La ¨¦tica se resiste a traspasar las puertas de la empresa
S¨®lo el 36% de las compa?¨ªas espa?olas difunde su c¨®digo ¨¦tico, aunque m¨¢s de la mitad lo tiene, seg¨²n un estudio del IESE
Desde hace veinte a?os, los c¨®digos de conducta o documentos relacionados con la ¨¦tica en el trabajo han proliferado entre las empresas estadounidenses, una tendencia que en Europa se empez¨® a sentir en la d¨¦cada de los noventa que ha empujado a un 62% de organizaciones espa?olas a aprobar alg¨²n documento formal de este tipo, seg¨²n un estudio elaborado por el IESE a partir de los datos de las 500 mayores empresas. Ese porcentaje puede reducirse notablemente entre empresas menores, porque, 'a medida que el n¨²mero de empleados es m¨¢s reducido, la existencia de c¨®digos es meno habitual', se?ala el profesor Dom¨¨nec Mel¨¦, coordinador del informe.
En la CEOE reconocen que este tipo de pr¨¢cticas no son todav¨ªa demasiado frecuentes en Espa?a. Para las empresas que decidan elaborar sus propios documentos, la confederaci¨®n ofrece una serie de directrices de car¨¢cter general sobre c¨®mo hacerlo e ilustra sobre experiencias internacionales. 'Desaconsejamos la trasposici¨®n de c¨®digos generales internacionales, porque no se adaptan a las circunstancias concretas de nuestro entorno, y apostamos por la voluntariedad de este tipo de pol¨ªticas', se?ala Jos¨¦ Mar¨ªa Lacasa, director de relaciones internacionales.
Entre las empresas que ya se han decidido por esta pr¨¢ctica y, seg¨²n pone de relieve el informe del IESE, los documentos m¨¢s comunes son los c¨®digos de conducta y la misi¨®n o visi¨®n de la empresa y, en menor medida, los credos o declaraciones de valores. En m¨¢s de la mitad de las organizaciones -el 56%- conviven dos o m¨¢s documentos, uno gen¨¦rico y otros m¨¢s concretos, se?ala Mel¨¦, para quien 'es m¨¢s f¨¢cil pensar que las empresas se lo toman realmente en serio'.
Los jefes se protegen
Las razones para introducir este tipo de pol¨ªticas dentro de la empresa son diferentes. Las m¨¢s destacadas son proteger a la alta direcci¨®n de riesgos y posibles penalizaciones, responder a presiones de grupos de inter¨¦s -como accionistas-, reforzar el cumplimiento de normas prohibitivas, implantar o mantener un conjunto de valores en la cultura empresarial y contribuir al desarrollo de la excelencia humana de los empleados. Las empresas espa?olas suelen utilizar los c¨®digos, sobre todo, para difundir la filosof¨ªa corporativa y para presentar un compromiso p¨²blico.
En menor medida, buscan la protecci¨®n, algo que les diferencia bastante de los norteamericanos, afirma Mel¨¦, que explica que, 'a ra¨ªz de la aprobaci¨®n en 1991 de una norma jur¨ªdica en Estados Unidos mediante la que se conced¨ªa un trato favorable, con sentencias indulgentes o menores multas en casos de delitos a las empresas que tuvieran este tipo de documentos o que formaran a sus empleados en materias relacionadas con la ¨¦tica, se introdujeron numerosos c¨®digos'.
Sin embargo, existen empresas que se lo toman en serio y no se conforman con editar un solo documento, sino que promueven seminarios para difundirlos entre sus empleados y hacen p¨²blicos sus contenidos. Pese a todo, los planteamientos formales no suelen ser suficientes si los modos de comportamiento o las costumbres aceptadas en la empresa no est¨¢n en consonancia con los c¨®digos aprobados. Las pr¨¢cticas irregulares -cobros de comisiones, pagos en dinero negro, retribuciones poco equitativas, procesos de selecci¨®n poco objetivos- pueden producirse si los c¨®digos de conducta son s¨®lo un mero elemento decorativo.
En este sentido, resulta revelador que s¨®lo un 36% de las compa?¨ªas que poseen un documento formal lo haga p¨²blico. Puede que se trate, como se?ala el informe, de 'una cuesti¨®n cultural', o tambi¨¦n de una falta de confianza en que esta medida sirva para generar confianza externa, aunque tambi¨¦n puede derivar de la falta de voluntad de adquirir un compromiso p¨²blico. Algunos organismos han empezado a dar sus primeros pasos en este campo. Es el caso de AENOR, que ha reunido a un grupo de expertos con el objetivo de redactar unas normas m¨ªnimas de comportamiento -contrataciones, formaci¨®n, medio ambiente, relaci¨®n con clientes- que podr¨ªan dar lugar, m¨¢s adelante, a una certificaci¨®n. De momento, Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs que cuenta con algo similar.
Redactar el c¨®digo
Los expertos se?alan que existen una serie de pautas imprescindibles a la hora de redactar un c¨®digo de conducta. Entre ellas figuran las siguientes: - Deben expresar compromisos bilaterales, del empleado a la organizaci¨®n y viceversa. De otro modo, faltar¨ªa credibilidad. M¨¢s que exhortar a ser ¨¦tico, es preciso clarificar funciones y responsabilidades. - Tienen que ser espec¨ªficos y se?alar pr¨¢cticas que se presentan con frecuencia. - Es necesario publicarlos como aut¨¦nticos documentos p¨²blicos y difundirlos entre clientes, proveedores o accionistas. - Es imprescindible que concreten c¨®mo se va a reforzar su cumplimiento. En las prohibiciones es mejor ser claro y realista, y especificar las sanciones previstas, que deben llevarse a cabo cuando se incumpla la norma. - Deben revisarse peri¨®dicamente para analizar su cumplimiento o para ser actualizados. - La redacci¨®n debe ser clara y comprensible para todas las personas de la organizaci¨®n o relacionadas con ella. - Tiene que incluir todas las situaciones que puedan resultar conflictivas en la conducta de los empleados.
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