Inventores del futuro
La carrera de las nuevas tecnolog¨ªas y su futuro maravilloso est¨¢ en pleno sobresalto. No s¨®lo caen los milagros empresariales del ¨ªndice Nasdaq, no s¨®lo millones de personas se desenganchan en Estados Unidos de Internet y sus promesas de ubicuidad espacial y temporal, sino que hasta la llegada de Bush a la Casa Blanca parece enviar a mejor vida al inventor y propagandista n¨²mero uno de la sociedad de la informaci¨®n, Al Gore. Recordar¨¦ que fue el entonces vicepresidente de Estados Unidos quien, como el prestidigitador que extrae el conejo de la chistera, se sac¨® de la manga a principios de la d¨¦cada de 1990 el gran proyecto que ha mantenido hasta ahora en tensi¨®n al mundo empresarial de la globalizaci¨®n.
Es posible que Bush estimule otro tipo de negocios, ya lo veremos, y quiz¨¢ pronto, porque este a?o la cumbre de los amos del universo -por utilizar la expresi¨®n de Tom Wolfe- en Davos anuncia la presencia estelar en el foro suizo de quien ser¨¢ el reci¨¦n estrenado presidente de Estados Unidos. Al susto Nasdaq / tecnol¨®gico del que hablar¨¢n en Davos habr¨¢ que a?adir el sobresalto de 'la otra globalizaci¨®n', la de los descontentos, los pobres, los excluidos, los frustrados por la tecnolog¨ªa, los contestatarios del sistema ¨²nico; en suma, la globalizaci¨®n de los que quieren ir por libre. Unos rebeldes de incalculable n¨²mero y de desconocida capacidad de organizaci¨®n, pero que este a?o han decidido hacer su propia cumbre en Porto Alegre, Brasil, los mismos d¨ªas de Davos, a finales de este mes.
Ser¨¢ una coincidencia, pero en Davos y Porto Alegre, focos de intereses opuestos, se hablar¨¢ de lo mismo, o sea, de inventar el futuro. Un porvenir en el que aparece un dibujo de ricos frustrados y de pobres desahuciados; de gentes, en fin, desencantadas, desmotivadas, pasotas y hartas, los unos por consumir demasiado y los otros por no consumir absolutamente nada. Los unos por depender del m¨®vil y del ordenador, los otros porque ni siquiera tienen electricidad. Los primeros, de vuelta de todo, y los segundos, sin posibilidad de ir a ninguna parte. Lo preocupante de ese futuro es la ausencia de t¨¦rmino medio y la confirmaci¨®n de que vivimos en la era del exceso, lo cual significa que todos los extremismos son posibles.
Las recetas de Davos y Porto Alegre -cumbres, para entendernos, de la derecha y de la izquierda globalizadas- ser¨¢n sin duda opuestas, especialmente en el modo de vida que les d¨¦ cuerpo. A fin de cuentas, lo ¨²nico que importa a la gente es la forma de vivir, y eso es lo que est¨¢ en juego de ese futuro por construir. Nadie quiere ser pobre, desde luego; as¨ª que el gran tema es que la vida de los ricos, con sus prisas, su estr¨¦s, su ansiedad y su avidez, con sus vacas locas y sus legionellas, tampoco parece ser especialmente recomendable.
Leo en Le Monde un interesante art¨ªculo sobre c¨®mo el desencanto del consumismo, de la tecnolog¨ªa y el vac¨ªo vital de su cultura llevan a los privilegiados ciudadanos del rico Occidente a lanzarse en brazos de la ascesis del zen, del yoga o de unas corrientes de pensamiento que proponen equilibrio personal y armon¨ªa. Algo de eso pasa tambi¨¦n entre nosotros, aqu¨ª mismo. Entre los ricos hay un mal rollo vital permanente, una perpetua depresi¨®n, y se busca una salida en las ideas y pr¨¢cticas capaces de ofrecer 'energ¨ªa positiva'. Y los norteamericanos, por ejemplo, ya se internan en campos de desintoxicaci¨®n del consumismo, donde, desde luego, est¨¢ prohibida toda clase de artefactos electr¨®nicos, se vive a la luz de las velas y se busca el abandono del yo, del individualismo.
El soci¨®logo Robert Rochefort, director del centro de investigaci¨®n sobre las condiciones de vida de Par¨ªs, dice que no estamos frente una moda m¨¢s, sino 'ante un cambio conceptual fundamental y profundo que augura otra forma de vivir el consumo'; y apunta al n¨²cleo del asunto: 'M¨¢s que una aspiraci¨®n al bienestar y al equilibrio interior, lo que est¨¢ en juego es el paso del individuo a la persona, lo cual significa que entramos en una sociedad plural en la que las l¨®gicas de pertenencia son m¨²ltiples'. En realidad -resulta obvio-, los inventores de futuro s¨®lo tendr¨ªan que mirar a su alrededor.
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