'El marat¨®n no es tan f¨¢cil como parece'
Mart¨ªn Fiz, alav¨¦s de 1963, ha corrido 18 maratones, de los que ha ganado ocho, entre ellos el Campeonato de Europa de 1994 y el del Mundo de 1995. Abel Ant¨®n, soriano de 1962, ha corrido 11, con cinco victorias, entre ellas los Mundiales de 1997 y 1999. Ma?ana, en Madrid, se cortan la coleta disputando el autodenominado Marat¨®n del Milenio. Antes de su despedida, se han sentado a dialogar. Dos de los mejores atletas de la historia repasan su carrera y su rivalidad para este peri¨®dico.
Mart¨ªn Fiz. Lo dejamos. Es una decisi¨®n que la gente debe respetar. Ya tengo 38 a?os. Biol¨®gicamente, una buena edad. Y, despu¨¦s de Sydney, no creo que podamos estar a un nivel alto en los Juegos de 2004. Lo mejor es dejarlo.
Fiz: 'Estamos superorgullosos de que gracias a nosotros la gente salga a correr a las calles sin tapujos'
Ant¨®n: 'Un Mundial no es tanto la marca como la preparaci¨®n. Hay que saber estar ese d¨ªa, el que tienes que ganar'
Abel Ant¨®n. Y yo ya no tengo 38, que el mi¨¦rcoles cumpl¨ª 39. Ya es hora. Ya es dif¨ªcil estar a nivel alto. Lo que tenemos que hacer es lo que hacemos en este marat¨®n del milenio, que es un homenaje.
M. F. Todo empez¨® por la motivaci¨®n que te di, Abel, al pasarme a una distancia m¨¢s larga y triunfar. T¨², sabedor de que en otras distancias me ganabas, tambi¨¦n quisiste andar el mismo camino.
A. A. Nos juntamos y en los ¨²ltimos seis u ocho a?os casi todos los t¨ªtulos de marat¨®n se han venido para Espa?a. Eso es un lujo para el deporte espa?ol. Hemos vivido los mejores a?os del marat¨®n espa?ol. Ahora habr¨¢, quiz¨¢, un bache de dos a?os. Pero los atletas actuales son diez a?os m¨¢s j¨®venes y en cualquier momento pueden lograr nuestros ¨¦xitos.
M. F. Llegu¨¦ y en el tercer marat¨®n gan¨¦ el Europeo. Sal¨ª pensando que iba a hacer un buen marat¨®n, delante, y Diego Garc¨ªa, el veterano, me anim¨® mucho. Pero no pens¨¦ que iba a ganarlo. Luego result¨® que ganamos los tres . Nos hab¨ªamos entrenado juntos y copamos el podio. Ha sido la mayor satisfacci¨®n de mi vida deportiva. A partir de ah¨ª, un camino abierto. No largo, corto, porque ve¨ªa que pod¨ªa ganar lo que me propusiera. Al a?o siguiente fui campe¨®n del mundo y despu¨¦s llegu¨¦ convencido, casi prepotente, a Atlanta 96. Y aquello me hizo tanto da?o que no pude ganar. Es mi gran frustraci¨®n.
A. A. Corr¨ª el primer marat¨®n y lo gan¨¦. El segundo, tambi¨¦n. Me qued¨¦ con una buena sensaci¨®n. Llega el tercero y eres campe¨®n del mundo. Algo fuera de lo normal. Parece que es f¨¢cil esto, pens¨¦, y, sin embargo, he ido descubriendo que el marat¨®n no es tan f¨¢cil como parece. Vi, como en Sydney, que tambi¨¦n tiene su dureza. Fue el peor que he hecho y, encima, era ol¨ªmpico. Pensaba en una medalla lesionado y todo. Se me vino el mundo abajo. Estuve a punto de dejar el atletismo.
M. F. Pero antes estuvo Atenas 97, el Mundial. Era un d¨ªa bueno. Yo me encontraba fuerte, en plenitud, con ganas de resolver la carrera lo antes posible. Y me puse a tirar intuyendo que mi m¨¢ximo rival ser¨ªa mi invitado de honor, Abel, que yo sab¨ªa que andaba muy bien, que era un gran estratega. Y, eso, me ganaste en los metros finales de forma un tanto pol¨¦mica. Durante la carrera te odi¨¦ porque sab¨ªa que, a falta de cuatro o cinco kil¨®metros, me ibas a ganar porque eres muy llegador. Y tambi¨¦n te odi¨¦ despu¨¦s. Que te invite a la carrera y te lleves el pastel m¨¢s gordo no sienta bien. Pero con los a?os lo he ido asimilando. En Sevilla 99 demostraste por qu¨¦ hab¨ªas ganado en Atenas y me di cuenta de todo.
