De bruces contra un muro

Estar ante alguno de los toros jugados en esta corrida era como darse de bruces contra un muro, porque ah¨ª, especialmente en los toros tercero, quinto y sexto, no hab¨ªa quien pudiese hacer una faena m¨ªnimamente l¨²cida. Y ello por varias razones: el tercero porque era incapaz de repetir las embestidas, el quinto porque cambi¨® para mal en la muleta al refugiarse en tablas y no querer moverse de all¨ª y el sexto por su invalidez. El resto de ejemplares ya admite m¨¢s matices; el primero, aunque flojo, fue noble y bueno para el torrero; el segundo tuvo peligro y fue reserv¨®n y al cuarto no se le acab¨® de ver.

Ortega Cano lance¨® extraordinariamente a su buen primero, a la ver¨®nica de salida, galleando para llevar toro al caballo y al delantal en el quite. La faena tuvo muy buen tono, aunque no acabase de cuajar al toro, pero hubo muletazos de mucho sabor, con reposo, despaciosidad y mano baja. Media estocada y certero descabello dieron paso a la ¨²nica vuelta al ruedo que se dio en la tarde. En el cuarto, que si topaba, punteaba los enga?os, brind¨® la faena a V¨ªctor Mendes y estuvo en tono precavido y a la defensiva, como si hubiese visto en el astado mayores dificultades que la mayor¨ªa de espectadores.

Espartaco tore¨® su ¨²ltima corrida en Barcelona y, con el peor lote, intent¨® justificarse en todo momento y fue tratado con mucho cari?o por el p¨²blico, merced a su ejemplar trayectoria. Expuso mucho en el complicado segundo, intentando, con m¨¦rito, meterlo en la muleta y jug¨¢ndose el tipo sin aspavientos. Despu¨¦s de media estocada y tres descabellos, pod¨ªa haber salido al tercio para recoger la fuerte ovaci¨®n, pero el diestro, con su modestia habitual, se qued¨® entre barreras. El quinto hizo concebir esperanzas en los primeros tercios, porque se movi¨® con cierta boyant¨ªa y permiti¨® un buen toreo a la ver¨®nica de Espartaco, un vistoso quite de Joselito y un gran tercio de banderillas de Joselito Guti¨¦rrez, que tuvo que desmonterarse. En la muleta dio un cambio radical, y Espartaco, con el animal refugiado en tablas, se desesper¨® por no poder obtener lucimiento en su despedida de la afici¨®n de Barcelona. Media estocada y una fort¨ªsima ovaci¨®n, con saludos desde el tercio despid¨® al de Espartinas.

Joselito estuvo decidido y torero, pero se estrell¨® ante los dos ejemplares de su ganader¨ªa que le correspondieron. Hasta recibi¨® con una larga de rodillas al sexto, estuvo muy activo en quites y los principios de sus dos faenas fueron torer¨ªsimos. Pero de ah¨ª no pas¨® la cosa, porque a su primero era imposible ligarle los muletazos y al sexto, al que banderill¨® lucidamente Juan Cubero, desepu¨¦s del mencionado principio, se llev¨® el astado a los medios, en donde no tard¨® en dar muestras lastimosas de su poca fuerza. Mimo, trasteo de enfero y nula emoci¨®n. Una estocada ca¨ªda y a otra cosa mariposa.