Un pediatra de Girona evita la ablaci¨®n a una ni?a senegalesa de cuatro a?os
La peque?a iba a ser trasladada por sus padres a su pa¨ªs para practicarle la mutilaci¨®n
El doctor Rafael Ruiz Enr¨ªquez, pediatra en un centro de asistencia primaria de la comarca de la Selva (Girona), conoc¨ªa el testimonio doloroso de algunas madres de la comunidad africana de inmigrantes que cargaban con el trauma de una mutilaci¨®n genital a edad temprana. El papel secundario de estas mujeres en las decisiones familiares ha perpetuado una tradici¨®n a la que no han podido escapar ni sus propias hijas. El pediatra lo corrobora a menudo en su consulta. Y siempre con la impotencia de descubrir el mal cuando ya no tiene remedio. De ah¨ª que cuando, casi por azar, descubri¨® que una ni?a de cuatro a?os viajar¨ªa a Senegal para ser sometida a una ablaci¨®n, se decidiera a impedirlo, pese a las escasas facilidades que ofrece el sistema sanitario para erradicar esa pr¨¢ctica.
El doctor Ruiz pregunt¨® casualmente por la salud de una ni?a africana a una pariente de la peque?a, que hab¨ªa acudido a la consulta para vacunar a su hijo. Cuando ella le hizo saber que dentro de dos semanas la ni?a viajar¨ªa a Senegal, Ruiz pens¨® inmediatamente en la posibilidad de una ablaci¨®n. En la conversaci¨®n, la mujer acab¨® confirmando las sospechas del m¨¦dico, e incluso le hizo saber que ella era totalmente contraria a la mutilaci¨®n. La hab¨ªa sufrido en carne propia y le hab¨ªa causado da?o f¨ªsico y psicol¨®gico.
'Los hombres mandan'
'La mayor¨ªa de las mujeres, incluso aqu¨¦llas a las que se les realiza un corte m¨ªnimo, acaban teniendo problemas de sexualidad a largo plazo, porque lo viven como una agresi¨®n sexual', explica Ruiz, quien hizo saber a la mujer que la ley considera la ablaci¨®n un delito muy grave, penado incluso en su pa¨ªs de origen. 'Son los hombres quienes mandan', le replic¨® con impotencia la mujer.
El m¨¦dico, sin protocolo ni directriz alguna que le guiara, acudi¨® entonces al equipo de Atenci¨®n a la Infancia de su localidad, donde le aconsejaron acudir a la Fiscal¨ªa de Menores de Girona. La Fiscal¨ªa le aconsej¨® a su vez que hiciera una denuncia particular, por su cuenta y riesgo, en una comisar¨ªa de los Mossos d'Esquadra, siempre cuidando de proteger la identidad de la familiar de la peque?a que le hab¨ªa hecho la confidencia.
'Poner una denuncia era dif¨ªcil para m¨ª, porque pon¨ªa en riesgo una confianza forjada con dificultad mediante la mutua comprensi¨®n entre la cultura europea y la africana en aspectos como la alimentaci¨®n o la seguridad infantil', razona el pediatra. Pero no se ech¨® atr¨¢s y redact¨® la denuncia policial.
A partir de presentar la denuncia, el aparato policiaco-judicial actu¨® con una diligencia digna de encomio. Al d¨ªa siguiente, el pediatra era citado ante la juez para confirmar oralmente la acusaci¨®n, y a las pocas horas los padres de la ni?a eran interrogados.
La juez tom¨® la decisi¨®n de prohibir la salida de Espa?a de la menor, y recab¨® la intervenci¨®n de un asistente social y un educador en el domicilio de la familia de la ni?a. Despu¨¦s de diversas charlas, en las que se inform¨® al matrimonio de los da?os irreparables que causa la mutilaci¨®n genital en las mujeres y de la legislaci¨®n que prohibe su pr¨¢ctica, la juez accedi¨® a que la menor pudiera viajar a ?frica.
Como contrapartida previa, los padres se hab¨ªan comprometido a que nadie tocar¨ªa all¨ª a la ni?a y a que, a su vuelta, ¨¦sta ser¨ªa sometida a una revisi¨®n m¨¦dica para certificarlo. La ni?a regres¨® intacta, aunque el padre reconoci¨® ante los servicios sociales que hab¨ªa tenido muchos problemas en Senegal para impedir que sus familiares africanos realizaran el antiguo rito.
Seguimiento de los casos
Ruiz Enr¨ªquez advierte que es fundamental seguir la evoluci¨®n del caso, para evitar que la ablaci¨®n pueda tener lugar en el futuro. El pediatra es cr¨ªtico con la nula informaci¨®n que llega a los centros sanitarios sobre la atenci¨®n espec¨ªfica de los menores inmigrantes. Todos los organismos a los que recurri¨® admitieron que no ten¨ªan noticia de ninguna denuncia similar presentada por un profesional sanitario.
El m¨¦dico es consciente de que algunos pediatras y enfermeras no han actuado ante sospechas parecidas a la suya, porque no existe un circuito claro y temen que denunciar a sus pacientes les acarree problemas. 'Temen el papeleo in¨²til o que la comunidad africana haga correr la voz de que hay un pediatra blanco que se dedica a denunciar a los negros', explica.
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