La tasa Tobin, mitos y realidades
El autor apoya que los mercados de divisas paguen un impuesto cuyo fin ser¨ªa el alivio de la deuda externa o la financiaci¨®n de un seguro frente a cat¨¢strofes naturales
El momento actual puede ser propicio para un debate abierto en torno a la tasa Tobin. Aparte de que el comienzo de siglo pueda incitar al desarrollo de nuevas ideas, nos encontramos ahora ante un amplio cuestionamiento de una teor¨ªa u ortodoxia econ¨®mica (economics) que cada vez se aleja m¨¢s de la realidad econ¨®mica (economy), y que est¨¢ originando en numerosas universidades de diversos pa¨ªses un amplio movimiento contestatario contra la que se considera ense?anza obsoleta y continuista de unos postulados econ¨®micos claramente divergentes con la realidad. Por otra parte, se puede contrastar desde hace tiempo el enorme grado de volatilidad e inconsistencia de unos mercados financieros que se columpian fuertemente en el espacio y en el tiempo, con una inusitada variabilidad e impredictibilidad, en lo que se podr¨ªa llamar una globalizaci¨®n ca¨®tica del riesgo financiero.
'La tasa Tobin podr¨ªa servir para impulsar la econom¨ªa real frente a la financiera'
En este contexto nos parece interesante matizar algunos de los mitos existentes en torno a la tasa Tobin, y suscitar con ello un cierto debate divulgativo sobre esta propuesta.
Recordemos que se trata de una propuesta lanzada inicialmente por el economista norteamericano James Tobin, de la Universidad de Yale (premio Nobel de Econom¨ªa en 1981), la cual consiste b¨¢sicamente en fijar una peque?a tasa impositiva, el uno por mil, sobre las transacciones financieras especulativas, concretamente las realizadas en los mercados internacionales de divisas. De esta manera, en primer lugar se podr¨ªan reducir -al hacerlas menos atractivas- las continuas compras y ventas de divisas que se hacen diariamente por millones con car¨¢cter de apuestas especulativas (una compra y una venta realizadas en el plazo de uno o dos d¨ªas, por ejemplo, tendr¨ªan que superar como m¨ªnimo el dos por mil de rentabilidad esperada en esas apuestas, debido a la citada tasa sobre ambas operaciones); con ello, se limitar¨ªa el volumen y el nivel especulativo de dichos mercados cambiarios. En segundo lugar, la aplicaci¨®n de esta tasa generar¨ªa a nivel mundial un importante nivel de recursos financieros, que se podr¨ªan destinar a importantes fines sociales, fundamentalmente en los pa¨ªses del Tercer Mundo. En resumen, esta medida podr¨ªa contribuir a una mayor estabilidad mundial de los mercados financieros internacionales, y de paso, se podr¨ªan mejorar los desequilibrios y necesidades acuciantes de una buena parte de la poblaci¨®n mundial.
Se estima que el importe de las operaciones que diariamente se realizan en los mercados de divisas superan los 1,8 billones de d¨®lares, esto es, m¨¢s de 315 billones de pesetas. Ello significa que, aunque llegase a disminuir el n¨²mero de estas operaciones especulativas, se podr¨ªan generar cada a?o unos recursos de entre 150.000 y 250.000 millones de d¨®lares, esto es, entre 27 y 45 billones de pesetas, recursos con los que se podr¨ªan hacer bastantes cosas en el contexto econ¨®mico internacional.
Pues bien, respecto a esta propuesta de Tobin existen y circulan diversos mitos, sobre los cuales nos vamos a permitir realizar algunas observaciones y comentarios.
