Novillos
Hablamos de novillos, pero no es una cr¨®nica taurina, aunque salgan a relucir cabestros.
El mundo es c¨ªclico; uno, de chaval, novilleaba, y pasados los a?os novillear sigue siendo costumbre arraigada.
La diferencia estriba en que, antes, al que pillaban haciendo novillos le met¨ªan la gran bronca en casa, y, seg¨²n se la gastaran en la escuela, le impon¨ªan cruel castigo (por ejemplo, escribir 100 veces 'No volver¨¦ a faltar a clase') o le amenazaban de expulsi¨®n. Y se le acababan al novillero las ganas de hacer novillos, hasta la pr¨®xima. Ahora, en cambio, al novillero le van a echar los guardias.
Hay un plan de las administraciones regional y local, con participaci¨®n de ense?antes y toda la pesca, para terminar con el absentismo escolar, en el que est¨¢n previstos guardias.
El absentismo escolar es un problema, ciertamente. Se entiende que el abstinente es aqu¨¦l que rara vez aparece por la escuela, lo cual puede ser revelador de causas serias y concretas: por ejemplo, enfermedad, desidia de los padres de la criatura, falta de esos padres o cualquier otra o grave situaci¨®n familiar.
Cuanto se haga por solucionar este absentismo ser¨¢ siempre beneficioso para el alumno y para el correcto orden escolar, y por tanto estar¨¢n justificados los esfuerzos que se empleen para conseguirlo.
Pero los novillos son distinto asunto.
Y, sin embargo, los han metido en el mismo paquete; de manera que los mismos medios para combatir el absentismo escolar se van a utilizar con los novilleros. As¨ª, a quien se le sorprenda novilleando se le abrir¨¢ expediente, entrar¨¢ en un fichero abierto al efecto, probablemente quedar¨¢ marcado de por vida, al menos en lo que se refiere a la vida escolar.
Y a¨²n hay m¨¢s inquietantes medidas: la erradicaci¨®n de la noviller¨ªa se va a adjudicar a una empresa privada; colaborar¨¢ la polic¨ªa local. Se trata de que unos y otros recorran Madrid los d¨ªas lectivos buscando novilleros, den el alto a los sospechosos, les tomen la filiaci¨®n y los reintegren a su domicilio o a la escuela.
Claro que, tan pronto empiece a funcionar este plan, los alumnos sabr¨¢n el riesgo que corren en caso de novillear, y, si se empe?an en hacer novillos, tomar¨¢n las medidas pertinentes. De entrada, esconderse; ni pisar all¨¢ donde la pr¨¢ctica novilleril era habitual (el Retiro, por ejemplo), huir a donde crean que no pueden encontrarlos. Empezar¨¢ pues una de buenos y malos, de polic¨ªas y ladrones (en este caso, novilleros). Y uno no cree que sea para tanto, pero a lo mejor se empieza as¨ª el camino para convertir a los infelices novilleros de toda la vida en delincuentes.
Una cosa es la tolerancia fr¨ªvola con el comportamiento desmadrado de ciertos alumnos, y otra bien distinta convertir en una especie de delito lo que siempre fueron faltas propias del mundo escolar. Hacer novillos (lo llaman pellas) es una de las tradicionales, y aqu¨¦l que no los haya hecho alguna vez que d¨¦ un paso al frente. Y, casi al mismo nivel, copiar en los ex¨¢menes o alborotar en clase, sin que por eso est¨¦ justificado tratar como falsificadores a quienes hacen chuletas o como camorristas a los que ponen una bomba f¨¦tida en el sill¨®n del profesor.
Hablando de novillos, un colega contaba que ¨¦l y un compa?ero los hac¨ªan en el Museo del Prado, uni¨¦ndose a un grupo de visitantes con el que recorr¨ªan las salas contemplando los cuadros y escuchando las doctas explicaciones del gu¨ªa.
Un servidor (y otros muchos) se iba al Retiro; si ten¨ªa dinero, aprovechaba para remar, y alternativamente acud¨ªa a cultivarse al jard¨ªn Bot¨¢nico. Eso fue en una primera ¨¦poca de novillero, pues en la segunda (ya espada de alternativa) se met¨ªa en la Biblioteca Nacional a leer el Coss¨ªo y las obras de los grandes autores, incluido P¨ªo Baroja, que era la bestia negra de los curas. El libro de Literatura dec¨ªa de ¨¦l: 'Mas¨®n, cler¨®fobo, imp¨ªo, utiliza los peores vocablos de la lengua castellana'. Y la verdad es que, ley¨¦ndolo, m¨¢s parec¨ªa un santo.
Los del museo, servidor y los millones de chavales que hayan hecho novillos alguna vez nos salvamos de figurar en ese fichero siniestro que anuncian las administraciones regional y local. Y quiz¨¢ tambi¨¦n de la c¨¢rcel; pues, puestos a jugar a polic¨ªas y ladrones, nunca se sabe.
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