Muere Anthony Quinn, un pr¨ªncipe de su oficio
El actor, nacido en M¨¦xico, obtuvo dos 'oscars' y protagoniz¨® pel¨ªculas como 'Zorba el griego'
Washington Anthony Quinn, actor de excesos dram¨¢ticos s¨®lo comparables a los de su vida sentimental, muri¨® el domingo en un hospital de Boston. Invirti¨® sus 86 a?os en rodar m¨¢s de doscientas pel¨ªculas, entre las que destacan Zorba el griego, Viva Zapata y La strada, y en tener un n¨²mero de amantes similar o superior, seg¨²n la leyenda. Quinn, con sus virtudes y sus defectos, ha proporcionado a la historia del cine uno de los rostros m¨¢s expresivos y vers¨¢tiles; al actor se le podr¨¢ recordar como el perfecto indio, esquimal, mexicano y, por encima de todo, griego. El actor muri¨® en el Brigham and Women's Hospital de Boston. Hab¨ªa ingresado dos semanas antes para someterse a un tratamiento contra la neumon¨ªa, que le provocaba problemas respiratorios.
Quinn pas¨® seis d¨¦cadas en la pantalla sin ning¨²n af¨¢n de protagonismo. 'Yo nunca me caso con la chica al final de la pel¨ªcula', sol¨ªa decir, 'aunque a cambio suelo acabar conquistando alg¨²n pa¨ªs'. Suyo es el retrato de personajes hist¨®ricos de todo rango: desde reyes hasta revolucionarios, desde un cura de pueblo hasta el Papa.
Mexicano de nacimiento, orgulloso de su Chihuahua natal pero nacionalizado estadounidense en 1947, Quinn tuvo la desdicha y la providencia de criarse en el este de Los ?ngeles. En aquella ¨¦poca, ning¨²n otro lugar de Estados Unidos era m¨¢s despiadado con los inmigrantes hispanos como esa zona de California en la que Hollywood estaba tan cerca que parec¨ªa inalcanzable. Luch¨® como pudo contra la indigencia de su familia. Entr¨® en la industria del cine por la puerta de menor lustre, pero la ¨²nica abierta: como extra en pel¨ªculas de bajo presupuesto.
En 1936, Cecil B. DeMille se fij¨® en su cara y convenci¨® a la Paramount para que le firmara un contrato en exclusiva que dedic¨® por completo a un perfecto ejercicio de encasillamiento: s¨®lo hac¨ªa de g¨¢nster o de indio. Durante los a?os de la guerra, Quinn se pas¨® a la Warner Bros a cambio de papeles cada vez menos secundarios, si bien igual de poco variados: en esta productora sol¨ªa hacer de g¨¢nster, de indio o de guerrillero.
Esta ¨²ltima variante profesional proporcion¨® a Anthony Quinn el aprendizaje ¨¦tnico al que sac¨® partido en ?Viva Zapata!, de 1952. El Oscar que gan¨® por esa pel¨ªcula le permiti¨® elegir por primera vez el rumbo de su carrera. En 1956 gan¨® su segundo Oscar como secundario por El loco del pelo rojo.
Ritmo fren¨¦tico
Quinn descubri¨® Europa con Fellini en La strada. Vivi¨® un tiempo en Italia, pero regres¨® a Hollywood para hacer pel¨ªculas a un ritmo fren¨¦tico. En 1960, Quinn hab¨ªa ganado demasiado peso como para hacer de gal¨¢n, un papel que nunca le ofrecieron y que ¨¦l siempre busc¨®. Su nueva fisonom¨ªa, ruda y tierna al mismo tiempo, le permiti¨® bordar personajes m¨¢s complejos, desde el boxeador humillado en R¨¦quiem por un campe¨®n hasta el beduino creado por David Lean en Lawrence de Arabia. En 1964 lleg¨® el papel de su vida como el humilde campesino de Zorba el griego en la adaptaci¨®n de la novela de Nikos Kazantzakis. Cuando lleg¨® la d¨¦cada de los setenta, Anthony Quinn decidi¨® participar en pel¨ªculas tan prescindibles como algunos de sus directores, incapaces de contener los excesos interpretativos de quien ya era una leyenda del cine.
Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, que coincidi¨® con Quinn y con Giancarlo Giannini hace seis a?os en Un paseo por las nubes, de Alfonso Arau, record¨® ayer en M¨¢laga: 'Estaba todo el d¨ªa haciendo chiquilladas y bromas; no paraba de preguntar, de mostrar sus inseguridades, su entusiasmo y generosidad a todo el mundo', informa H¨¦ctor M¨¢rquez.
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