Primer mito: La tasa Tobin es una propuesta 'de izquierdas'. Esta afirmaci¨®n no es cierta. Aparte de su origen norteamericano, esta propuesta no puede etiquetarse s¨®lo de izquierdas, sino que asimismo puede constituir un exponente de una derecha que se considere moderna, progresista y liberal (esto es, la que persigue una m¨ªnima libertad para los individuos, en especial los m¨¢s desfavorecidos). Claro que puede ocurrir que si en algunos pa¨ªses y mentalidades se identifica la derecha con la expresi¨®n m¨¢s rancia del libre mercado -opuesta a la de un mercado m¨¢s libre-, con los casinos y los especuladores financieros, esa derecha quedar¨ªa, desde luego, al margen de esta propuesta. Hoy d¨ªa las formaciones pol¨ªticas de derecha no deber¨ªan dejar a las de izquierda el monopolio de una medida de suma positiva como la tasa Tobin, la cual podr¨ªa servir -al potenciar sustantivamente a los pa¨ªses menos desarrollados- para ampliar el libre comercio internacional, e impulsar, en definitiva, la econom¨ªa real frente a la econom¨ªa financiera, cuesti¨®n ¨¦sta que marcar¨¢ el debate econ¨®mico en este nuevo siglo, m¨¢s que el cl¨¢sico debate entre una econom¨ªa de derechas y una econom¨ªa de izquierdas.
Segundo mito: la tasa Tobin es una utop¨ªa, sin ning¨²n respaldo en la pr¨¢ctica. Tambi¨¦n esa afirmaci¨®n es falsa. Basta recordar al respecto que s¨®lo en el a?o 2000 esta tasa ha recibido importantes respaldos, no solamente en la sociedad civil internacional, sino en muy diversas instituciones pol¨ªticas nacionales y supranacionales. As¨ª, el propio Parlamento Europeo debati¨® en el mes de enero una propuesta sobre la creaci¨®n de esta tasa, resultando una votaci¨®n de 223 votos a favor y 229 votos en contra (con 36 abstenciones), lo que da idea del equilibrio pol¨ªtico a nivel europeo en relaci¨®n a esta propuesta. Hay que recordar, por otra parte, que instituciones como el Parlamento de Canad¨¢ o el Gobierno de Finlandia han aprobado propuestas favorables al respecto, y que asimismo se ha debatido la tasa Tobin en los Parlamentos de pa¨ªses como Estados Unidos, Gran Breta?a y Brasil, estando en proyecto el debate parlamentario en otros varios pa¨ªses. Este nivel de propuestas y de debates pol¨ªticos de la tasa Tobin creemos que viene a desacreditar la extendida afirmaci¨®n de que constituye la propuesta lun¨¢tica de unos pocos.
Tercer mito: la tasa Tobin es t¨¦cnicamente inviable. Tampoco es cierta esta afirmaci¨®n. El argumento b¨¢sico que la respalda es que resultar¨ªa muy complejo y burocr¨¢tico establecer una tasa de este tipo en todos los pa¨ªses del mundo, aparte de que ello fomentar¨ªa la deslocalizaci¨®n de capitales hacia los para¨ªsos fiscales, que no aceptar¨ªan instaurar esta tasa. Frente a este argumento cabe recordar que en la actualidad los mercados m¨ªnimamente eficaces y automatizados se mueven a trav¨¦s de transacciones financieras electr¨®nicas, realizadas por medio de bancos y entidades financieras, vinculados a los sistemas nacionales de pagos y supervisados por los respectivos bancos centrales. Aunque queda a¨²n camino para la homogeneizaci¨®n t¨¦cnica de estos sistemas, desde un punto de vista tecnol¨®gico no habr¨ªa demasiados problemas para la operatoria pr¨¢ctica de esta tasa, con un sistema de liquidaciones peri¨®dicas, y la fijaci¨®n de un control r¨¢pido y eficiente ex-post sobre las mismas. A estos efectos deber¨ªa tomar protagonismo el Banco de Pagos Internacionales, organismo de cooperaci¨®n monetaria internacional entre bancos centrales.
