Los conservadores denuncian que las propuestas de Blair incrementar¨¢n la presi¨®n fiscal
El primer ministro promete una reforma de los servicios p¨²blicos con ayuda privada
Tony Blair escogi¨® ayer un escenario simb¨®lico para enunciar los objetivos fundamentales de su prometida reforma de los servicios p¨²blicos brit¨¢nicos. A bordo del llamado autob¨²s de batalla, se detuvo en Gravesham, una circunscripci¨®n del sur de Inglaterra en la que, desde 1928 y con s¨®lo dos excepciones hasta la fecha, ha ganado el candidato que luego logr¨® la victoria electoral. La contienda en esta zona del T¨¢mesis tiende adem¨¢s a limitarse a las dos formaciones principales, laboristas y conservadores, y a la pr¨¢ctica anulaci¨®n en las urnas de los liberal-dem¨®cratas.
'La elecci¨®n es clara', dijo Blair a la audiencia de simpatizantes laboristas. 'Auge y estabilidad de la econom¨ªa, inversi¨®n y reforma radical de los servicios o, por el contrario, aceler¨®n y par¨®n econ¨®mico acompa?ado por un retorno de los recortes en inversi¨®n'. El primer ministro retom¨® la controversia suscitada por un alto responsable del equipo del l¨ªder conservador William Hague al fijar, d¨ªas atr¨¢s, el alcance de los recortes fiscales prometidos por los tories en 20.000 millones de libras (unos 5,3 billones de pesetas) -oficialmente son 4.000 billones de libras- para el final de la pr¨®xima legislatura. 'Es imposible mantener este nivel de recortes sin perjudicar los colegios, los hospitales...', advirti¨® Blair.
Los laboristas se han comprometido a no elevar el impuesto sobre la renta, pero son vulnerables a renovadas acusaciones sobre las v¨ªas de financiaci¨®n de su prometida inyecci¨®n en los servicios p¨²blicos. Respaldado por un batall¨®n de m¨¢s de un centenar de empresarios, Hague sugiri¨® ayer que un segundo gobierno neolaborista subir¨¢ las contribuciones de la seguridad social y otros impuestos indirectos para cuadrar las finanzas estatales. Pero entre los nuevos simpatizantes tories, que ayer expresaron temor de perder competitividad con las propuestas de Blair, se echan en falta genuinos l¨ªderes como Chris Gent, director general de Vodafone, la mayor compa?¨ªa brit¨¢nica y l¨ªder mundial en telefon¨ªa m¨®vil. Gent ha apoyado a los conservadores en el pasado pero el herm¨¦tico rechazo del euro le lleva en esta ocasi¨®n a mantener las distancias.
Blair, en cambio, no duda de que los brit¨¢nicos desean inversi¨®n y mejora de los precarios servicios p¨²blicos. 'Queremos acelerar el ritmo de reforma', reiter¨® ayer. Para ello, se concentrar¨¢ en tres objetivos: alto nivel de calidad, protagonismo de los 'consumidores' y retorno del poder al 'personal de primera l¨ªnea', es decir, a los funcionarios. Cuando vuelva a Downing Street, el primer ministro ofrecer¨¢ 'diversidad' en el tipo de escuelas y romper¨¢ las barreras de 'demarcaciones obsoletas' en las funciones de m¨¦dicos de cabecera, enfermeras y especialistas de la sanidad p¨²blica.
La maquinaria gubernamental devolver¨¢ el poder a sus protagonistas, desde hospitales a ambulatorios, colegios y profesores, que controlar¨¢n hasta el 90% de sus respectivos recursos. En la balanza entre poder central y autonom¨ªa local girar¨¢ el ¨¦xito de la reforma neolaborista ya que, en algunas instancias, como las citas hospitalarias, el sistema se gestionar¨¢ desde un centro nacional. A grandes rasgos, sin embargo, cuanto m¨¢s eficiencia y calidad demuestre un proveedor de servicios, m¨¢s autonom¨ªa disfrutar¨¢, prometi¨® Blair. 'Las alianzas con los sectores privado y voluntario ser¨¢n importantes en la creaci¨®n de la diversidad en la provisi¨®n de servicios'.
'Algunos asumen', continu¨®, 'que s¨®lo hay dos v¨ªas de dar servicios: completamente en el sector p¨²blico o completamente en el sector privado. Esto es una tonter¨ªa. En el mundo real, casi todos los servicios p¨²blicos mantienen contratos con socios privados. Lo que importa es la calidad y el valor de los servicios que se ofrecen', defendi¨®.
En el refuerzo de la iniciativa privada, que ya est¨¢ presente en todos los terrenos de la vida brit¨¢nica, como la educaci¨®n, el transporte, el empleo o la sanidad, girar¨¢ la gesti¨®n de un segundo gobierno Blair. Sin oposici¨®n pol¨ªtica -el credo conservador apuesta por la privatizaci¨®n gradual de los servicios-, el debate deber¨¢ encauzarse a delimitar las fronteras reales del Estado brit¨¢nico.
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