En defensa del agua
Los habitantes de las Tierras del Ebro se rebelan contra el trasvase del r¨ªo a Valencia, Murcia y Almer¨ªa
'A Madrid, que es all¨ª donde hay que dar el golpe'. Ninguno de los j¨®venes reunidos a mediod¨ªa del lunes 26 de febrero en uno de los bares de Xerta, junto a la iglesia, particip¨® en la formidable manifestaci¨®n celebrada el d¨ªa anterior en Barcelona, donde m¨¢s de 200.000 personas clamaron contra el trasvase de agua del Ebro a Valencia, Almer¨ªa y Murcia, la instalaci¨®n en la zona de una central el¨¦ctrica de ciclo combinado y el Mapa E¨®lico. Pero hoy s¨ª; hoy estar¨¢n en la manifestaci¨®n convocada en Madrid: 'Es all¨ª donde hay que dar el golpe', insiste una y otra vez la ¨²nica chica del grupo.
La coincidencia en el tiempo de los tres proyectos citados ha provocado la indignaci¨®n de los habitantes de las llamadas Tierras del Ebro -160.000 personas repartidas entre las comarcas del Priorat, Ribera d'Ebre, Baix Ebre, Terra Alta y Montsi¨¤, al sur de la provincia de Tarragona- y ha hecho estallar un sentimiento de oprobio y frustraci¨®n incubado durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, al menos desde aquellos a?os setenta en los que la lucha contra las centrales nucleares de Vandell¨°s primero y de Asc¨® despu¨¦s resultaron in¨²tiles. Se tiene en estas tierras la sensaci¨®n, y el ejemplo que ponen estos j¨®venes de Xerta es compartido por la mayor¨ªa de sus paisanos, de vivir en una especie de cuarto trastero, esa habitaci¨®n a la que s¨®lo nos asomamos si se nos estropea la lavadora o la caldera de la calefacci¨®n, o para usar el cubo de la basura, que tambi¨¦n guardamos all¨ª.
-?Y c¨®mo se puede arreglar todo esto?
-Pues haciendo que se instalen aqu¨ª las industrias que se montar¨¢n en otras partes con el agua del r¨ªo o con la electricidad que se quiere producir aqu¨ª. Pero ya se sabe: en cualquier barrio de Barcelona vive m¨¢s gente que aqu¨ª. ?C¨®mo nos van a hacer caso a nosotros si los votos est¨¢n all¨ª?
Con ser importante, el grado de oposici¨®n que suscitaban el Mapa E¨®lico dise?ado por el Gobierno catal¨¢n o la central el¨¦ctrica que promov¨ªa la multinacional Enron -proyectos abortados por el Parlamento catal¨¢n el pasado jueves- se queda peque?o frente al radical rechazo que provoca el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrol¨®gico Nacional elaborado por el Gobierno del Partido Popular. Y es que el Ebro, aqu¨ª, es casi sagrado: 'Hay un elemento que lo impregna todo, la vida de los hombres, la calidad de las tierras, el sistema agrario, el sistema econ¨®mico: es el Ebro maternal, solemne y cenagoso', dej¨® escrito Josep Pla, quien a?adi¨®: 'Si perdiesen el r¨ªo, perder¨ªan la personalidad'. Y ahora creen que est¨¢n a punto de perderlo.
Las Tierras del Ebro ya no son ese lugar mir¨ªfico y salvaje que describi¨® en la d¨¦cada de 1930 el escritor Sebasti¨¤ Juan Arb¨® (1902-1984), en el que cada palmo de tierra para el cultivo deb¨ªa ser robado a mano a las marismas que cubr¨ªan el delta. Ni Tortosa, sede episcopal, es la ciudad m¨¢s populosa de la provincia de Tarragona que Josep Pla visit¨® a finales de los a?os 1950. Era entonces Tortosa, y el conjunto de las Tierras del Ebro, un 'pa¨ªs rico', que avanzaba a un 'ritmo acelerado'. Eran tiempos, en fin, en los que cada avenida fuerte del r¨ªo implicaba 'el ensanchamiento del delta, la deposici¨®n de miles de toneladas de barro que se a?aden a las que el curso del tiempo ha depositado frente al mar. El r¨ªo llega tan denso y cargado de limo, que el mar no puede con su enorme masa'.