En lo referente a la diversidad de pa¨ªses y los posibles escapes de esta tasa planetaria, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que cerca del 83% del tr¨¢fico mundial de divisas est¨¢ concentrado en s¨®lo ocho plazas financieras (Londres, Nueva York, Tokio, Frankfurt, Par¨ªs, Singapur, Hong Kong y Z¨²rich), lo cual relativiza el problema de la dispersi¨®n al implantar y controlar esta tasa. Adem¨¢s, en el caso de una adopci¨®n legal de la misma, los bancos centrales podr¨ªan penalizar -rechazando las operaciones monetarias con ellos- a aquellos pa¨ªses (o para¨ªsos fiscales) que no respetasen el pago de esta tasa legal.
Cuarto mito: el reparto de los fondos generar¨ªa tensiones, desigualdades y corrupci¨®n en muchos pa¨ªses. ?sta es la afirmaci¨®n menos racional y en todo caso menos preocupante. Creemos que lo que genera tensiones y desigualdades es fundamentalmente la inexistencia o la escasez de recursos m¨¢s que la forma de repartirlos. En todo caso, es tan grande el nivel de carencias y necesidades a nivel mundial, y tan importante el volumen de recursos que se podr¨ªa generar con la citada tasa, que estamos seguros que la comunidad internacional encontrar¨ªa v¨ªas para consensuar un ranking de preferencias y de actuaciones. A modo de modestas propuestas a este respecto, creemos que uno de los destinos primeros podr¨ªa ser aliviar o condonar la deuda externa de los pa¨ªses del Tercer Mundo, la cual alcanza ahora globalmente los 2,3 billones de d¨®lares, o, lo que es lo mismo, la previsible recaudaci¨®n de un solo a?o de la tasa Tobin. Otra posibilidad ser¨ªa la de dedicar fondos a la creaci¨®n de un seguro mundial contra cat¨¢strofes naturales, para que de una forma r¨¢pida y m¨ªnimamente eficiente se pudieran cubrir los efectos (al menos los econ¨®micos) de terremotos, inundaciones, etc., que inexorablemente asolan y asolar¨¢n a unos o a otros pa¨ªses. La lista de necesidades y de objetivos ser¨ªa, en todo caso, muy amplia.
Por otra parte, y de cara a un an¨¢lisis efectivo de las posibilidades y v¨ªas de implantaci¨®n de esta propuesta, nos parecen muy necesarios los trabajos y las aportaciones de un grupo multidisciplinar que se crease a tal efecto, y que de forma rigurosa y m¨ªnimamente objetiva (sin intereses ideol¨®gicos o pol¨ªticos) pudiera establecer un m¨¦todo de trabajo y de operatoria para la hipot¨¦tica implantaci¨®n de esa tasa. Ser¨ªan necesarios expertos procedentes del ¨¢mbito de la fiscalidad, la sociolog¨ªa, la estad¨ªstica, la ciencia pol¨ªtica, la macroeconom¨ªa, los mercados financieros, la geograf¨ªa econ¨®mica, e incluso de las matem¨¢ticas y la ingenier¨ªa inform¨¢tica.
Finalmente, y a modo de resumen, pensamos que la tasa Tobin, al margen de las dificultades inherentes a un proyecto de tal naturaleza, no parece que sea una propuesta tan ut¨®pica o tan inviable a medio plazo como algunos piensan. Esperemos que los pol¨ªticos de todos los colores y de la generalidad de los pa¨ªses de la comunidad internacional puedan estar a la altura de los ciudadanos y de una sociedad moderna como la actual, y permiti¨¦ndose una salida del tiesto de la mustia y poco cre¨ªble ortodoxia econ¨®mica, puedan regalarnos, haci¨¦ndola realidad, esta primera iniciativa fiscal de ¨¢mbito mundial, que, adem¨¢s de incrementar la estabilidad y la eficiencia a largo plazo en el sistema econ¨®mico internacional, podr¨ªa servir para que muchas m¨¢s personas se convencieran de las bondades efectivas de una sociedad realmente global.
Jes¨²s Lizcano ?lvarez es director de la revista Encuentros Multidisciplinares. Catedr¨¢tico de Econom¨ªa Financiera y Contabilidad de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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