¨¦nez. "El americano me ped¨ªa que entrara a los relevos", coment¨® el escalador del Banesto, "pero no pod¨ªa ni seguirle". "Adem¨¢s, eso supon¨ªa perjudicar a Z¨¹lle. Z¨¹lle es mi l¨ªder".Por detr¨¢s, el peque?o grupo de escapados se deshizo seg¨²n las fuerzas de cada cual y entraron en la meta en hilera: Virenque, Beltr¨¢n, Escart¨ªn (con el rostro crispado y la saliva cay¨¦ndosele), Heras (con la cara ennegrecida por el barro que expulsaban las ruedas). M¨¢s atr¨¢s, Beloki, el primer espa?ol de la general, el tapado de Juan Fern¨¢ndez. Y m¨¢s abajo Ullrich, ahora escudero de Armstrong en el podio. "?l va a otro nivel", admiti¨® el alem¨¢n. "No he podido seguirle ni un metro. He tenido que ir a rueda de Pantani, al que revent¨®. Se ha quemado intentando aguantar a Armstrong".
El l¨ªder del Telekom se resign¨®: "Al menos no he perdido tanto como en el Galibier hace dos a?os, con Pantani". Muy al fondo apareci¨® la figura de El Pirata. Destrozado. Con m¨¢s de cinco minutos perdidos con respecto al rey del Tour. Aun as¨ª, no tanto como los l¨ªderes del ONCE. "Ninguno hemos tenido un buen d¨ªa", confes¨® Olano. Los rostros ense?aban su peor cara seg¨²n se esperaba m¨¢s tiempo en la meta. Otros ni llegaron (Vandenbrocke abandon¨® en el kil¨®metro 145, en el Aubisque).
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