Todo empez¨® a cambiar en la d¨¦cada de 1960 con la sucesiva puesta en marcha, entre otras, de las presas de Mequinenza y Riba-roja: aquel 'limo vital' se acumula desde entonces en el fondo de los pantanos, y el delta, que en los ¨²ltimos 20 siglos no hab¨ªa dejado de crecer, inici¨® su regresi¨®n: el viejo faro met¨¢lico de la isla de Buda, construido a finales del siglo XIX tocando pr¨¢cticamente el mar, se encontraba cuando lleg¨® Pla 'un largo trecho' tierra adentro.
-Aquel faro se cay¨® el 11 de enero de 1967, a la una de la tarde; soplaba un fuerte viento de levante.
-?Y c¨®mo se acuerda usted con tanta exactitud, as¨ª, de golpe, sin saber siquiera que hoy iban a pregunt¨¢rselo?
-Tengo 71 a?os. Aqu¨ª me he hecho mayor.
Lo dice junto al nuevo faro, a la puerta de una modesta barraca de pescadores, mientras intenta que una de las lizas que ha pescado esta ma?ana se quede en la caja de la que se empe?a en escapar.
-Entre el nuevo faro y el lugar en el que estaba el que se cay¨® hay al menos dos kil¨®metros -agrega el hombre-. Eso es lo que hemos perdido, sin contar los 500 metros que hab¨ªa entre la antigua torre y el mar.
-?Y qu¨¦ pasar¨¢ ahora, con el trasvase?
-Pasar¨¢ como en el Pa¨ªs Vasco, que all¨¢ donde pongan las tuber¨ªas para llevarse el agua, all¨¢ iremos nosotros con las bombas.
En la voz de un hombre de 71 a?os, esta frase, m¨¢s que una amenaza, es la expresi¨®n de una rabia incontenible, la que puede llegar a sentir alguien que se cree v¨ªctima de un expolio.
-?Por qu¨¦ no pueden dejarnos siquiera la miseria que ya tenemos? -se pregunta.
El pescador, igual que los j¨®venes de Xerta, la localidad desde la que se proyecta iniciar el trasvase, no dejar¨¢ pasar las pr¨®ximas elecciones sin 'pasarle cuentas' al Partido Popular (PP), formaci¨®n con una considerable implantaci¨®n en la zona.
En este clima sorprende que sea precisamente un miembro destacado del PP el que, al margen de las plataformas auspiciadas por la oposici¨®n, prepare el lanzamiento de un torpedo a la l¨ªnea de flotaci¨®n del Plan Hidrol¨®gico Nacional. Concejal en el Ayuntamiento de Tortosa y vicepresidente del Consejo Comarcal del Baix Ebre -instituciones en las que el PP gobierna con los socialistas-, Josep Maria Franquet sostiene que el Ebro no puede ceder un agua que no tiene. Ingeniero agr¨®nomo y profesor en la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia y en la Universidad Internacional de Catalu?a, Franquet ultima estos d¨ªas un libro que ha titulado El plan hidrol¨®gico y los trasvases.
Franquet sustenta sus tesis en los datos obtenidos a trav¨¦s de la estaci¨®n de aforo n¨²mero 27, instalada en Tortosa, que controla la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Ebro, con sede en Zaragoza. La serie estad¨ªstica se inicia a principios del siglo XX y, con el par¨¦ntesis de la guerra civil, alcanza hasta nuestros d¨ªas. Un simple vistazo a las cifras revela que el caudal del Ebro a su paso por Tortosa ha ido en constante descenso: en la d¨¦cada de 1960 se registr¨® una media de 16.842 hect¨®metros c¨²bicos por a?o, cifra que se redujo a 14.071 en la de 1970, a 9.502 en la de 1980 y a 8.235 en la de 1990. Los c¨¢lculos efectuados por Franquet tomando como base estas cifras concluyen que la realizaci¨®n del trasvase dejar¨ªa un sobrante en el Ebro, a su paso por Tortosa, de s¨®lo 905 hect¨®metros c¨²bicos por a?o, bastantes menos que los 4.161 que prev¨¦ el Plan Hidrol¨®gico Nacional.
