La Alianza del Norte ordena a sus tropas que se preparen para la ofensiva de Kabul
El mal tiempo dificulta la puesta en marcha del ataque terrestre contra los talibanes
"Mohamed Fahim ha ordenado que las tropas est¨¦n preparadas" para una ofensiva, dice Abdul Jamil, comandante de la leva de la llanura de Shomal¨ª, que ayer invad¨ªa el arc¨¦n de la carretera de Charikar. Sus hombres portaban decr¨¦pitos Kal¨¢shnikov y vest¨ªan uniformes de camuflaje; algunos calzaban botas nuevas, pero la mayor¨ªa iba en zapatillas o sandalias zarrapastrosas.
Los soldados, muchos imberbes, se?alaban hacia las colinas de Kabul con una sonrisa traviesa, pero, tras devorar el rancho de arroz y trozos de carne, marcharon hacia Jabalossaraj, justo en la direcci¨®n opuesta. El inminente ataque sobre la capital parece, pues, un poco exagerado, por el momento. Un portavoz aliancista insiste en el discurso oficial -'estaremos en Kabul dentro de un mes'- y los periodistas m¨¢s experimentados en las cuestiones afganas creen que la situaci¨®n empezar¨¢ a cambiar en un par de semanas. Las se?ales son, sin embargo, muy contradictorias.
En el valle del Panchir, la inexpugnable retaguardia de Masud en los a?os de la invasi¨®n sovi¨¦tica, se espera desde hace d¨ªas la presencia del general Fahim para reunirse con sus mandos y aprobar el definitivo plan de ataque. Pero el mal tiempo le retiene en Joya Bajoudin, cerca de la frontera tayika. Sin Fahim no hay ¨®rdenes de ataque. Mientras, la Alianza prosigue con sus ejercicios militares. Ayer celebr¨® uno cerca de Charikar, al que acudieron los jefes de los diferentes frentes de Kabul. Pero m¨¢s que maniobras con fuego real se trat¨® de una reuni¨®n en la que un mul¨¢ arengaba a cientos de muyaidines sobre las virtudes del Cor¨¢n. 'Algo deben hacer en la Alianza, pues la poblaci¨®n civil empieza a estar inquieta y aumentan las cr¨ªticas', dice un afgano que habla castellano con acento cubano.
Los carros de combate T-55 y blindados enviados por Rusia como parte de su colaboraci¨®n con la Alianza no han llegado al frente de Kabul. 'Est¨¢n en Joya Bajoudin', asegura esa fuente afgana. 'No es posible traerlos por carretera hasta aqu¨ª; los pasos monta?osos empiezan a estar nevados'. La l¨®gica indica que esos carros ser¨¢n utilizados en el asalto de la ciudad de Mazar-i-Sharif, la segunda en importancia, y que no termina de caer en las manos de la Alianza.
Pese a los deseos formulados por sus mandos y los movimientos de tropas, la situaci¨®n real sobre el terreno no ha variado demasiado en tres semanas. La Alianza del Norte sigue teniendo graves deficiencias de material y de hombres, que desaconsejan cualquier ataque frontal contra las posiciones talibanes al norte de Kabul. Los aviones estadounidenses bombardean cada d¨ªa y cada noche, pero sus ataques sobre esas posiciones son limitados. El llamado ministro de Exteriores de la Alianza, Abdula Abdula, afirma que si esos bombardeos tuvieran una intensidad similar a la del pasado s¨¢bado, en una semana la situaci¨®n podr¨ªa cambiar dr¨¢sticamente. Nadie comprende aqu¨ª cu¨¢l es el plan militar de EE UU ni cu¨¢les son sus resultados.
En una de las sedes del Estado Mayor de la Alianza, en la carretera que va hacia el t¨²nel de Salang, el comandante Abdul Wodoud, jefe de la seguridad de Masud, es sincero respecto a la inminente ofensiva sobre la capital. 'No entraremos hasta que exista un amplio acuerdo pol¨ªtico para la formaci¨®n de un Gobierno nacional'.
El afgano que habla espa?ol se muestra muy cr¨ªtico con los muyaidines: 'Desde el asesinato de Masud , la mayor parte de los comandantes de la Alianza parecen m¨¢s preocupados en lucrarse que de avanzar sobre el frente'. Otra fuente explica los motivos de esa falta de acci¨®n militar: 'El precio de un ataque sobre las posiciones de los talibanes ser¨ªa muy elevado en vidas humanas y en material de guerra, y eso dejar¨ªa al general Dostum en ventaja respecto a los tayikos'.
Un pasado poco limpioEl comandante Jamei Almas, que manda el amplio frente de Shomal¨ª, no oculta su opini¨®n sobre Dostum. 'Fuera de la Alianza no es nadie'. Este general uzbeco, militar de carrera en la URSS, es uno de los escasos profesionales en esta guerra. Cuenta con el creciente favor de Washington, pero tiene un pasado poco limpio. El autor del libro Los talib¨¢n, Ahmed Rachid, narra una an¨¦cdota: Dostum castig¨® a uno de sus soldados acusado de cometer un robo a morir destripado bajo las cadenas de un carro de combate. El propio general y todo su cuartel asistieron a la ejecuci¨®n en el patio de armas.
Fuentes de la Alianza del Norte insisten en que el sentido com¨²n militar y la tradici¨®n en las guerras afganas indican que la primera pieza debe ser la de Mazar-i-Sharif, y que, tras la conquista del norte, las posibilidades de entrar victoriosos en Kabul ser¨ªan mucho m¨¢s altas y realistas. 'No es necesaria una gran ofensiva. Bastar¨ªa con tomar una aldea, dar la sensaci¨®n de movimiento', insiste el afgano educado en Cuba. 'La Alianza necesita demostrar que la muerte de Masud no la ha dejado descabezada. Adem¨¢s, ¨¦sta es una guerra que tradicionalmente no se libra para avanzar, sino para subsistir. Los comandantes entran en una aldea con el objetivo de robar y mantener contentos a sus soldados. El poder de cada jefe depende de las armas y del n¨²mero de combatientes y no puede aceptar que ¨¦stos se cambien de pelot¨®n o se rebelen contra ¨¦l'.
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