?Qui¨¦n maneja las encuestas del CIS?
El centro oficial donde se miden las tendencias pol¨ªticas ha sido siempre un foco de atenci¨®n del Gobierno. Ahora esa relaci¨®n se ha hecho a¨²n m¨¢s dif¨ªcil
El Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar tiene un problema con el manejo de las encuestas desde el inicio de su anterior legislatura en el poder. Y lo tiene especialmente con las del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, bajo su mando. Los bar¨®metros del CIS que miden la fiebre pol¨ªtica del pa¨ªs no han dejado de proporcionarle disgustos, incluso en las ¨¦pocas en que el PP se distanciaba del PSOE hasta 10 puntos en estimaci¨®n de votos y Aznar no acababa de despuntar en la valoraci¨®n de l¨ªderes. Desde el Gobierno y desde la direcci¨®n del CIS se rebaten las acusaciones de manipulaci¨®n partidista del centro en beneficio del PP, sobre todo con los pol¨¦micos trabajos realizados ¨²ltimamente sobre Euskadi y Catalu?a, con un dato que hasta un portavoz de la oposici¨®n admite como un enigma: 'No se observa claramente por qu¨¦ raz¨®n y con qu¨¦ objetivo se ha actuado con tanta torpeza y poca inteligencia'.
Montoro y su equipo viven con malestar ver convertido el CIS en diana de las batallas pol¨ªticas
En el CIS, su presidente, Ricardo Montoro, hermano del ministro de Hacienda, su m¨ªnimo equipo directivo (tres subdirectores generales y s¨®lo uno, su segundo, Cayo Sastre, el responsable de las investigaciones, nombrado por ¨¦l) y sus casi 100 empleados viven con inquietud, malestar y hartazgo el ver convertido casi cada mes este organismo de gran prestigio profesional en la diana de las batallas pol¨ªticas.
Ricardo Montoro se lo reconoc¨ªa algo compungido recientemente a un compa?ero soci¨®logo de otro partido en un congreso de expertos: 'Esto del CIS es un potro de tortura'. Una de las ¨²ltimas directoras del CIS de los Gobiernos socialistas, Rosa Conde, sin embargo, tiene otra opini¨®n muy distinta: 'Para un soci¨®logo el CIS es una gozada, porque es un centro de mucho prestigio y medios, con la mejor red de campo de Espa?a, con encuestadores en todas las provincias gracias a su volumen de trabajo, lo que te permite observar la realidad pol¨ªtica desde una posici¨®n privilegiada'. Y eso que Conde depend¨ªa entonces org¨¢nicamente de Alfonso Guerra, del que niega injerencias en su trabajo.
Montoro tambi¨¦n rechaza que el Gobierno le manipule, que le dise?e preguntas o que despache en La Moncloa con Pedro Arriola, el asesor para estos temas de Aznar como presidente del PP. Porque el presidente actual y directores anteriores sostienen que 'la manipulaci¨®n de las preguntas y de los resultados es imposible en el CIS'. Es un trabajo que lleva haciendo desde 1983 el mismo responsable del departamento de estad¨ªstica, con gobiernos de todos los colores.
Otra cosa ser¨ªa la estimaci¨®n electoral, los repartos de esca?os, la famosa cocina. El CIS es un organismo aut¨®nomo muy presidencialista y aunque a Montoro, como a sus predecesores, se le entrega una estimaci¨®n estrictamente t¨¦cnica, obtenida de una f¨®rmula variable, ¨¦l tiene la potestad ¨²ltima de 'a?adirle un poco m¨¢s de sal, si quiere, para que el plato salga a gusto del cocinero'.
La examinada y esperada estimaci¨®n de esca?os, que el CIS tiene obligatoriamente que hacer por mandato legal en sus bar¨®metros pol¨ªticos, es un escollo que se saltan las firmas privadas m¨¢s prestigiosas en periodos alejados de elecciones, como, por ejemplo, Demoscopia. La mayor¨ªa de los expertos consultados y muchos dirigentes pol¨ªticos sostienen ahora que el CIS deber¨ªa desechar tambi¨¦n esa opci¨®n.
Todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil tambi¨¦n si los presidentes del CIS estuviesen al margen de las pugnas pol¨ªticas, incluso de sus partidos. Raz¨®n por la que ahora el PSOE reclama una mayor dependencia org¨¢nica del Parlamento, algo que antes, cuando estaba en el poder, evitaba. De hecho la ley reguladora del CIS, que incide sobre todo en intentar garantizar su transparencia, fijando los plazos de sus presentaciones, sali¨® adelante en noviembre de 1995, al final del mandato de Felipe Gonz¨¢lez.
Montoro presume de estar al margen de las estrategias y decisiones pol¨ªticas del Gobierno del PP pero fue nombrado hace un a?o cuando Mariano Rajoy, vicepresidente primero del Gobierno, se ocupaba de esos asuntos. Desde hace unos meses depende del ministro de Presidencia, Juan Jos¨¦ Lucas, y espec¨ªficamente del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Jorge Fern¨¢ndez. Ni Lucas est¨¢ contento con Fern¨¢ndez ni ¨¦ste se siente respaldado. Disfunci¨®n que se agiganta por semanas. Y que ha llegado a un punto complicado tras la ins¨®lita comparecencia de esta semana en la que Fern¨¢ndez no fue capaz de explicar ante toda la prensa en el Congreso por qu¨¦ el CIS hab¨ªa incluido al ministro de Exteriores, Josep Piqu¨¦, entre los l¨ªderes con opciones a presidir la Generalitat de Catalu?a cuando a¨²n no tiene ning¨²n cargo que le ligue a esa comunidad.
Lucas quer¨ªa para el puesto que ocupa Fern¨¢ndez a su mano derecha durante a?os en Castilla y Le¨®n, Jes¨²s Merino, al que lleg¨® a ofrecer ese cargo antes de saber que Aznar no quer¨ªa mover a nadie del equipo de Interior que hered¨® Rajoy.
Mientras tanto, el CIS da peri¨®dicas fiebres al Gobierno del PP, que est¨¢ siempre muy pendiente de esos sondeos y tambi¨¦n de los privados que publican los medios de comunicaci¨®n. El propio Montoro ha apelado precisamente 'al calor, al ambiente' general sobre la notoriedad pol¨ªtica de Piqu¨¦ en Catalu?a para incluirle en el sondeo pol¨ªtico sobre esa comunidad.
Dirigentes socialistas del CIS ratifican que ellos tambi¨¦n hac¨ªan ese tipo de cuestiones, pero 'm¨¢s objetivadas'. Es decir, si quer¨ªan saber el papel de un posible aspirante pol¨ªtico en una comunidad sondeaban sobre una baraja amplia de l¨ªderes de todos los partidos, aunque en realidad s¨®lo les interesase uno. Responsables actuales y anteriores del CIS y fuentes del centro confirman que encuestas sobre comunidades como la ahora pol¨¦mica de Catalu?a se han hecho toda la vida. Otro asunto a debatir ser¨ªa su oportunidad. Pero eso se achaca a los talantes personales.
De Montoro todas las fuentes consultadas destacan su formaci¨®n excesivamente t¨¦cnica y poco pol¨ªtica para criticar su inoportunidad y falta de tacto con esos ¨²ltimos sondeos. De su antecesora, Pilar del Castillo, se valoraba precisamente lo contrario, cuando gran parte de su formaci¨®n se forj¨® en el CIS, incluso bajo gobiernos socialistas.
Un responsable del CIS explica el fen¨®meno obsesivo de este Gobierno con las encuestas extendiendo el mal a todos los partidos: 'Creen que son bolas de cristal m¨¢gicas, con poderes taumat¨²rgicos, y les dan demasiada importancia'.
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