Pero las cifras, con ser importantes, tienen siempre un valor relativo, sobre todo cuando se mezclan valores medidos, exactos, con estimaciones de consumo a a?os vista. Y Franquet, gato viejo en trasvases, lo sabe. ?l ya tuvo oportunidad de participar, a principios de los a?os setenta, en las alegaciones a un proyecto de llevar 1.400 hect¨®metros c¨²bicos por a?o a Barcelona. Casi 20 a?os despu¨¦s, ya en la d¨¦cada de 1990, en el plan hidrol¨®gico de las cuencas internas de Catalu?a, aquella pretensi¨®n de 1.400 hect¨®metros c¨²bicos se rebaj¨® a 800, y los que se piden ahora para Barcelona en el Plan Hidrol¨®gico Nacional son s¨®lo 200.
-Como se ve, es cuesti¨®n de esperar; puede que no acaben necesitando nada -ironiza Franquet-. Lo que est¨¢ claro es que estos proyectos se realizan a partir de previsiones absolutamente exageradas. En aquel proyecto de los a?os 1970 se preve¨ªa que Barcelona, en el a?o 2000, tendr¨ªa casi ocho millones de habitantes y se estimaba un gasto de 300 litros de agua por persona y d¨ªa, cuando lo normal se sit¨²a entre 200 y 250.
-Pero, errores de c¨¢lculo aparte, parece que ahora nada podr¨¢ evitar el trasvase.
-En los setenta tambi¨¦n se dec¨ªa: eso no se podr¨¢ parar. Y se par¨®. Y no hab¨ªa una mayor¨ªa absoluta, como ahora, ?hab¨ªa una dictadura!
'Un siglo nefasto'
No es s¨®lo la reducci¨®n del caudal de agua la causa de la regresi¨®n del delta del Ebro y de su progresiva salinizaci¨®n. Sin la aportaci¨®n del barro que ahora se queda en el fondo de los pantanos que jalonan el r¨ªo, la desaparici¨®n del delta es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo. A menos, claro, que se aborde una serie de obras de ingenier¨ªa cuyo coste y envergadura est¨¢ a¨²n por determinar. De esas obras, el Plan Hidrol¨®gico Nacional elaborado por el Gobierno no dice nada, o al menos eso es lo que creen los habitantes de la zona, acostumbrados a que las grandes inversiones p¨²blicas brillen por su ausencia o no se hayan abordado con la amplitud necesaria. Impulsado por la Generalitat, el llamado eje del Ebro, por ejemplo, que une la ciudad de Lleida con el delta, se est¨¢ quedando peque?o y, pocos a?os despu¨¦s de su conclusi¨®n, son cada d¨ªa m¨¢s las voces que reclaman su ampliaci¨®n en una autov¨ªa. 'Para las Tierras del Ebro, el ¨²ltimo ha sido un siglo nefasto, de decadencia', subraya el escritor Manuel P¨¦rez Bonfill, de 74 a?os. '?sta', agrega, 'es una tierra con un gran potencial, pero con pocas realidades. Es una tierra en la que la econom¨ªa agraria no ha avanzado, que no ha tenido el favor de la industria y que, encima, a cada bugada ha perdut un llen?ol', por decirlo con una expresi¨®n catalana que en los diccionarios se traduce, en un sentido no del todo exacto, como 'en cada empresa se ha perdido dinero'. P¨¦rez Bonfill cree que 'lo m¨ªnimo que se deber¨ªa lograr', en la lucha contra el plan hidrol¨®gico, es una nueva divisi¨®n territorial de Catalu?a que otorgue a las Tierras del Ebro entidad pol¨ªtica y administrativa, 'll¨¢mese provincia, veguer¨ªa, comarca o lo que sea, que el nombre tanto da. Pero es nuestra ¨²ltima oportunidad'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.