Prohibido ver Kandahar
Los talibanes dan marcha atr¨¢s y obligan a los periodistas a regresar a Pakist¨¢n sin poder visitar su feudo espiritual
El pasado lunes, el portavoz del mul¨¢ Omar asegur¨® a los m¨¢s de 70 periodistas congregados en la ciudad afgana de Spin Boldak, cerca de la frontera con Pakist¨¢n, que su Gobierno preparaba una visita de los reporteros a la ciudad de Kandahar. As¨ª podr¨ªan ver con sus propios ojos que el feudo de los talibanes segu¨ªa bajo control de ellos y que eran falsas las informaciones difundidas por la 'propaganda' de Estados Unidos. Por la noche se nos dijo que para el d¨ªa siguiente estuvi¨¦semos listos a las nueve de la ma?ana. Y sucedi¨® lo mismo que los dos d¨ªas anteriores. A la hora fijada, no ocurri¨® nada. 'Hay que esperar', dec¨ªa uno de los mandos locales. 'Es mucho m¨¢s dif¨ªcil esperar que matar', sentenci¨®.
'Hay que esperar. Es mucho m¨¢s dif¨ªcil esperar que matar', sentenci¨® un jefe talib¨¢n
Tres horas despu¨¦s, el responsable de Asuntos Fronterizos talib¨¢n, Sher Nayibul¨¢, dec¨ªa que hab¨ªa cambio de planes: 'Hemos dispuesto un convoy para quien quiera volverse a Pakist¨¢n. Los que no quieran visitar¨¢n los campos de refugiados de la zona y podr¨¢n quedarse dos d¨ªas m¨¢s'.
?Hay posibilidades entonces de visitar Kandahar? Nayibul¨¢ dijo que s¨ª, que podr¨ªa haberlas. Y fue decir eso y nadie quer¨ªa irse. Todos los periodistas, a esperar de nuevo bajo el sol a que llegara la protecci¨®n necesaria que permitiera visitar a los refugiados.
Tres horas despu¨¦s, nuevo cambio de planes. 'Las autoridades de Kandahar', explic¨® Nayibul¨¢, 'han decidido que no se visite la ciudad y que toda la expedici¨®n regrese hoy mismo a Pakist¨¢n'. La pregunta m¨¢s repetida fue: pero ?no dicen ustedes que lo tienen todo bajo control? ?Es que no pueden garantizarnos la seguridad? ?Para qu¨¦ nos dan un visado de una semana si nos devuelven a casa a los dos d¨ªas? Y ah¨ª empez¨® el abanico de respuestas vac¨ªas que el talib¨¢n encargado de Asuntos Fronterizos despliega en estas ocasiones: 'No se trata de seguridad; es simplemente que, como ya se celebr¨® ayer la conferencia de prensa, autoridades por encima de m¨ª han decidido que vuelvan ustedes a Quetta'.
Y llegaron las especulaciones. Unos compa?eros dec¨ªan que era evidente que los jefes pastunes ten¨ªan cercada la ciudad y otros sosten¨ªan que la causa era simplemente que no pod¨ªan manejar un grupo de m¨¢s de 80 personas, todo un circo de sat¨¦lites y pantallas en un pa¨ªs donde est¨¢n prohibidas las televisiones y donde es imposible mantener alejados a los curiosos que surgen por todas partes.
Bandadas de j¨®venes segu¨ªan pos¨¢ndose, como los dos d¨ªas anteriores, en la pared del cercado donde nos hall¨¢bamos y ahora se atrev¨ªan a saltar dentro. A dos que saltaron, los soldados talibanes los molieron a palos. Otros talibanes intentaban, con la ayuda de algunos int¨¦rpretes, coquetear con las mujeres. '?Por qu¨¦ no me llevas contigo a Estados Unidos?', le preguntaba uno bien armado a una reportera americana. Otro le preguntaba a la periodista de TVE Almudena Ariza que c¨®mo andaba ella ah¨ª al lado de un hombre (el reportero gr¨¢fico de TVE Ram¨®n Pazos), que si no ten¨ªa marido o qu¨¦. Cuando se le dec¨ªa que en Espa?a es normal que un hombre y una mujer trabajen juntos, el hombre negaba con la cabeza.
A todo esto, los talibanes posaban orgullosos con sus armas ante las c¨¢maras; algunos, limpi¨¢ndose los dientes con la resina de ramas de ¨¢rboles; muchos, cogidos de la mano, y todos, con las pesta?as pintadas de negro. Algunos dec¨ªan que eran para proteger la vista de la luz del sol, y otros, que era sencillamente para resaltar los ojos.
Los periodistas intentaron entrevistar a varios guardianes talibanes, pero los m¨¢s j¨®venes, unos muchachos de apenas 18 a?os, lo prohib¨ªan. Aun as¨ª, otros talibanes acced¨ªan.
De repente surgi¨® un talib¨¢n con un palo en la mano, agarr¨® del cuello al int¨¦rprete que traduc¨ªa una entrevista, y quer¨ªa llev¨¢rselo aparte cuando el que estaba siendo entrevistado le dijo que no pasaba nada, que lo soltara. Entonces, el guardi¨¢n talib¨¢n del palo tambi¨¦n cogi¨® a ¨¦ste del cuello, se enzarzaron m¨¢s talibanes en la pelea y al final tuvieron que venir otros a separarlos.
As¨ª que, entre ri?as y una nube de curiosos, la expedici¨®n de los periodistas se despidi¨® del territorio talib¨¢n. 'Espero volver a verles pronto por aqu¨ª', dec¨ªa Sher Nayibul¨¢ a sus hu¨¦spedes extranjeros.
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