Desajuste argentino
Empe?arse en alcanzar el equilibrio del presupuesto en un pa¨ªs como Argentina, tres a?os inmerso en una severa recesi¨®n, en el que los ingresos p¨²blicos apenas representan el 18% del PIB, con una tasa de paro del 16% y tipos de inter¨¦s que superan en 16 puntos los que fija la Reserva Federal para el d¨®lar, es un ejercicio de voluntarismo pol¨ªtico. En mayor medida si el Gobierno que lo propone ha ensayado varios intentos de recomposi¨®n de esa maltrecha situaci¨®n econ¨®mica y, adem¨¢s, est¨¢ integrado por una alianza de circunstancias, sin el respaldo social y pol¨ªtico suficiente y con un importante grado de descentralizaci¨®n fiscal a favor de las provincias.
El ajuste fiscal propuesto con el fin de recuperar la m¨ªnima solvencia financiera que impida la suspensi¨®n de pagos de la deuda pretende una disminuci¨®n del gasto p¨²blico de 1.500 millones de d¨®lares en este a?o y de 4.300 millones el pr¨®ximo. Con m¨¢s ret¨®rica que medidas veros¨ªmiles, el plan trata de reducir la importante bolsa de fraude tributario por parte de todos los agentes econ¨®micos. La principal partida a recortar son los salarios de los funcionarios y las pensiones iguales o superiores a 500 d¨®lares al mes (unas 95.000 pesetas). Aunque el plan fue aprobado en el Congreso, permanece bloqueado por la oposici¨®n peronista en el Senado. El Partido Justicialista hab¨ªa dado su respaldo el pasado 16 de julio al ajuste propuesto, y comprometido su cumplimiento en las provincias gobernadas por el mismo, pero decidi¨® solicitar cambios que minimizaran el impacto sobre las rentas de trabajadores y jubilados. Pero el Gobierno rechaza la posibilidad de moderar el recorte. Las reacciones de las organizaciones sindicales no se han hecho esperar.
En ausencia de apoyos financieros adicionales del exterior, en particular de las agencias multilaterales, la viabilidad de ese plan no est¨¢ en modo alguno garantizada. La econom¨ªa argentina necesita, ante todo, crecer, y eso no es precisamente f¨¢cil con un ajuste como el propuesto y un tipo de cambio manifiestamente apreciado frente a todas las monedas de los principales socios comerciales de ese pa¨ªs. Una situaci¨®n que transmite una vulnerabilidad equivalente al resto de las econom¨ªas consideradas emergentes, en particular al principal socio comercial, Brasil, e indirectamente, a aquellas otras como la espa?ola, en la que sus principales empresas y entidades financieras mantienen una parte significativa de sus activos en aquella regi¨®n.
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