Jesul¨ªn hizo lo mejor
Al anochecer, como antes en los cines, como ahora en las plazas, con poquita luz y una nube apuntando agua, el nuevo Jesul¨ªn nos dio lo mejor de la tarde. No hizo falta tirar cohetes, pero hay que reconocer que en los dos toros tore¨® con el capote, adelantando la pierna y manej¨¢ndolo con suavidad. Teniendo en cuenta los antecedentes en los que daba igual que tuviera un capote torero que un mantel lleno de migas, este cambio ya es notable; tampoco es necesario tanta seriedad, que puede ser m¨¢s propia de cortejo f¨²nebre que de fiesta primaveral.
En su primero abri¨® bien la faena con unas trincherillas que tuvieron saber y sabor. Con la derecha barri¨® el albero y lig¨® con suficiencia; cierto es que no le presenta la muleta plana, sino con una leve inclinaci¨®n en uve a fin de tirar hacia afuera, pero la verdad es que tiene el don de ligar, al menos por ese lado. No se acopl¨® con la izquierda al perderle la cara, cost¨¢ndole much¨ªsimo llevarlo por ah¨ª.
El sexto fue el ¨²nico toro de respeto y Jesul¨ªn volvi¨® a apuntar el buen toreo de derechas, ya que por all¨ª repet¨ªa el astado y se encontraba siempre la muleta bien puesta y dispuesta a templar. Se volvi¨® a negar la izquierda, carente de las cualidades de su compa?era, pero qued¨® con la esperanza. Una buena estocada, salvando muy bien el embroque, que qued¨® algo desprendida y trasera de colocaci¨®n, obtuvo tambi¨¦n una buena nota.
Espartaco present¨® dos aspectos diferentes de su tauromaquia: en el primer toro sobr¨® la segunda parte de la palabra y falt¨® la primera. Sin toro ni lucha, ?qu¨¦ quedaba? Pues hab¨ªa que cuidarlo, a media alturita, sin molestar; hab¨ªa que jorobarse: el novillete, cuando no ca¨ªa de culo, perd¨ªa las manos. Una calcoman¨ªa de toro ante la que cobrar una faenita de tentadero a puertas abiertas y de pago. Un par de series con la derecha, la izquierda sin luz, la m¨²sica tocando, el pico funcionando, y nada. El cuarto tuvo m¨¢s apariencia y m¨¢s problemas, que Espartaco solucion¨® con un fuerte castigo en varas y aplicando su mejor t¨¦cnica para no comprometerse nunca. Pura sapiencia para pasarlo de lejos y evitarse un mal rato.
Joselito se enfrent¨® a un lote dif¨ªcil; ci?¨® una buena media y dos delantales y se puso delante de un toro que se ven¨ªa inopinadamente, con cierta brusquedad y qued¨¢ndose corto; lo fue metiendo por la derecha, aguantando m¨¢s miradas que cornadas. Cuando ya no pasaba, lo intent¨® mil veces, de las que sobraron lo menos mil. El quinto se raj¨® en banderillas y se fue a chiqueros. Joselito lo llev¨® a los medios, le instrument¨® una serie por la derecha, con dos pases que oyeron quebrarse los ol¨¦s antes de producirse, y lo acompa?¨® en el camino de vuelta a toriles; Joselito hizo el poste y sufri¨® un desarme, quedando a merced del toro. Si cada manso tiene su lidia, la que le instrument¨® Joselito no le correspond¨ªa en absoluto, limit¨¢ndose a quedarse a su lado porfiando hasta la pesadez. Presidi¨® Eduardo Ord¨®?ez, que detuvo la hemorragia auricular.
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