C¨®mo hacerse soldado en tres d¨ªas
Eduardo Noriega, Eloy Azor¨ªn y cuatro actores m¨¢s se entrenan para rodar 'Guerreros' en Kosovo
'Fiiiirmes... Ar'. Sacan pecho, alzan la barbilla y avanzan el pie derecho hacia adelante. En uniforme de campa?a, sin que les falte el casco, el Cetme y el resto del pesado equipamiento, cuatro soldados tiesos esperan las ¨®rdenes del teniente Noriega. A alguno se le escapa alguna sonrisilla de incredulidad. 'Mi teniente, la tropa est¨¢ formada', anuncia, tras el saludo, el sargento Ochandiano. El teniente, marcial y serio, se dirige a la tropa y le ordena que tome posiciones en el carro de combate. Todos lo hacen por la parte trasera, menos el teniente, que salta hacia arriba para entrar por la escotilla.
El teniente es el actor Eduardo Noriega y el resto de la tropa -Eloy Azor¨ªn, Jordi Vilches, Roger Casamayor, I?aki Font y Rub¨¦n Ochandiano- son sus compa?eros de reparto en la pel¨ªcula Guerreros, que Daniel Calparsoro comenzar¨¢ a rodar en 15 d¨ªas al norte de Kosovo. Los int¨¦rpretes llevan tres d¨ªas aprendiendo a ser soldados en el Regimiento de Caballer¨ªa Villaviciosa 14, perteneciente a la Divisi¨®n Acorazada Brunete, en la provincia de Madrid. Ninguno de los seis ha hecho la mili y el curso acelerado de entrenamiento militar les ha dejado hechos fosfatina. Los militares profesionales -la alf¨¦rez Yuste, el sargento Santamar¨ªa, el cabo G¨®mez o el soldado Alegre- han tenido que ense?arles desde c¨®mo ponerse firmes, que es eso de alinearse, hasta tirarse cuerpo a tierra y apuntar r¨¢pido con el fusil al enemigo. El cursillo no ha incluido la protecci¨®n solar, y los nuevos reclutas, pelo rapado y cogote bien limpio y despejado, mostraban ayer signos de abrasamiento, adem¨¢s de sudores y magulladuras en manos y rodillas.
En el supuesto campo de batalla, esta vez frente a una concurrida autov¨ªa, aparece un verdadero carro de combate TOA. All¨ª es donde se meten los alumnos reclutas. 'No, aqu¨ª no se fuma', advierte la alf¨¦rez Yuste a I?aki Font, que ya, una vez dentro, se hab¨ªa encendido un cigarrito. 'Hay que agarrarse a las correas, que esto no es un autob¨²s y en el terreno de combate hay baches', advierte de nuevo la alf¨¦rez ante el relajo de los soldados. Pero lo peor queda por venir: un desembarco cuerpo a tierra en plena l¨ªnea de fuego. Y adem¨¢s no sobre c¨¦sped, como el d¨ªa anterior, sino sobre un terreno bien pedregoso. Eso es lo que recuerda Eloy Azor¨ªn. Pero, firmes todos, van saliendo por el orden establecido. 'M¨¢s deprisa, m¨¢s deprisa', 'abriros, abriros', 'coge el fusil bien', gritan los instructores con energ¨ªa militar. Los reclutas se tiran al suelo en abanico. La alf¨¦rez Yuste se acerca a Jordi Vilches, el que tiene m¨¢s ojillos de incredulidad sobre lo que est¨¢ viviendo, y le explica que el arma se apunta al frente. Ganas no les faltan, pero mili..., un mont¨®n.
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