A. A. Te ten¨ªa respeto porque eras el campe¨®n del mundo y mi rival. Vi que lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer era seguir tu estela y te diste cuenta de que ten¨ªas que poner las cosas en su sitio.
M. F. El turbo.
A. A. Eso lo hiciste muy pronto. Desde el kil¨®metro 17 empezaste a correr fuerte y me tuviste con el gancho hasta... Y en el 30 estuve a punto de caer, de dejarme. Pero supe aguantar esos dos o tres kil¨®metros malos. Incluso pens¨¦ en conformarme con el segundo puesto, que me parec¨ªa bueno. Pero, despu¨¦s de tanto esfuerzo, te flaquearon las fuerzas y, cuando ya era pr¨¢cticamente bajar hasta el estadio, los ¨²ltimos cuatro o cinco kil¨®metros, me recuper¨¦. Y supe que ten¨ªa m¨¢s posibilidades que t¨². Pero no veo la pol¨¦mica. Nos aprovechamos mutuamente, se puede decir. Porque, si me dejas tirado, ?qu¨¦ habr¨ªa pasado? Y no me vengas con que llevaste el peso. Ir delante no hace mucho en un marat¨®n.
M. F. S¨ª hace, s¨ª hace. Ir delante ayuda mucho al segundo. Te va marcando el ritmo.
A. A. Pues haberte quedado detr¨¢s. Si quer¨ªas ir delante era por tu propio inter¨¦s. Y el m¨ªo era ir detr¨¢s.
M. F. Somos conscientes de que la situaci¨®n de la carrera es as¨ª. Y ojal¨¢ que ma?ana sea parecida. Es mi forma de correr y la tuya es ¨¦sa.
A. A. Como la opini¨®n de la afici¨®n depende de los comentarios del que lo televisa... Si en vez de ser t¨², en Atenas, es Pepito, el de los Palotes, el africano de turno, todo es maravilloso.
M. F. Pero aqu¨ª es diferente. ?ramos dos espa?oles.
A. A. Ya, pero en Sevilla no fuiste t¨² y todo fue maravilloso. Entre espa?oles s¨ª que hay aprovechamiento. ?Con los extranjeros, no? Para m¨ª, es lo mismo.
M. F. A m¨ª me sent¨® mal. Estuve un tiempo mal. Pero me sirvi¨® de nueva motivaci¨®n para preparar el Mundial de Sevilla. No tanto para ser el mejor del mundo como para ser el mejor de tu pa¨ªs, que es lo que t¨² me hab¨ªas arrebatado. Nuestra amistad se enfri¨® un poco un par de meses. Pero, con los pies en el suelo, me recuper¨¦.
A. A. La tirantez duro eso, dos o tres meses. Pero luego ha sido todo lo contrario. Hemos ido a mejor. Cada vez, mejores amigos.
M. F. Y hasta nos vino bien econ¨®micamente. Hicimos anuncios juntos. Ha salido rentable.
A. A. Aument¨® nuestro cach¨¦.
M. F. Pese a no haber podido ganar en unos Juegos. ?sa es mi mayor desilusi¨®n.
A. A. Y la m¨ªa. Son cada cuatro a?os. Es muy dif¨ªcil prepararlos. Yo he hecho cuatro y el mejor fue el octavo puesto en Barcelona 92. T¨² hiciste tres, con un cuarto y un sexto. Pero justamente el a?o ol¨ªmpico ha sido el nuestro malo. Yo fui a Sydney lesionado en una rodilla y t¨² no tuviste suerte. Ya es mala suerte no tenerla el a?o ol¨ªmpico.
M. F. Tienes los mismo rivales en un Mundial, pero te apetece m¨¢s ser campe¨®n ol¨ªmpico.
A. A. Lo ol¨ªmpico es m¨¢s bonito.
M. F. Tiene m¨¢s valor. Ahora dejamos el marat¨®n espa?ol en un momento de esperanza. Hay gente que ha ganado grandes competiciones. S¨®lo necesitan tiempo, Hay que darles tiempo para que cojan el mando. Se queda buena gente y tiene las puertas muy abiertas.
A. A. Pero creo que en Edmonton pod¨ªamos haber estado. No critico a los que estuvieron ni entro en sus problemas. Entendemos su postura. Pero pod¨ªamos haber estado arriba y conseguido una medalla. Si no fui fue por una decisi¨®n pol¨ªtica de la Federaci¨®n.
M. F. Yo no fui porque estaba lesionado. Pero fue una actuaci¨®n desilusionante. Incluso a ellos les pareci¨® as¨ª. Llevamos ocho a?os consiguiendo todos los t¨ªtulos y para la gente fue desilusionante tambi¨¦n, no fracaso.
A. A. Ha pasado un poco lo mismo que cuando se retir¨® Indurain, que a los dem¨¢s ciclistas se les exig¨ªa ganar el Tour. En atletismo es parecido. Los Mundiales no se regalan. Hay que gan¨¢rselos. Nosotros hemos competido contra atletas con mejores marcas, con 2h 6m o el r¨¦cord del mundo, y no han podido doblegarnos. Porque un Mundial no es tanto la marca como la preparaci¨®n, saber estar. ?se es el d¨ªa que tienes que ganar. Es lo dif¨ªcil: compaginar los entrenamientos y estar en ese momento. Es m¨¢s dif¨ªcil que una marca. Las medallas son lo importante. Es lo que queda. Siempre he corrido los maratones para ganarlos, sin preocuparme de los r¨¦cords.
M. F. Estamos superorgullosos de que gracias a nosotros la gente salga a correr a las calles sin miedo ni tapujos. Hay m¨¢s competiciones populares y la gente se entrena a diferentes horas. Hay un boom.
A. A. Nuestro granito de arena hemos puesto.
M. F. Nosotros mismos nos vamos a convertir en atletas populares. No har¨¦ tantos kil¨®metros como antes, pero seguir¨¦ corriendo. No ser¨¢ un entrenamiento met¨®dico. Saldr¨¦ a disfrutar.
A. A. Yo tambi¨¦n lo tengo muy claro. Al segundo o tercer d¨ªa de correr un marat¨®n, tengo la necesidad de salir a correr algo porque me siento a gusto. Si no, estoy nervioso.
M. F. Va a ser un cambio brusco. Antes nos entren¨¢bamos ma?ana y tarde. Cuid¨¢bamos el cuerpo. Descanso controlado, un platito de pasta, d¨ªas como un ni?o... Y se har¨¢ duro cuando llegue el Europeo de Alemania y haya que verlo en el televisor. El mono.
A. A. Es duro, pero es ley de vida. Todos nos hacemos mayores. Y el cuerpo cuando no puede no puede. Habr¨¢ que trabajar en otras cosas, llevar los negocios y disfrutar de la vida.
M. F. Aunque seamos mayores para el deporte, somos v¨¢lidos y j¨®venes para la vida civil. No nos quedaremos cruzados de brazos. Hay que ense?ar a los chavales. A m¨ª me gusta estar con ellos y t¨² tienes el centro de alto rendimiento en Soria. Vamos a seguir vinculados al atletismo. Que la gente no se piense que se va a librar de nosotros. C¨®mo son las cosas. Cuando empec¨¦, lo hice por placer y porque es un mundo sano. Luego, te das cuenta de que es tu profesi¨®n. Se me hizo muy duro decirles a mis padres que me iba a dedicar a correr. Para ellos, era un deporte sin m¨¢s.
A. A. Mis padres tampoco entend¨ªan eso del correr.
M. F. Si hubi¨¦ramos seguido en la pista, no habr¨ªamos ganado ni la quinta parte. En los 5.000 y los 10.000 metros arrasan los africanos. Pero, cuando me pas¨¦ al marat¨®n, no pens¨¦ en el lado econ¨®mico. Fue una decisi¨®n deportiva. Sufr¨ª una frustraci¨®n al no llegar a la final de Barcelona 92 y me busqu¨¦ otra prueba m¨¢s seductora aconsejado por Sabino Padilla, que vio que, por mi forma de ser, peque?o y delgado, ser¨ªa una buena distancia. ?l fue el culpable de mi salto.
A. A. Yo lo decid¨ª con mi entrenador, Enrique Pascual, pero fij¨¢ndonos en ti. Porque t¨² pasaste en el 93 y yo en el 96. Pero tus ¨¦xitos en Helsinki y Gotemburgo me hicieron cambiar de disciplina. Si hab¨ªas tenido ¨¦xito, pens¨¦ que podr¨ªa ver m¨¢s la luz por esa parte.
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